21 de mayo de 2015

Crónica de la Nueva Edad (21/05/2015)


El otro día, comiendo con Rais, intercambiamos impresiones acerca del estado actual del "procés" y las perspectivas de futuro. En algunos aspectos coincidíamos, en otros no. La discrepancia más importante se dio en torno a la valoración de si el movimiento ha llegado a su punto álgido, lo ha sobrepasado o está por llegar: según Rais, los secesionistas perdieron la partida cuando la ANC no fue capaz de ponerse al frente de la lucha, desligarse de CiU y ERC, y presentarse en solitario a estas elecciones que quieren plebiscitarias con la Declaración Unilateral de Independencia como único punto de su programa. Una vez cumplido este objetivo podría haberse disuelto o devolver la iniciativa a los partidos: en cualquier caso, sus posibilidades de triunfar eran mayores que las de una corrupta y poco creíble CiU y una inexperta y dubitativa ERC, armada por el entusiasmo, el desconcoimiento y su "limpieza" en asuntos de corrupción política. Uno ha estado dándole vueltas a la tesis de Rais y comentándola con amigos y conocidos y al final ha de concederle que podría tener razón: le queda mucho recorrido al secesionismo y todavía tiene opciones de victoria pero puede que dejara pasar una oportunidad de oro. Ahora, como se lamentan algunos compañeros secesionistas, unionistas y españolistas se están haciendo notar, salen de sus cubículos y la toma de postura contraria a la independencia de la mitad de la población les dibuja un panorama complicado y, sobre todo, más lejano de lo que desearían.

Por otro lado, este lamento se acompaña de un cierto nerviosismo especialmente palpable entre las alas más radicales (etnicista - una parte de las bases de ERC y SI - y trotskista/estalinista - algunas bases de las CUP -) del secesionismo. La campaña contra Ada Colau y el movimiento Barcelona en comú, cuya posible victoria en la ciudad de Barcelona en las municipales diagnostican, acertadamente, como un obstáculo para la independencia, ha adquirido tal radicalidad que hasta el ínclito Vicent Partal se ha despojado de su habitual traje de Jiménez-Losantos y ha dado una muestra de cordura y sentido común que uno ya consideraba definitivamente perdido. Partal ha alertado contra las demonizaciones y el rechazo del principio democrático al cual los secesionistas se adhieren, en principio, como principio básico e irrenunciable, advirtiendo que un posible triunfo de su candidatura debe ser aceptado y digerido: "Els primers dies de campanya vaig expressar la meua preocupació per algunes de les formes amb què es captenia Barcelona en Comú. Ara, passada una setmana, he d'expressar preocupació també per tot el contrari: estic molt preocupat per les formes d'alguna gent que va contra la campanya de Barcelona en Comú." ("Los primeros días de campaña expresé mi preocupación por algunas de las formas con las que se comportaba Barcelona en Comú. Ahora, tras una semana, he de expresar preocupación también por todo lo contrario: estoy muy preocupado por las formas de alguna gente que va contra la campaña de Barcelona en Comú").

P.S: la precisión sobre los trotskistas/estalinistas de las CUP merece un pequeño comentario aparte. Seguramente de momento es sólo una percepción subjetiva pero alrededor de las CUP, al menos en Barcelona, uno está viendo a demasidados antiguos conocidos trotskistas que están "entrando" (la táctica habitual de esta corriente del marxismo) para tratar de influir determinantemente en la dinámica de esta formación. No hay nada que objetar a ello. Pero es cierto que los comportamientos de algunos de ellos, conforme pasa el tiempo, parecen acercarse a los de sus enemigos de siempre: los estalinistas. Precisamente por lo que sufrieron, una implacable persecución desde las filas de los Partidos Comunistas y desde los movimientos conservadores y reaccionarios, a uno le resulta difícil soportar verles hablando de "verdaderos" y "falsos" revolucionarios (Podemos y compañía) a los que hay que combatir y repartiendo carnets de "auténtico luchador" por la Republica catalana: como si hubieran entendido que la estrategia del padrecito Stalin era la más apropiada, hacen ahora uso de ella. De puertas afuera profesan ese relativismo indecente que tanto daño hace a la izquierda. De puertas adentro han radicalizado su dogmatismo y le han cogido el gusto a la identificación de elementos "a purgar". Penoso.