30 de enero de 2014

Una lanza inadecuada en favor de la LOMCE


Excusatio non petita accusatio manifesta y si uno comienza señalando que siente muy poco aprecio cuando no un cierto desprecio, que en la intimidad cobra la forma que nos podemos imaginar a través de calificativos poco amables, por el señor Wert, ya está disculpándose de antemano por lo que sabe que no será bien recibido y juzgado por algunos lectores de este cuaderno que hacen del dogmatismo izquierdista su credo. Mas la verdad es la verdad dígala Agamenón o su porquero.

Hay un aspecto al menos de la LOMCE que a uno le parece importante y beneficioso para los docentes en general. La mayor parte de la ley aporta muy poco y lo que añade casi siempre es perjudicial pero no es, tampoco, únicamente un conglomerado regresivo y plenamente reaccionario como algunos proclaman. En realidad, no es más que una LOE (ley "progresista" del gobierno Zapatero para quienes lo desconozcan) pasada por el clero en ciertos aspectos y sumamente enmarañada, innecesaria por complicada, que no compleja. Ahora, si sus logros son mínimos no será para resaltar los de la nefasta LOGSE. ¿Se la podían haber ahorrado? Sí. ¿Habría que volver a seguir desarrollando la LOGSE? Jamás.

Así pues, quede claro: ni a uno le agrada el señor Wert, ni su política educativa, ni mucho menos la LOMCE. Pero no le gusta tampoco, en absoluto, la LOGSE.

Ahora bien, que en la LOMCE se conceda la condición de "autoridad pública" al profesorado es una buena noticia que no tiene nada que ver con los estereotipos de los cuales la izquierda "realmente existente" y, sobre todo, sus pontífices universitarios se sirven y que se condensan en la habitual y cretina afirmación de que "quieren convertir a los profesores en policías" (!). El elemento crucial, si uno se toma la molestia de leer la ley, es que el profesor "en el ejercicio de sus funciones" (por tanto no en cualquier caso, sino en el desempeño de su trabajo docente) en caso de conflicto tendrá la "presunción de veracidad" en sus actuaciones. Y eso es clave pues, por fin, pone límites a la indefensión en la que los docentes nos encontramos desde hace años sometidos al juicio a veces ignorante, a veces malintencionado, de padres y alumnos.

Un ejemplo de esta mejora que supone la LOMCE la tuvo uno ayer mismo. En una de las redes sociales en las que está presente el sindicato, hubo de hacer frente con toda la flema y educación de la que fue capaz a los improperios de un padre que ha promovido, desde la AMPA del centro en el que estudia su hijo, un expediente contra un profesor. El caso es que la administración, a instancias de la dirección y la inspección y jaleada por los padres, tomó la medida de suspender de empleo y sueldo ya hace más de dos meses al "presunto" infractor sin resolver el expediente que, a día de hoy, sigue abierto. Esa vulneración del principio de inocencia, esa tropelía, no hubiera podido cometerse tan impunemente con la LOMCE en vigor: hubieran debido "probar" sus afirmaciones. No se trata de que no tengan razón, ni de puro y simple corporativismo: se trata de que demuestren sus acusaciones según el procedimiento administrativamente instituido al respecto para garantizar los derechos del trabajador, en este caso del docente. Lo demás es linchamiento moral.

P.S: para más "inri", si uno visita la página en la red social del padre comprobará que se trata de un exquisito representante de la progresía en boga que reclama derechos por doquier (como el credo progresista ordena) pero se los niega a quien considera que no se los merece. Dicho sea de paso, el docente acusado es también, al parecer, una persona de conocidos principios progresistas...

29 de enero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (29/01/2014)


Recibe uno con una mezcla de alegría y envidia la noticia del parón a la privatización de los hospitales públicos madrileños. Aunque la decisión judicial ha sido clave, es probable que sin la presión popular y de algunos medios los jueces no se hubieran inclinado por echar el freno a la propuesta de la derecha madrileña y eso es motivo de alegría.

Sin embargo, puede más la envidia (acompañada de indignación) porque, mientras tanto, la corrupción generalizada de la sanidad catalana y su imparable proceso de privatización continúan tapadas por un espeso velo: el de la "lucha nacional". Nuevamente, como uno ha denunciado en muchas ocasiones, el nacionalismo, o peor el patriotismo-secesionismo, no sólo no añade nada a la lucha por los intereses máximamente generales de la humanidad (si es posible todavía postularlos y uno cree que sí, al menos como ideales regulativos) sino que es, como siempre, más un obstáculo.

La gente de "Cafèambllet", objeto de una incesante persecución política y mediática, son de los pocos que se han atrevido a denunciar la corrupción inherente al sistema público-privado catalán (que cada vez se inclina más hacia el eje privado). Poca gente se manifestó contra los planes privatizadores ni contra este modelo que carcome la sanidad pública y equitativa: la llamada izquierda sigue demasiado ocupada con el ondear de las banderas y la llamada derecha ondeándolas para distraernos a todos; la mayoría de los periodistas "nacionales" a lo suyo...

Del prólogo de Àngels Martínez Castells a la edición castellana del libro de Marta Sibina y Albano Dante (editores de "Cafèambllet"):

"Y todo esto pasa cuando el sistema mixto público-privado de la sanidad en Cataluña está en un equilibrio inestable que puede decantar de manera decisiva el proyecto de Boi Ruiz de descuartizamiento del Instituto Catalán de la Salud, llevando al límite que la sanidad privada parasite a la pública y se quede con los servicios más rentables. La excusa: que el sector privado administra mejor. La realidad: encarecimiento de los servicios y expulsión de las personas enfermas con rentas más bajas, y peor atención para la mayoría de personas. Pero lo que es fundamental para que este proceso pueda seguir haciendo su tarea de topo es que pase inadvertido: que tanta y tanta gente afectada por la pérdida de lo que es de todas y todos no se entere hasta que ya sea demasiado tarde. Y que finalmente se trague —nos traguemos— las excusas que crean la desigualdad, aliñadas por la retórica de una eficiencia que siempre excluye las clases subalternas. Se trata de que no se discuta el mensaje publicitario de «nuestra» televisión, que lo que realmente funciona es un servicio privado de asistencia sanitaria (gente con poco recursos, abstenerse)..."

