10 de julio de 2014

Apostilla al cierre


Para intentar ser justo con uno mismo y los demás, hay que decir que ni todos los goles de la Mannschaft ni los que marque el próximo domingo pueden atenuar la inconmensurabilidad del padecimiento humano a no ser que los sentidos, la conciencia y el ánimo de uno estén tan embrutecidos que se sea incapaz de percibirlos y valorarlos. Nada puede mitigarlo pero al menos Filosofía y Poesía encaran el hecho ciego y demoledor de nuestra cruenta finitud. Valen más que Klose. Ayer, la madre de una de las compañeras de Marc falleció tras su enésima operación. Un tormento de varios años que la había llevado a vivir confinada en una silla de ruedas, con un solo pulmón, un solo riñón e incontables complicaciones de salud. Habíamos hablado de ella hacía unos minutos cuando nos llegó la noticia: estábamos en la sobremesa. Ante la enormidad del sufrimiento nos quedamos anonadados. Que luego Holanda perdiera, careció absolutamente de interés. Hay acontecimientos importantes y otros que no lo son. De los primeros puede que algunas palabras, asociadas a poetas y filósofos, intenten dar cuenta. De los segundos se ocupan los medios de la sociedad del espectáculo.