21 de noviembre de 2014

A vueltas con Podemos (I)

 
Jaime, un lector, según sus palabras, reciente le reprocha a uno, amablemente eso sí, las críticas a Podemos que contrastan, hasta donde ha podido leer de este cuaderno, con lo que considera un inexplicable silencio acerca del PP. Asimismo, señala que le parece que uno incurre en una flagrante contradicción al achacarle, al partido en cuestión, una "falta de marxismo" como justificación de la distancia que uno mantiene para con él mientras que, al mismo tiempo, en su observación crítica del  pasado miércoles rechazaba su escatología marxista. Sólo le falta preguntar "¿en qué quedamos?" antes de proceder a una prolija argumentación acerca de las virtudes de la joven formación que merecerían un largo y minucioso comentario para el que hoy uno no tiene tiempo, ni ganas. Lo dejo para otra ocasión. No obstante, vale la pena intentar aclarar los dos puntos que inician su correo porque para aquellos que desconozcan mis intentos de tomar posición en los últimos años las afirmaciones sobre la nueva formación parecen, efectivamente, contradictorias (espero poder demostrar que no lo son: no ama uno, precisamente, las contradicciones aunque sepa de su inevitabilidad).

Respecto a la primera objeción: es cierto que en este cuaderno uno pierde la mayor parte de su tiempo en la crítica vigilante de las opciones "de izquierdas" por llamarlas de alguna manera. De mis escasas simpatías por las opciones autoritarias conservadoras (como respecto a las autoritarias "progresistas") no puedo aducir demasiadas pruebas pero sobreentiendo que, en la continua lucha de muchos otros contra los totalitarismos y las tentaciones totalitarias disfrazadas bajo ropajes democráticos o populares, si uno escarba un poco en los textos que he escrito encontrará lo que busca (o no pero da grima hablar tanto de uno). Por otro lado, entre PP, PSOE y Podemos no hay, en realidad, demasiadas diferencias por lo que hace a las condiciones de reproducción del modo de producción y las relaciones de producción existentes así que sub specie aeternitatis no sería un pecado mortal precisamente.

No obstante, Podemos exhibe esa "superioridad moral" que se ha asociado tradicionalmente a lo altruista y comunal frente al egoísmo individualista y es en ese momento cuando la crítica vigilante debe intervenir. De los apologetas de la versión darwinista filocapitalista del egoísmo natural no se puede esperar gran cosa moralmente hablando: en el fondo, algunos de ellos incluso admitirían su "inferioridad moral" pero el hecho de responder con exactitud a las tendencias de la Naturaleza, como afirman, les exime, en el fondo, de este sentimiento y no es en el ámbito de la moralidad donde juzgan sus propuestas. Sabemos de su inmoralidad o de su amoralidad. O creemos saberlo. En cambio, quienes pretenden la "superioridad" deben demostrarlo porque es en el espacio de la moralidad donde se evalúan sus acciones. Y los que, efectivamente, creemos en esta superioridad tenemos el deber de atender a que semejante posición sea ganada, mantenida y respetada precisamente porque no es un "dato" ni un "hecho natural" como los darwinistas sociales mantienen respecto a sus proposiciones mistificadamente. Así pues: vigilancia para con los altruistas, comunitarios y transformadores porque de los individualistas conservadores ya conocemos donde se fundamenta su "mentira" y lo que puede esperarse de ellos.