Y ante este panorama, la llamada izquierda y los llamados intelectuales, pues eso, "distraídos"...

28 de enero de 2014

La indeterminación radical de la risa


(y también en Freud, El chiste y su relación con el inconsciente, passim)

Deuda externa, droga y rapiña


Sin descubrir ninguna "sopa de ajo", un excelente análisis de la relación entre pobreza y deuda externa, del papel del FMI, del pornográfico enriquecimiento de los grupos dominantes con el "negocio de la deuda" y, en general, de las semejanzas entre la estructura de comportamiento de la deuda y la de la droga en la fase actual del capitalismo financiero en el Blog de Rais.

26 de enero de 2014

Madrid, Pissarro


Ayer, viaje relámpago a Madrid. La estrategia sindical más racional dicta que, independientemente del resultado final del órdago secesionista, hay que pone una vela a Dios y otra al Diablo. Así, aunque el sindicato sea, y seguirá siendo, de ámbito exlusivamente catalán, también forma parte de una federación estatal que, por si acaso, debería reforzarse de cara a las próximas elecciones sindicales y más con el panorama trazado por la LOMCE y las deplorables alternativas que opone la izquierda.

Como siempre, Madrid parece un océano de libertad y aire fresco en las antípodas de la asfixiante Barcelona. Experimento en ella la misma sensación que mis amigos madrileños cuando vienen a Barcelona que es, para ellos, su propio océano de libertad y aire puro. Si viviera en Madrid, Barcelona sería esa ciudad mejor en la que uno anhelaría vivir. Lamentablemente, ese no es el caso...

Durante las horas de AVE, fallidos intentos de proseguir con el difícil El principio esperanza de Ernst Bloch y largas e interesantes charlas con Lucía y Xavier que le dejan a uno tres impresiones bastante claras al volver a casa:

a) la dificultad de la acción política "justa" en estos tiempos ante la avalancha de urgencias que nos sacuden;

b) la sospecha, cada vez más fundada, de que el aval de pruebas históricas sustenta más la posibilidad de algo parecido a unas tendencias generales de la conducta humana (todavía uno no se atreve a utilizar el concepto de "naturaleza humana") que no invitan precisamente al optimismo; y

c) la convicción de que buena parte de los ciudadanos con ánimo crítico que no se identifican con ninguna forma de pensamiento político "realmente existente" se está deslizando a una nueva forma de utopismo invertido: la distopía o, en su extremo, el apocalipsis.

Hoy, para aportar algo de luz al negro horizonte que, por momentos, se albira, visita a la exposición de Pissarro en Barcelona en su último día. Aparte de los caminos, las nieblas, los puentes de Londres y Rouen o las calles de París que a uno siempre la habían fascinado, dos cuadros extraordinarios que desconocía: Le champ du chou y The Cote des Boeufs at L'Hermitage, Pontoise. El primero resalta a primera vista por su capacidad para representar la cenicienta luz primaveral y su riqueza en el uso del color verde en sus diversas tonalidades. El segundo, por contra, pasa desapercibido inicialmente pero si se le dedica el tiempo necesario y se ayuda uno de los comentaristas, destaca por su complejidad compositiva (al menos tres planos distintos).

Tan sólo al llegar a casa descubre uno, con apuro, que Le champ du chou ya lo había contemplado en el Museo Thyssen y que, sin embargo, en una especie de efecto secundario del "síndrome de Stendhal" le había pasado inadvertido. ¿Será que la belleza depende, también, no sólo del contexto social, histórico o psicológico, sino de su "cantidad"?

25 de enero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (25/01/2014)


"Desembarcan" dirigentes y ministros del PP en Catalunya este fin de semana y el ruido se incrementa. Es el turno de los españolistas que no tienen nada que envidiar en irracionalidad y obcecación, ni mucho menos, a los secesionistas. Casi uno diría que la élite de éstos es más sofisticada, intelectualmente hablando, que la de aquéllos.

Así, la ínclita Dolores de Cospedal deja pequeñito al hooligan de Sobrequés, presunto historiador en su tiempo libre, quien afirmó con la mayor de las ligerezas que "la agresión de 300 años de España contra Catalunya es indiscutible e incuestionable", con un no menos impresentable "la única verdad inmutable es que Cataluña siempre ha sido una parte fundamental de España". En fin...

Lo vi por casualidad, zappeando, como también había visto, involuntariamente, el día anterior una portada de La Razón que seguía dando muestras de la cerrazón con la que los nacionalistas españoles alientan, por sus intereses cortoplacistas, el secesionismo. Titulaba el periódico en portada:"Rajoy no cederá al chantaje y no hará ninguna oferta de financiación a Mas". ¿No han entendido nada o están tan miopemente convencidos de sus fuerzas, como algunos secesionistas, que prefieren atizar el enfrentamiento en la seguridad que obtendrán una victoria absoluta?

23 de enero de 2014

Entrevista en "Catalunya vanguardista"



La revista digital Catalunya Vanguardista se hace eco de la presentación barcelonesa de Las vidas de las imágenes y, a renglón seguido, ofrece una entrevista con el que escribe sobre el problema del estatuto de la "imagen", uno de los ejes centrales del libro. La entrevista y la reseña, aquí.

22 de enero de 2014

Presentación en Barcelona



Ayer uno se resarció del fiasco de la presentación en Valencia. Arropado por Ferran Fernández y Xavier Jové y acompañado de por amigos, conocidos y atentos desconocidos que llenaron el espacio que la librería "La Central del Raval" había puesto a nuestra disposición, uno se sintió "como en casa" y acabó sintiendo que el acto, en la balanza del debe y el haber, había compensado la renuencia que uno siente hacia todo lo relacionado con la exhibición pública de lo escrito.

