19 de agosto de 2017

Muerte y amapolas en Barcelona

Ayer por la noche, en Gràcia, el duelo oficial por los atentados de Barcelona y Cambrils fue menos duelo. Como si la proliferación por las redes sociales y los medios de comunicación de la estética kitsch del luto, con sus lazos negros, sus hashtags triviales, sus lemas y exhibiciones hiperbólicas de coraje cívico y valentía o sus iconos estereotipados, ya hubiera consumido el cupo de dolor aceptable colectivamente, en las calles hubo ambiente de parranda. Celebración hipócrita, a bajo volumen, sin actuaciones musicales, pero celebración de las tradicionales fiestas al fin y al cabo: los grupos de jóvenes bebiendo, la música perfectamente audible aunque sin excederse, las risas, algunos gritos o el ir y venir de gente que se prolongó hasta pasadas las tres no se correspondían demasiado con el recogimiento que se suponía recomendado gubernativamente y consentido vecinalmente. "El muerto al hoyo y el vivo al pollo". No debe ser ajeno a este trabajo del duelo ya concluido con tal rapidez, el hecho de que la inmensa mayoría de los fallecidos sean extranjeros. Ha sido un comentario que sotto voce algunos hemos compartido sorprendidos ante la bipolaridad de la manifestación de la aflicción en el espacio público global y la normalidad del comportamiento en el local. La misma noche del atropello en las Ramblas, en una calle de conocida significación "alternativa", un grupo de jóvenes de estética antisistema entonaba, a media voz, acompañados de un par de guitarras y unas cervezas, canciones revolucionarias y eslóganes sobre quiénes son los auténticos terroristas, mientras bastantes propietarios de bares o puestos de venta de alcohol ambulantes disimulaban su malhumor ante la cancelación de los festejos y la pérdida de no menos de un 10% de sus posibles ingresos. De hecho, algunos no lo disimulaban en absoluto. ¿Pesar por lo ocurrido? Mucho menos de lo narrado en televisiones y diarios.

Entre la percepción de lo correcto moral y politicamente que se produce en la realidad "espectacular" (Debord) para su distribución planetaria y la de lo "realmente" visible microfísicamente, hay un abismo. Se muestra el campo de amapolas, no el consumo de sus frutos.