19 de octubre de 2017

Desproporción, improvisación, ignorancia

El encarcelamiento de los líderes de la ANC y Òmnium Cultural por sedición es, tiene uno casi la certeza, una decisión desproporcionada que da oxígeno, y mucho, a unos abatidos secesionistas todavía en proceso de digerir la marcha atrás de Puigdemont en el momento culminante de la insurrección. Una decisión que, además, empeorará considerablemente la situación. Será el resultado de una conducta que tuvo mucho de obstruccionista, organizada y no demasiado pacífica, de una acción explícita contra la legalidad pero los jueces deben sopesar cuidadosamente las consecuencias de sus decisiones (por ejemplo la tan traída "alarma social"). Y aquí la delgada aunque efectiva separación de poderes, que no cabe negar ingenuamente existe en el estado español, va en contra de un planteamiento político racional: la pervivencia, en el estamento judicial, de muchos magistrados educados en el "Santiago y cierra España" y un Ministerio Fiscal que considera que dos millones de catalanes están "abducidos", acaba llevando a estos dislates en que algunos jueces pierden el sentido de la mesura y enconan el conflicto por imprudencia e ignorancia. Y esta ignorancia de lo que pasa y ha pasado estos años en Catalunya es uno de los factores que más está contribuyendo al desconcierto de las instituciones del estado español. Asombra comprobar cómo medios de comunicación tan influyentes como El País abogan, ahora, por el palo tras pasarse años invocando dulces zanahorias socialistas que, creían, los secesionistas habrían estado deseando deseando coger para olvidar sus sueños de independencia: la reforma del estado hacia un modelo federal nunca ha estado en su agenda porque no era, en absoluto, el objetivo disimulado de sus movimientos y partidos. Creer que, "hablando en serio", ese era el sentido último de su lucha es una muestra de desconocimiento de la realidad catalana o de que los tópicos etnicistas acerca de la avaricia y cobardía de "los" catalanes, de su doblez, todavía gobierna la percepción hegemónica en las creencias de las élites madrileñas y estatales. Craso error.

Los secesionistas están dibujando un país detestable pero cada vez tiene uno más claro que el estado español no se merece conservar Catalunya.

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