Debo agradeecer su presencia a los que perdieron su tiempo, un bien escaso, para asistir y, especialmente, a Xavier Jové que lo perdió por partida cuádruple o quíntuple como mínimo debido a su dedicación y compromiso. Xavier se leyó Del Tercer Reich, Filosofía de la minucia, Bajo la lluvia y Las vidas de las imágenes y redactó una presentación rigurosa, extensa, ejemplar y casi académica que a uno le sonrojó más de una vez. Antes, Ferran, con su habitual buen humor, abrió la presentación y luego, acabada la exposición de Xavier, leí unos pocos poemas a fin de no abusar de la paciencia del público presente ("Las vidas de las imágenes (I)", "El tercer hombre", "Psicosis", "Mediterráneo", "Alien", "Toy Story", "la lista de Schindler" y "Epílogo: Castoriadis en el ciberespacio").

Entre lo mejor: alguien me señaló que poemas como los que uno escribe le reconcilian con la poesía (si fuera cierto...). Entre lo peor: desapareció mi ejemplar anotado con las pausas y acentos necesarios para la lectura en voz (alta o baja). Como uno escribe desde la diferencia irreductible entre escritura y lectura, entre signo y voz, entre materialidad e idealidad, la disposición temática, estilística y tipográfica de los poemas escritos no se corresponde con su entonación, ritmo y versificación lectora y siempre tiene un ejemplar marcado por este diferendo "esencial": en el caso de Las vidas de las imágenes habrá que volver a hacer el mismo trabajo de diferenciación para la presentación de Madrid de aquí a tres semanas.

20 de enero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (20/01/2014)


Hace días que los servicios de limpieza del Ayuntamiento no pasan por la calle. El resultado es que, en un día de lluvia fina pero constante como hoy, la acumulación de pequeños islotes de barro, excrementos de perro (no tan diminutos), ramas caídas de jacarandas y charcos de agua sucia, convierten el caminar en un ejercicio complicado: hay que andarse con tiento y mirar antes de dar un paso, algo así como en la Catalunya de hoy día.

El otro día hablaba con L. una independentista "sentimental", como dice ella. Hace muchos años que profesa esta fe inquebrantable pero también, como persona prudente y razonable con formación marxista que es, desconfía de la clase política, de las élites mediáticas y de los movimientos de los "poderes" económicos que se ocultan - o se amparan - en los nacionalismos. Coincidíamos de entrada en que, objetivamente, la situación actual de tensión, aceleración y "choque de trenes" irresoluble conviene tanto a la clase política española como a la catalana.Mas también, y pese a nuestras divergencias "ideológicas", acabamos coincidiendo en que sería posible un acuerdo de sano sentido común que permitiera dar carpetazo al "conflicto" y que ese acuerdo, precisamente, devaluaría el discurso nacionalista de ambos bandos, de modo que la mirada de los ciudadanos podría recaer en los lugares donde ambos bandos precisamente intentan evitar que recaiga.

En síntesis, la solución nos pareció sencilla si hubiera "buena voluntad":

a) una reforma de la Constitución que no consagre la "indivisibilidad" de España y que permita la posibilidad de secesión de las llamadas "nacionalidades históricas" reconocidas como naciones susceptibles de convertirse en estados (o no) federados con España: Catalunya, País Vasco y Galicia; y

b) el establecimiento de unas condiciones inequívocas y escritas para esta secesión: mayorías claras, negocación obligada de las condiciones de la separación con interposición de diversos procedimientos de arbitraje jurídico y político en diferentes instancias (estatales unas, europeas otras), etc.;

Estas dos "simples" medidas permitirían una estructuración federal que simplificaría el absurdo estdo de las autonomías; consagrarían el principio del respeto a la legalidad y, asimismo, la posibilidad pactada de su transformación para cualquier "contencioso" nacional entre España y las otras tres naciones; y desarmarían tanto las mistificaciones del "independentismo para mañana" al introducir el factor tiempo y la gradualidad como elementos básicos para decisiones que minimicen el sufrimiento posible, como las del "unos pocos se lo quieren llevar todo", al establecer indudablemente las mayorías indiscutibles que avalan más allá de gritos, aprtidos y medios, una propuesta política legítima.

Así concluimos. Con pesar, L. sentenció: "Esa opción, de todas formas, convertiría la independencia de Catalunya en algo imposible. Hay mucho botifler (catalanista unionista)". Y ahí surgió la duda, que, no obstante, solventó con rapidez: "Bueno, de lo que se trata es de que se pueda hacer". "Si la gente quiere" apostillé. "Claro, si quiere", concedió.

La conversación no duró más de quince minutos: menos de lo que uno ha tardado en recogerla aquí.


18 de enero de 2014

Escribe Ernst Bloch


"Y es que un pesimismo con medida realista no se ve tan desamparadamente sorprendido por los fracasos y catástrofes, por las espantosas posibilidades que se han dado y seguirán dándose en el proceso capitalista. Para todo análisis que no lo absolutiza a su vez, el pensar ad pessimum es mejor compañero de ruta que la fácil confianza ciega; este pensamiento constituye la frialdad crítica precisamente en el marxismo. Para toda decisión capital el optimismo automático no es menos ponzoña que el pesimismo absolutizado, porque si el último sirve abiertamente a la reacción descarada, a la que se llama por su verdadero nombre, y ello lo hace con el propósito de descorazonar, el primero ayuda a la reacción solapada, con el propósito de que se

16 de enero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (16/01/2014)



Sobre hasta qué punto el opio nacionalista anestesia la capacidad de respuesta de la sociedad civil frente a la trapacería de sus gobernantes (y no hablemos ya de las posibilidades de poner en marcha una transformación social de gran calado) podemos hallar un buen ejemplo en la falta de respuesta a la privatización de la sanidad que ha habido en Catalunya. Una excelente descripción del proceso, con ribetes de piovra como diría un amigo, aquí.

