15 de enero de 2015

Acerca del inacabamiento del proyecto ilustrado (I)

 

Sostiene mi querido amigo Rais, en una nota acerca de la corrupción sistémica y las posibles soluciones, que "Especialmente ilustrativa de este fenómeno es la entrevista, que Jordi Evole le hizo en 2013 para Salvados, donde describe perfectamente a la casta como élite económico-política ¿Y que salida nos propone Pérez-Reverte? Pues curiosamente ninguna. Ninguna solución, ninguna revolución, sino más ilustración, más educación, más cultura, más espíritu crítico. Este es un debate que tengo con mi querido amigo. pensador y escritor, Jorge Sánchez (ver su blog Bajo la lluvia). El sostiene, que el viejo proyecto de la Ilustración sigue vigente, sigue inacabado, es el proyecto natural de la racionalidad y de la libertad occidentales bien entendidas. Y no le falta razón, ante tanta barbarie e irracionalidad imperantes, pero precisamente la Ilustración concibe las relaciones de poder como un rechazo de la diferencia y de la alteridad. Auschwitz y Hiroshima son muestras de sus límites, con lo que al menos habría, que repensarla aprendiendo de estos."

Por alusiones, y sin demasiada voluntad de querer quedarnos en la endogamia amistosa, sino con ánimo de debatir la vigencia o no del programa ilustrado en los que pasen por estos pagos, uno ha de decir que sí cree que éste, tal y como lo diseñó Kant, sigue vigente pero en el sentido de inacabado, incumplido, irrealizado. No es que la Ilustración haya sido lanzada al vertedero de la Historia porque alcanzara en algún momento su cumplimiento y fuera superada por sus ineficiencias o el agotamiento emancipatorio de sus propuestas sino que, como argumentaba Habermas, a quien tanto denostaba uno en la efervescencia posmoderna de su juventud, sus objetivos no han sido logrados ni de refilón. El ideal ilustrado continúa siendo casi pura contrafacticidad y no ha perdido su actualidad por mero paso del tiempo en tanto que apela a una máxima y estricta universalidad sin correlato empírico de momento. Ahora bien. De su vigencia no se sigue, evidentemente, su adopción y menos sin matices o acríticamente. Simplemente, como el Reino de Dios cristiano o el Comunismo marxista, no se ha pplasmado históricamente ni por aproximación aunque haya inspirado regímenes, formas de gobierno, literaturas varias, filosofías, actitudes, códigos morales, etc. Y, como estos ideales, no ha perdido su validez a causa del ámbito colosal de su empresa y su falta de realización. Eso es lo que creo al respecto en primera instancia. Subsidiariamente, y desde un punto de vista pragmático y realista, me parece que marcarse como objetivo que los seres humanos puedan ser capaces de hacer un uso emancipado de su entendimiento es casi "subversivo" a tenor de la situación actual y no creo que sea un objetivo ético y político menor o desdeñable.

¿Es el proyecto "natural" de la racionalidad y de la libertad occidentales "bien entendidas"? No es, lógicamente, el proyecto "natural" de Occidente (si es que existe algo así más allá de la metáfora, acerca de lo cual uno cada vez alberga más dudas), no sólo porque nada en la definición de Occidente implica necesariamente "la" Ilustración a priori sino sólo a posteriori (especialmente desde Spengler y Heidegger), sino también porque el cristianismo parece más inherente al desarrollo histórico de las civilizaciones europeas que el tardío empeño del XVIII. Quizás sí sea un proyecto que puede ser asimilado a la misma historia de los esquemas de racionalidad occidentales propuestos desde Platón que, por cierto, distan mucho de haber sido nunca ni dominantes ni hegemónicos, pero poco más. Ilustración y Occidente van de la mano desde hace un par de siglos pero si ambos conceptos son utilizados como tales, y no como figuras, hay que ser cuidadosos y evitar las generalizaciones abusivas.