16 de marzo de 2014

Tiempos desquiciados


Es difícil saber si el bueno de Derrida pensaba en algo más que el tiempo histórico o el tiempo en sí mismo, en su temporalidad, cuando escribía a propósito de Shakespeare que "el tiempo está trastocado acosado y trastornado, desquiciado, a la vez desarreglado y loco. El tiempo está fuera de quicio, el tiempo está deportado, fuera de sí, desajustado" (Espectros de Marx, trad. de José Miguel alarcón y Cristina de Peretti , p31). Pero si hubiera estado esta mañana aquí, en Barcelona, no cabe duda de que habría pensado en muchos más sentidos de ese "tiempo desquiciado" y hubiera incluido el meteorológico. 

Hoy, una mañana de final de mayo en pleno marzo. Así y no de otra manera. Los ciclámenes y los crisantemos, que continuaban radiantes, esta tarde mostraban los primeros signos de decadencia y, por contra, las glicinas parecían haber tenido suficiente calor y luz como para que sus incipientes capullos dejaran de serlo en pocas horas y se desarrollaran a velocidad acelerada de filmación: irreales. 

Tiempo fuera de sí: final de la primavera cuando aun no se ha iniciado...