Por otra parte, involuntariamente lee uno que Mas prepara un gran acto el día 18 de enero en el cual su partido, abiertamente, se inclinará por la independencia sin ambigüedades calculadas: quemará las naves. Será la vuelta de tuerca definitiva al travestimiento ideológico de Convergència. No obstante, me parece que este definitivo giro tiene que ver más con el intento de evitar el sorpasso de ERC que con esa conversión provocada por la intransigencia de Madrid, la "voluntad de un pueblo" y el desdén occidental que se trata de narrar desde los medios afines al Govern. Esperemos que los catalanes sigan castigando a este "aprendiz de brujo" y que ERC, pese al error de Terricabras, consiga dejar atrás a esta "pandilla". Cabe dudar de que sean mejores pero no debería costarles mucho ser más limpios y honestos.

Finalmente, en este escenario que se está acabando de montar para preparar unas plebiscitarias con la cual seguir mareando al personal mientras se desvalija el erario público y el estado de bienestar (pronto le tocará al Estado de Derecho) a la espera de que, con los trenes en pleno choque, la coyuntura internacional de vía libre a la secesión, la izquierda realmente existente  -desde la moderada hasta los profesionales de la revolución - continúa representando el papel de comparsa estúpido, de "tonto útil". El "pecado quasi original" del marxismo-leninismo, que juzgó el nacionalismo como una fuerza potencialmente revolucionaria, sigue pasando factura. De nada parecen haber servido los aprendizajes históricos de las 2 guerras mundiales en las cuales el factor nacionalista operó como coartada ideológica y catalizador del momento reestructurador capitalista. Anclados en el relativo "éxito" de las descolonizaciones, siguen postulando el carácter inevitablemente "progresista" de los movimientos independentistas aunque estén dirigidos por grupos sociales no precisamente desfavorecidos y nada orientados al cambio en las relaciones y el modo de producción sino más bien buscando su mantenimiento y preservación.

En este terreno, como en muchos otros, la izquierda es tan enemigo del pensamiento crítico como la derecha, sino más. Es preciso desembarazarse de ella y, como en el caso de la religión, insistir en que no puede haber transacción posible entre racionalidad, eticidad juniversal y cualquier forma de religión o nacionalismo y menos aun sus extremos fundamentalistas y patrióticos.

14 de enero de 2014

Escribe Francesc J. Fortuny

 

Al hilo de las reflexiones sobre mi experiencia del "fantasma de Derrida", la curiosidad (y una cierta deuda "culpable") me condujeron a navegar en busca de huellas de Francesc J. Fortuny. Alguna encontré. Hallé una página en la que todavía figura en el staff activo de la Universitat de Barcelona, una de esas páginas en ruinas que se acumulan en los espacios web y que son testimonio de lo ya desaparecido. Y en otra estas palabras suyas:

"Creo que se confunde «creer» con las múltiples formas del sentir emotivo. Creo que se debería poder hablar sin emotividad de las creencias. Creo que nunca veré realizado este deseo. Creo que las creencias formuladas siempre son malas. Creo que tales creencias explícitas sólo son susceptibles del tratamiento denominado «teología negativa» y que la ausencia o excesiva suavidad en el tratamiento se denomina «fundamentalismo».

Creo que las creencias son el fundamento último de lo que conozco, razono, sé y vivo. Creo que paulatinamente dejo de creer en muchas cosas, o al menos cambio la primera creencia por otra. Creo que esto es vivir y lo contrario ser una piedra. Creo en la razón en su aspecto negativo de develadora de creencias. Creo mucho menos en su pretensión de aportar algo verdaderamente positivo, salvo que su acción positiva sea su negatividad, su apertura a una teología negativa que sólo se ejerce sobre dis-
cursos determinados.

Y creo que todo esto nada tiene que ver con institución alguna, por lo menos de una manera inmediata y necesaria. Y creo que la manifestación institucional de las creencias explícitas y colectivas siempre es tan inevitable como nefasta, sea cual fuere la creencia: religiosa, política, científica, gremial o simplemente humana.

Finalmente creo que no creo precisamente en aquellos momentos en los que estoy a la altura de las circunstancias, y no por debajo de ellas. Incluso un teólogo utramontano aceptaría que en el cielo no hay fe. Pero así como creo que en buena teología no es inevitable creer en el infierno, creo que es evítable creer forzoso el ingreso en el cielo ingenuo de la ausencia de creencias. Por lo menos en esta vida.

Y creo que todo cuanto acabo de formular ya no son creencias en su más profundo y prístino sentido, sino tan sólo ideas. Y evidentemente son unas idea muy razonables que únicamente piden a mi inveterado vicio de creer un cierto sentido de economía y elegancia mental." 

¿Por qué la motorización eléctrica es una falsa solución?


Lee uno en el excelente Blog de Antonio Turiel una convincente argumentación acerca de porqué los coches eléctricos no suponen una auténtica solución a la crisis de la motorización basada en el petróleo y vuelve a pensar en las falacias, mistificaciones y falsedades con que los defensores del progreso, la acumulación y el crecimiento de todo el espectro político y mediático (que son la inmensa mayoría) nos inundan. Difícil defensa contra semejante saturación.

13 de enero de 2014

Odios "eternos" y justicia "cósmica"


Ni un asomo de piedad o compasión. Más bien, satisfacción por una larga agonía y una breve pero intensa retahíla de insultos que no vienen al caso fueron la respuesta que uno dio a la muerte de Ariel Sharon. Esperaba algo más de mí mismo pero está claro que no es fácil vencer los odios simbólicos "eternos" ni con el paso del tiempo y que cuando uno establece ciertos veredictos de culpabilidad "cósmica" no se ajusta a la racionalidad y, menos aun, considera expiada la deuda o sentados los principios de la penitencia. En esos casos no hay reinserción posible ni amnistía. Es lamentable, sin paliativos, no ser capaz de respetar los principios racionales que uno tiene a gala proponer.

