2 de noviembre de 2015

Argumentos agnósticos


La crítica a la religión y sus formas secularizadas (por ejemplo el nacionalismo) no debería hacer olvidar que la pregunta acerca de la existencia de Dios sea cual sea la forma variable en que se formule está lejos de poder ser respondida, filosóficamente hablando, con las mismas armas que los creyentes: es decir, con meras creencias. En este sentido, la posición atea está tan lejos del sentido común racional como la fe y, a primera vista y a estas alturas de la historia, la opción más razonable debería ser la agnóstica. No es ahora ni el lugar ni el momento de emprender una justificación que sería larga y para la que uno no sabe ni si está capacitado ni siquiera si, en caso de que lo estuviera, merecería la pena el dispendio de energías que requeriría. No obstante, valdría la pena apuntar que durante este último año, lejos de teologías o denuncias de la religión, uno ha encontrado un par de argumentaciones, de sesgo antropomórfico evidentemente y por tanto más ilustrativas que demostrativas, que avalarían la prudencia agnóstica frente a cualquier forma de taxatividad.

Así, escribía Viktor Klemperer en su diario,  "La nada -en tanto que conciencia personal, y por lo tanto la nada real— es, indudablemente, probabilísima, y todo lo demás improbabilísimo. Pero ¿no vivimos constantemente, desde 1914 y más aún desde 1933 y en los últimos tiempos de un modo masivo, lo absolutamente improbable, lo monstruosamente fantástico? Lo que antes era absolutamente inimaginable ¿no se nos ha convertido en algo normal y cotidiano? Si he vivido las persecuciones de Dresde, si he vivido el 13 de febrero, si he vivido estas semanas de huida, ¿por qué no voy a vivir (o, mejor, «morir») también que Eva y yo volvamos a encontrarnos en algún sitio, con alas de ángeles o dotados de alguna otra curiosa forma? No sólo está retirada de la circulación la palabra «imposible», sino que también «inimaginable» ha perdido toda validez." (18 de marzo de 1945).

Y unos siglos antes, Pascal anotaba: "¿Qué razón tiene para decir que no se puede resucitar? ¿Qué es más difícil, nacer o resucitar, que exista lo que nunca ha existido o que lo que ha existido siga existiendo? ¿Es más difícil empezar a aser que volver a ser? La costumbre nos hace lo uno fácil, la falta de costumbre hace lo otro imposible. Vulgar forma de juzgar" (Pensamientos, trad. de J. Llansó, p260).

En la inacabable tarea de poner límites a la creencia ciega que sustenta la religiosidad en sus distintas formas no debe olvidarse el freno a su envés, esa dogmática negación de su contenido mediante el mantenimiento de su estructura: el ateísmo.

Frente a la soberbia del sentimentalismo negador o afirmador la humildad de la duda racional.

2 comentarios:

  1. ¿Y esta vía no es demasiado contemporizadora para con la religión al no negar su fundamento? Sin negar racionalmente la existencia de cualquier tipo de deidad la crítica del pensamiento religioso pierde una de sus armas fundamentales.

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  2. Puede que pierda algo pero tengo la impresión de que quizás no sea tanto sobre todo si hablamos del "pensamiento religioso" y vamos más allá de la religión: algunas ideologías, sin ir más lejos el nacionalsocialismo, no se diferencian en demasía de cualquier religión aunque hayan suprimido las divinidades. No sé, me parece que tal vez se pierde demasiado el tiempo yendo a la supuesta cabeza del armazón y dejando el resto del esqueleto indemne.

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