15 de abril de 2016

República y nostalgia


La inmensa mayoría de mis amigos son republicanos. Uno, más o menos también. Sin embargo, dista de estar convencido de la utilidad de perder tiempo y energías en un intenso trabajo político orientado a abolir la monarquía y restaurarla. Desde la perspectiva de la causa general de la emancipación, la República, como el nacionalismo, es una simple y pura distracción: ningún ejemplo histórico avala que sea realmente un progreso que merezca semejante inversión. Estados Unidos es un régimen republicano y pocos países presentan desigualdades más intolerables en términos de justicia social y libertades. En Africa y Latinoamérica predominan abrumadoramente y tampoco puede constatarse ninguna ventaja objetiva frente a monarquías europeas como Holanda, Noruega o Dinamarca. De la misma manera que el negocio de la independencia - en situaciones no coloniales - puede resultar estéril y hasta contraproducente, no menos lo sería empeñarse en situar en el eje de la acción social el advenimiento de una República. Y más por estos pagos. Sinceramente, uno ve mucha nostalgia, demasiada, en sus partidarios. Una añoranza idealizada por lo que pudo ser y no fue que se topa de bruces con una sensación que, no lo dudo, podría ser compartida incluso por algunos de ellos: ¿de verdad se puede encontrar algún personaje público, en esta época de debilidad intelectual, partidismo descarado, corrección política, cinismo y corrupción, capaz de representar los valores formales de la Presidencia de la República como en su momento lo hicieron Alcalá-Zamora o Azaña?

A no ser que estemos optando por un simple modelo de reestructuración institucional a la francesa o a la estadounidense, en cuyo caso lo único que necesitamos es sustituir a Obama u Hollande por Rajoy, Iglesias, Sánchez o Rivera lo cual no parece un programa ético-político que añada nada sustantivo a la existencia cotidiana de los ciudadanos. O que lo que se pretenda con este cambio sea ahorrar en los presupuestos públicos el gasto de una Familia Real pero cabe dudar, recordando por ejemplo los turbios enredos económicos de más de una presidencia gala, que el beneficio vaya a ser significativo.

Pero uno diría que no estamos hablando de eso aquí y ahora: los republicanos desean "la República", la que los fascistas aniquilaron, no otra, la del pasado. Y la quisieran ver reinstaurada como si los cuarenta años de dictadura y los treinta de monarquía constitucional pudieran ser borrados de un plumazo.

La lástima es que la historia, si de verdad se repitiera, seguramente lo haría en forma de farsa...

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