11 de enero de 2014

Para ociosos, amigos, benevolentes, distraídos, etc.

Pues eso. El martes 21 de enero, a las 19:30h. en la librería "La Central del Raval" (C/ Elisabets 6, Barcelona 08001), en compañía de Xavier Jové y Ferran Fernández, presentaremos Las vidas de las imágenes. Aunque nunca nadie es profeta en su tierra ni debería serlo, de hecho, jamás nadie debería ser profeta ni en tierra propia ni ajena, ni tampoco debería haber tierra ajena o propia, esperemos que vaya mejor que Valencia, lo cual tampoco es que sea demasiado difícil. Luego quedará Madrid. Gracias a Ramon Alonso por la fotocomposición y a Xavier Jové por leerse todos mis poemarios (!!) sin, de momento, haber padecido, al menos que se sepa, una indigestión.

9 de enero de 2014

Navegando entre apocalípticos vaticinios


Noche de insomnio vagando por la Blogosfera que acabó peor que comenzó. Como el hilo de Ariadna, todo comenzó con la lectura de unas réplicas de Jorge Riechmann a unos comentarios de un lector sobre Fracasar mejor, su, creo, último libro. De ahí uno pasó al cuaderno del lector y, a partir de ahí, a muchos otros, casi todos orientados al ámbito económico y, especialmente, al colapso del capitalismo por el Crash Oil.

Como uno ya ha dicho más de una vez, los discursos apocalípticos me provocan un cierto hartazgo, una sensación de déjà vu peligrosa y un pálpito de milenarismo romántico desagradable. La mayoría de los textos que leí insistían en la insostenibilidad a corto término del capitalismo por el rápido agotamiento de los combustibles fósiles (se calcula que en15 años quedará el equivalente al 15% de "energía neta" disponible, el llamado "Horizonte 15/15"), una insostenibilidad que no se puede subsanar con el uso de "energías renovables"; en la imposibilidad de mantener la lógica del crecimiento y la necesidad de apostar por el decrecimiento para amortiguar los efectos catastróficos previstos; y en la inevitabilidad del colapso sistémico. Casi todos los textos iban acompañados de argumentos, datos, afirmaciones e hipótesis nada descabelladas sino más bien razonables y plausibles.

Sin embargo, y pese a convenir en la insostenibilidad del modelo y la necesidad de acabar con la lógica del crecimiento y apostar por el decrecimiento, uno sigue sin acabar de ver claro que vaya a producirse un colapso general y absoluto del modo de producción imperante en un escenario apocalíptico que muchos juzgarían hermoso y hasta deseable.

Muchos años de marxismo le hacen a uno recordar las numerosas crisis cíclicas de las que ha salido victorioso el capitalismo mostrando una capacidad proteica que nunca se debe desdeñar. Asimismo, le viene a la mente la idea de la necesidad de la concurrencia entre condiciones objetivas y subjetivas para que pueda producirse un colapso sistémico o una revolución. Podría suceder que asistamos, por contra, a un escenario de lento declive sistémico y paulatina - o rápida - transformación que acabe dejando intactos los cimientos del modo de producción y salve, como siempre, de la catástrofe a una minoría mientras aboca a la muerte, al hambre o la pobreza a la mayoría de la humanidad: mas eso no es nada nuevo ni tiene nada de apocalíptico sino es al precio de olvidar que ha pasado en tantas ocasiones que, como de costumbre, el apocalipsis ya ha sido dejado atrás y ha llenado millones de fosas comunes, caminos, carreteras y campos.

Rescato un par de reflexiones que encontré:

"Por resumir el párrafo anterior, los autores citan que sus estudios sistemáticos contradicen la conclusión de Vallois (1961) de que entre los humanos "primitivos" "pocos individuos pasan de los cuarenta años y son muy excepcionales los que superan los cincuenta", y por supuesto la visión tradicional Hobbesiana de una vida "brutal, corta y horrible" del hombre "primitivo". Los datos muestran que las edades modales de la vida adulta están en el rango de 68-78 años entre los "salvajes", y esto sugiere que las inferencias sacadas por las reconstrucciones paleo-demográficas no son fiables, de hecho, como citan estos autores, la alta longevidad parece una característica nueva y generalizada en el "Homo Sapiens"
Continúan los autores afirmando que estudios recientes han encontrado problemas en la forma usual de estimar la presencia de adultos con edades avanzadas por los métodos de desgaste dental y ratios de adultos-jóvenes que hasta ahora han usado los paleontólogos"


