1 de abril de 2014

Lévinas: la resistencia a la totalización y a la totalidad (III)



En cierto modo, dialécticas aparte, el fundamento del holismo y del pensamiento de la totalidad, del "todo está relacionado con todo", por decirlo groseramente, es la imposibilidad de pensar la diferencia absoluta: la imposibilidad de pensarla sin relación con la identidad, de pensarla respecto a ella, con ella, en contacto con ella tal y como lo enunciara Hegel:

Esta diferencia es la diferencia en sí y por sí, la diferencia absoluta, la diferencia de la esencia. -Es la diferencia en sí y por sí y no una diferencia por medio de algo extrínseco, sino tal que se refiere a sí; por consiguiente es diferencia simple. -Es esencial entender la absoluta diferencia como simple... La diferencia en sí es la diferencia que se refiere a sí; de ese modo es la negatividad de sí misma... Pero lo diferente de la diferencia es la identidad. Es por lo tanto ella misma (esto es, la diferencia) y la identidad. Ambas juntas constituyen la diferencia ésta es el todo y su momento. -Se puede decir también que la diferencia, como simple, no es diferencia; lo es sólo en relación con la identidad; pero más bien contiene, como diferencia, igualmente la identidad y esta relación misma. -La diferencia es el todo y su propio momento, así la identidad es igualmente su todo y su momento." (sn) (Ciencia de la Lógica, trad. de Rodolfo Mondolfo, vol. II, p44).

Esta imposibilidad lingüística ha presidido la reflexión sobre la relación que ya apuntara Platón en el Parménides a propósito de cómo podía ser conocida la "idea" si era absoluta, pues si entrara en relación al ser conocida perdería su carácter de absoluta. El aparente cul-de-sac denunciado por Platón puede resolverse si se considera que lo que está haciendo el griego, como luego hará Hegel al vincular la "diferencia" a la "identidad" y establecer la imposibilidad de pensarla en su pureza absoluta, es trasladar el modelo de la relación lingüística a la relación ontológica: mezclar ambos dominios o, mejor, prolongar los parámetros de la primera a la segunda. Que la mediación lingüística sea imborrable no significa que sea, ella misma, absoluta hasta el punto que no exista nada que no sea mediado lingüísticamente, por ejemplo, o nada cuyas características no obedezcan a las del concepto mediante el cual es "creado", "producido" o "construido". Que todos los términos puedan ser puestos en relación de alguna manera y que todos, incluidos los sincategoremáticos, puedan afectar o verse afectados por el juego con otras palabras no significa que "las cosas" se rijan  por el mismo principio aunque no podamos acceder a pensarlas sino sea bajo este modelo lingüístico

Todas las palabras pueden estar relacionadas con todas y modificarse en esa relación mas esta característica del lenguaje no tiene porqué ser una propiedad de los objetos ni pese a que todo acceso a estos se realice a través de él: las palabras no son las cosas.