"LA FIESTA HA TERMINADO

El propósito central de todos nuestros documentos de la serie Falsa solución, incluido este, es dejar sentado que este completo conjunto de supuestos por los que nuestras instituciones han apostado colectivamente, es trágicamente inapropiado, y solo sirve para retrasar, en un momento crucial, unos cálculos muy importantes que deben ser afrontados inmediatamente. Enfáticamente no estamos contra las innovaciones y eficiencias donde puedan ser útiles. Pero estamos contra la gran falsa ilusión de que estas pueden solucionar todos los problemas, y estamos contra la tendencia a ignorar los límites sistémicos inherentes que afectan al suministro de energía, el suministro de recursos, y la Tierra misma. Por ejemplo, las mayores predicciones tecno-utópicas de hoy, como el «carbón limpio», vía secuestro del carbono, y la «energía nuclear limpia», vía una nueva «4 ª generación segura de diseño de reactores», ya se han demostrado como poco más que fantasías salvajes de las industrias del sector energético, haciendo proselitismo de estas opiniones con los políticos a los que, en otros momentos, también proporcionan fondos para sus campañas. No hay una evidencia convincente de que el carbón limpio, todavía en el reino de la ciencia ficción, se consiga nunca. Muy probablemente ocupará el mismo panteón de fantasía tecnológica que la fusión nuclear, por no hablar del teletransporte humano. En cualquier caso, todos los argumentos en favor de un carbón limpio, aunque sea absurdo, siguen ignorando lo que sucede en los lugares de los que procede. Si visitaran  los Apalaches alguna vez, verían la actual desertificación por la eliminación de las cimas de las montañas, y sus ríos envenenados para obtener un carbón presuntamente pronto «limpio». La limpia energía nuclear presenta similares anomalías –actualmente no se contempla en ningún sitio una solución que esté cerca de ser práctica para el depósito de los residuos- incluso si los suministros de uranio no se estuviesen agotando tan rápidamente como los de petróleo. Hablar de la energía nuclear como «limpia» o «segura» es una clara señal de pánico mientras que, como a un vampiro, permitimos que se levante de nuevo de su tumba.
De acuerdo, sabemos que algún «progreso» tecnológico es útil, especialmente entre las energías alternativas renovables. Transformar el sistema hacia un muy promocionado y complejo mix de energías «renovables» como la eólica, la solar, la hidroeléctrica, la biomasa, la undimotriz y varias otras, ciertamente sería positivo y juntas podrían hacer contribuciones significativas, libres de muchos de los impactos medioambientales que han provocado los combustibles fósiles.
Pero como este informe explica de forma exquisita, por muy beneficiosos que esos cambios puedan ser, inevitablemente se quedarán muy cortos. Nunca alcanzarán la escala o capacidad de sustituir un sistema de combustibles fósiles que, a causa de su (temporal) abundancia y bajo precio, ha hecho adictos a los países industrializados a una juerga de producción y consumo en el siglo XX que nos ha hecho llegar, y a todo el mundo, a esta difícil situación. Como Richard Heinberg ha dicho tan elocuentemente antes, y usó como título de uno de sus libros más importantes, «la fiesta se ha acabado».
Así, esos suministros sin límite han resultado ser no tan ilimitados, o baratos, (o ya no eficientes), y nos ha dejado una única opción : afrontar la necesidad de una transformación sistémica a fondo de nuestra sociedad a una que enfatiza un menor consumo de recursos materiales y energía (conservación), menos globalización (enviando recursos y productos una y otra vez de forma derrochadora a través de océanos y continentes), y más localización que tiene incluidas eficiencias y ahorros por el mero hecho de ser una producción y uso local, y mucho menos procesamiento y distribución. Tales cambios deben combinarse con conseguir una población menor en todos los sectores mundiales, y el fomento de una evolución a valores personales, institucionales y nacionales que reconozcan (incluso celebren) los límites máximos de las capacidades de la Tierra, actualmente excedidos enormemente. Nada de esta visión ha contagiado los procesos de Copenhague, ni los del Congreso de los EEUU, ni los debates en los parlamentos nacionales; todo lo que este fuera de eso es solo una pantalla de humo corporativista, o pura negación de las realidades inminentes."

8 de enero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (08/01/2014)


El profiláctico filtraje de las noticias histéricas de los diversos medios al servicio de nacionalistas españoles y catalanes le ha dado a uno la suficiente cobertura como para reducir el vocerío navideño a tres o cuatro impresiones. De estas semanas navideñas cabría destacar:

a) en primer lugar la admisión, por fin, por parte del ínclito Artur Mas de que la secesión de Catalunya implicaría, automáticamente, la salida de la Unión Europea. Ha tardado mucho en reconocer una obviedad: ha preferido mentir en beneficio de la consolidación de la fuerza del movimiento, lo cual no augura nada bueno. Evidentemente, Catalunya debería pedir su ingreso no sólo en la UE sino, como ya advirtió en su momento Jaume Duch, en la ONU para no hablar de la OTAN en la cual, además, Catalunya debería ingresar con algún tipo de Ejército como queda claramente establecido en los principios fundacionales de la Carta del Atlántico Norte:
"'Para volver a entrar hay una serie de requisitos que usted no cumple el primer día', puesto que debe ser un Estado de las Naciones Unidas y conseguir el apoyo de dos terceras partes de su Consejo de Seguridad sin el veto de ningún país, tampoco de Francia, ha puntualizado.
Al preguntársele si Francia podría vetar a Catalunya, Jaume Duch ha respondido: 'No digo nada, pero los países son los que son". Además, debería lograr 28 acuerdos de los 28 gobiernos de los miembros de la UE en una conferencia intergubernamental de todos los países, las ratificaciones de sendos parlamentos y la posterior ratificación del europeo. "Si hubiera una voluntad universal eso sería posible, pero, sinceramente, no veo que sea una cosa tan sencilla o que sea para la mañana siguiente', ha alertado";

b) sostener, con todo, que seguiríamos en el euro (con menor poder todavía que el ya escasísimo que tiene Catalunya en el seno de España hoy día) es una nueva muestra de que el modelo del "Batustán" que tantas ampollas levanta en algunos secesionistas, no es ningún invento unionista ni españolista sino una posibilidad bien real fruto de la obstinación de Mas y sus asesores o, peor, de alguna que otra aviesa intención. Al menos, como ya dijo uno en su momento, la CUP es consecuente: independencia, Països Catalans y nada de Unión Europea ni euro;


c) la carta con la cual el president ha querido "internacionalizar" el conflicto no parece haber sido precisamente un éxito rotundo. Las prisas acostumbran a ser malas consejeras. Es probable que hubiera sido más razonable esperar antes de lanzarse a la plaza y cosechar de buenas a primeras la falta de respaldo de Francia, Alemania o, especialmente, Estados Unidos. Parece que algunos líderes secesionistas siguen creyéndose sus propias fabulaciones entre ellas la de que España no es reconocida como un estado democrático de pleno derecho, que las organizaciones internacionales reemplazarían con gusto a los vagos españoles por los laboriosos catalanes o que la correlación de fuerzas entre ambas parte es, más o menos, equiparable. Errores de bulto que pueden dar al traste con el proyecto (¿o es lo que, en realidad, como muchos siguen sosteniendo por aquí, pretende Mas?);

d) la anestesia que genera la toxicidad del discurso nacionalista sigue impidiendo movilizaciones y protestas que deberían activarse ante medidas como, por ejemplo, la espectacular subida - que en algunos casos ronda el 10% - del precio del trtansporte público en Barcelona: "Es normal, no tienen dinero. De algún lugar tendrán que sacar lo que España nos roba" le espetó a uno un comerciante el otro día a propósito del asunto. El nacionalismo dificulta hasta llegar a negar las reivindicaciones de los asalariados y, en general, de la sociedad civil en términos de derechos;

e) por otro lado, los editorialistas de El País se quejaban amargamente hace poco de la falta de serenidad y argumentación en el debate envidiando a escoceses e ingleses pero es que, en rigor, no hay tal debate, al menos fuera de Catalunya (y dentro se oye muy poco a unionistas y españolistas): o se ignora olímpicamente el reto secesionista o se lo menosprecia, de forma similar a cómo los secesionistas ignoran la existencia de facto del estado español.

7 de enero de 2014

Cartel para la próxima presentación de "Las vidas de las imágenes" en Barcelona


Este es el estupendo cartel que mi querido Ramon Alonso ha preparado para la próxima presentación de Las vidas de las imágenes en Barcelona. Una delicia: están todas las imágenes que son y son todas las que están. Será el segundo intento y esperemos que no siga el camino trazado por el primero.

5 de enero de 2014

El fantasma de Derrida (y V)


A principios de noviembre encontré en "La Central" la biografía sobre Derrida de Benoît Peeters que dio origen a esta larga nota. Como en su momento la de Didier Eribon sobre Foucault o la de Ott sobre Heidegger, uno no pudo resistir la tentación de gastarse los más de cuarenta euros que cuesta para saber más acerca del "ser humano" que fue Derrida y, sobre todo, para juzgarlo en relación a su obra tal y como en su momento realizó con aquéllos. Un juicio inevitable y necesario dado el tiempo de existencia que uno le ha dedicado y que también ha llevado a cabo con todos aquellos escritores destinatarios de cantidades ingentes de tiempo (además de los ya citados, T.S. Eliot, García Márquez o Tolkien, por ejemplo).

Es evidente que la razón de este pathos fundamentador tiene que ver con la evaluación del tiempo empleado de una manera que excede los aspectos profesionales o estéticos. La relación entre biografía, obra del autor y tiempo invertido por uno en su lectura afecta al "sentido" de lo ya perdido, a su valor para el que ha dilapidado fragmentos extensos de su existencia en sus palabras. Cierto es que la biografía siempre esboza una cara que no coincide con la multiplicidad heterogénea de cualquier vida pero los datos que aporta y las interpretaciones que de ellas hace el biógrafo son más una ayuda que un obstáculo incluso cuando cuando se trata de palmarias hagiografías. Y si nos encontramos ante uno que trata de no escatimar datos o detalles en beneficio de componer una imagen incompleta pero compleja y prudente del personaje como es el caso de la que realiza Benoît Peeters, la contribución es excelente.

Y de la aportación de Peeters surge un Derrida más cercano a Heidegger que a Foucault en la modesta valoración de uno. Si después de leer la hagiografía de Eribon y poniendo entre paréntesis algunas de sus afirmaciones o contrastándolas con las severas opiniones de, por ejemplo, Julia Kristeva, uno halló una proximidad reconfortante entre vida reconstruida, obra leída y experiencia propia que podría expresar con la frase "su vida estaba a la altura de su obra", cuando leyó la de Heidegger no pudo menos que pensar cuánta distancia había entre la belleza de su obra y la riqueza de su reflexión y la pobreza, banalidad y mezquindad que dominaron su actuación vital: no se merecía haber escrito Sein und Zeit. No diré que Jacques Derrida no se mereció escribir los textos que escribió pero no estuvo a la altura de ellos en más ocasiones de las que uno jamás había sospechado: en demasiadas. No es agradable acercarse al conocimiento de los intersticios de su enmarañada política institucional, a su búsqueda de nichos de poder para expander su corpus teórico y colocar a sus seguidores y amigos e incluso a él mismo en posiciones dominantes, a sus actitudes serviles en muchos momentos e interesadas en otros orientadas hacia la acumulación de capital simbólico, a la utilización a veces abusiva de las adulaciones y el compromiso de los otros a través de la lógica de los favores...

En palabras de Bernard Pautrat: "Más allá de lo que haya podido decir, Derrida alentaba a sus allegados a comportarse como discípulos y privilegiaba una forma de mimetismo... me costaba un poco soportar sus quejas incesantes: 'Si supieras... no tengo ni un momento para mí... etc.', cuando era evidente que él había hecho todo para construirse esa vida de agitación y gloria" (p400)

Sí, estuvo Mandela, la defensa de los escritores checos, su crítica a las diversas formas de totalitarismo, su voz inquebrantable contra los excesos imperialistas estadounidenses, etc. Sí. Mas uno jamás hubiera esperado pequeñas miserias, tan propias de Heidegger, como proponer que el orden de los autores de un volumen colectivo comenzara alfabéticamente a fin de privilegiar a su amante, Sylviane Agacinski, cuya primera publicación se valorizaría mucho más así. Y lo hizo transvistiendo su interés por medio de retórica deconstructiva:

"¿Se plantearon la pregunta sobre el orden de los textos en el volumen? Por mi parte, insatisfecho por cualquier elección que suponga una interpretación o una puesta en perspectiva, estoy fuertemente tentado por el orden alfabético de los autores, cuya arbitrariedad suspende la cuestión del orden semántico o sistemático. Y, además, de esta manera, comenzaría por el nombre menos 'público', cosa en la que veo muchas ventajas" (p327).

¡Por favor! Claro que veías muchas ventajas, Jacques, claro...

En fin... Con todo, seguirá siendo, siempre, uno de mis fantasmas preferidos...

3 de enero de 2014

El fantasma de Derrida (IV)


Preferí el fantasma pero al hacerlo siguió "presente" hasta el punto que, tras abandonar por segunda vez la Filosofía, esta vez renunciando a la investigación en la Societat Catalana de Filosofia y al proyecto de tesis sobre el postestructuralismo, seguí, sin embargo, leyendo y releyendo a Derrida. Y no sólo eso sino que a partir de él, por ejemplo, me embarqué en la lectura de Sein und Zeit de Heidegger, que me ocupó unos intensos siete meses en 1992, tarde sí, tarde también, aunque lo hiciera desde una posición más cercana al goce diletante que a otra cosa.

En 1993 se publicó Spectres de Marx, su tan esperado "cara a cara" con el marxismo. Nada más tener conocimiento de la noticia, encargué el libro a Francia y lo devoré en pocas semanas. Más de siete años rastreando en las elipsis y los márgenes de su escritura cuál podía ser la actitud "real" de Derrida respecto al todavía hegemónico discurso marxista se resolvían por fin: recuerdo que fue como leer una especie de ensayo policíaco que le dejó a uno satisfecho porque el desenlace final le situaba en ese lugar del espacio donde siempre había querido que estuviera.

Con todo, hasta el año 95 uno seguía considerándose "compañero de viaje" de la comunidad derrideana aunque no miembro de ella. Ese año llegó el turno de desplazarse definitivamente del estéril campo filosófico delimitado por las facultades de Filosofía barcelonesas al aparentemente lleno de posibilidades de la Teoría de la Literatura en la Universitat Pompeu Fabra. Al final se revelaría tan estéril, mediocre y festoneado de arbitrariedades, capillas, endogamias e incompetencias intelectuales como la práctica totalidad de las facultades de letras de las universidades españolas: salvo honrosas excepciones fruto generalmente del azar o de la puesta en marcha de un campus, la inmensa mayoría de las plazas docentes adjudicadas en letras son el resultado simple y llano del "dedazo" y han dado lugar a una castrada academia de pobrísima calidad. Mas ese es otro tema sobre el cual algún otro momento será preciso volver.

Entre 1995 y 2000 volví "académicamente" sobre Derrida (y otros autores): la domesticación de su pensamiento, la reducción de su heterogeneidad y el intento de pensar su obra como un "pensamiento de la complejidad" susceptible de entrar en diálogo con las teorías de la complejidad formuladas en los ámbitos de las ciencias sociales y naturales desde los años cincuenta, constituyó el núcleo de un trabajo de doctorado que no conoció mejor suerte que el cum laude de rigor y la incomprensión de unos filólogos que no entendían demasiado de Filosofía, por no decir nada.

En esa tesis se llevó a cabo un cierto ajuste de cuentas con Derrida: con su fantasma, con su modelo, con la ambivalente relación de admiración y sospecha, de entusiasmo y distancia, establecida y, también, con su omnipresencia. Leída y descartada cualquier posibilidad de ingreso justo (mérito, capacidad y publicidad) en la institución universitaria y ajustadas las cuentas con el francés bajo la especie de una domesticación de su pensamiento llegó el definitivo adiós a la Filosofía y a Jacques Derrida. No leí ninguno de los numerosísimos textos que publicó a partir de entonces y su muerte, en octubre 2004, aunque me sorprendió, me afectó menos, mucho menos, de lo que hubiera esperado y, en comparación, casi nada comparado con la noticia de la de Francesc J. Fortuny unos meses antes, en junio y de la que no supe hasta bastante más tarde.

1 de enero de 2014

El fantasma de Derrida (III)


No volví a ver en persona a Derrida hasta que, en Barcelona, en el "Aula Anthropos", impartió una conferencia de la mano de Cristina de Peretti. Era a principios de los noventa y uno era, ya, "derrideano" muy a su pesar. Trabajábamos, en una fantasmal Secció de Filosofía Social i Política de la Societat Catalana de Filosofia, junto a Lluís Prat, que había oficiado durante aquellos años como sumo sacerdote en Barcelona y algunos otros -no muchos- cuyo recuerdo he perdido.

Con Rais y la inspiración de Francesc J. Fortuny, por aquel entonces presidente de la Societat, habíamos fundado la sección y, tras un primer año (1990) en que Toni Domènech la presidió, de acuerdo con la inspiración marxista que toidavía profesábamos, en 1991 la incompatibilidad aparente entre marxismo y deconstrucción forzó un debate que saldamos con el ofrecimiento a Cristina de Peretti para que dirigiera durante el año siguiente la sección. En aquellos tiempos no era un problema que una Secció de la Societat Catalana de Filosofia del ilustre Institut d'Estudis Catalans estuviera presidida por una madrileña. O tempora o mores... Huelga decir que Lluís Prat fue el principal promotor de aquel cambio.

En ese año en que Cristina dirigió los trabajos, uno se convirtió en un "derrideano" integral y escribió un ensayo sobre la Introducción a las ciencias del espíritu de Dilthey que intentaba llevar a cabo, al pie de la letra, una rigurosa deconstrucción de la distinción entre ciencias del espíritu y ciencias naturales. No sé si lo conservo. Reescrito un par de años después en catalán y publicado con el título de "La subtracció infinita" más que oler "apestaba" a deconstrucción escolástica.

Mas a lo que iba. Cuando tuve otra vez a Derrida a pocos metros, hablando nuevamente sobre la ley, tampoco pude aprovechar el momento. La dinámica de la sección cada vez me interesaba menos y el furor de converso con el que había abrazado durante un par de años la deconstrucción se estaba desvaneciendo. Pudiendo haberlo conocido en persona y quizás haber asistido a la cena prevista, en cuanto acabó su intervención me fui: ni siquiera me quedé al debate. Obviamente, también confluyeron otros elementos relacionados con la vida personal que ahora no vienen al caso y que a uno le estaban alejando cada vez más de la reflexión filosófica. No obstante, lo cierto es que tras fabular durante años sobre cómo sería Derrida "en persona", cuando tuve la oportunidad de comprobarlo la dejé pasar: preferí quedarme con la fantasía, con la imagen, con mi fantasma.