24 de diciembre de 2014

Descanso


Hora de incrustar un pequeño paréntesis en este cuaderno para dedicarse a comer, beber y comprar, pues de eso se trata. De esto último se intentará conducirse con moderación. Nada puede, ni debe, prometerse respecto a los dos primeros elementos de la tríada sagrada. Se tratará de olvidar dónde vive uno, y rodeado de quiénes: se pondrá un dique en una de las corrientes de la vida cotidiana y se dejará espacio a otra. Nada cambiará en dos semanas pero uno necesita fingir, y creérselo, que es capaz de alejarse y extrañarse. Hasta entonces.

22 de diciembre de 2014

Uno recomendaría (15/12/2014-21/12/2014)

 

Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:


"Catalunya, Espanya, Violència i Mimesi (I)" de Jordi Ramírez:

"... Així doncs cal començar explicitant el meu punt de partida que no m’inclina gaire vers el nacionalisme: la meva assimilació personal de la història europea, l’assumpció (poc practicada a casa nostra) d’allò que suposà i ha de suposar el final del colonialisme, i allò que pugui conèixer del romanticisme europeu em fa sentir poca simpatia per la noció de nació, l’absència de la qual no crec pas que fes que la humanitat visqués pitjor..."

20 de diciembre de 2014

La temporada fantástica a punto de acabar: hay gente para todo (y II)


El teorema de Thomas sostiene que las definiciones de lo real, por muy imaginarias o contrafácticas que sean, tienen consecuencias reales. La eficiencia de lo imaginado, de lo construido, con independencia de su mayor o menor adecuación a lo empirícamente constatable por una comunidad de sujetos, es su eje. Este "teorema" que nos permite explicar el efecto de las construcciones más o menos imaginarias tanto en la mayor parte de las acciones religiosas como en las políticas (y aquí en Catalunya gozamos de un magnífico campo para la observación de ambos fenómenos) debería extenderse a prácticamente la mayor parte de la acción humana.

Así, el otro día mientras comentaba con Esther y Clàudia (Marc es del club)  - combatiendo su displicencia y hastío - mis buenos resultados en el Fantasy se entabló una conversación acerca de esta afición. Uno hizo el comentario de que debía de haber un Fantasy Quidditch y, efectivamente, comprobamos que existía una versión fantástica de ese deporte imaginario (con su guía para el Draft y todo) pero lo más sorprendente fue darnos de bruces, al poco, con una liga "real" y, lo peor, con sus videos de Highlights. Aunque el colmo estaba por llegar y fue hallar la versión más ortodoxa de este juego: el Muggle Quidditch pues, evidentemente, para los conocedores de la saga de Harry Potter, un Quidditch "sobre tierra" sólo puede ser la versión adaptada, por los muggles claro está, del juego. La rareza freakie y la risa dejaron paso, pronto, a la perplejidad y a la conveniencia de meditar un poco siquiera sobre tan extraños hallazgos.

Anoto que una de las reflexiones que no puede por menos de surgir, y en relación con el teorema de Thomas, atiende a una sospecha: más allá, o también junto a, las degradaciones, corrupciones y contaminaciones de los mundos de la vida tradicionales, ¿no estaremos, en estos tiempos, ante una ocasión extraordinaria para constatar la capacidad de producción de realidad de lo imaginario, su densidad, su facticidad, su empiricidad irreductible a los modelos tradicionales que separaban ambos espacios y los consideraban heterogéneos e impermeables entre sí?

Anudamiento entre imaginación y realidad, entre representación y hecho, entre mente y cuerpo.

¡Cuánto enseña el Fantasy Football!

18 de diciembre de 2014

La temporada fantástica a punto de acabar: hay gente para todo (I)



Este fin de semana, la temporada de Fantasy Football llega a su final. Uno decidió probar unas cuantas ligas en vez de las dos tradicionales, a medias por placer a medias por escapar de esta opresión de lo próximo, de lo cercano, y ha participado en siete con resultados aceptables hasta el momento. Gané una de College (futbol americano universitario), la primera liga que consigo, que acabó hace ya dos semanas ante gente experta y ducha en esta vertiente del delirio fantástico como el jugador y fotógrafo aficionado HG_Kuzmann (lo siento amigo). Al final, la ciencia pudo más que la experiencia y, siguiendo a los reputados analistas de este deporte virtual (como si esto fuera la Bolsa) sin conocer más que algún jugador y fiándolo todo a estadísticas, tendencias plausibles y comportamientos razonables, 186-160 al final. En las otras, la fortuna ha sido dispar. En la tradicional, a la que mi querido Paul Cahill me invitó ya hace un par de años, mal. Pero en las demás disputaré tres finales (una en Yahoo, una en Fleaflickr y una en NFL), una final de consolación (en NFL) y sólo en otra no he quedado entre los mejores.

Mientras uno practica el futbol fantástico, la semana pasada Marc y sus Búfals ganaron su quinto título consecutivo de Flag (dos Copas de Catalunya, dos Ligas de Catalunya y una Copa de España) en tres temporadas  - en las que tan sólo han perdido un partido de los más de treinta que han jugado - y debutó como linebacker (defensa de segunda línea) en la XII edición de la Copa Catalana de Futbol Americano en la que sólo pudieron ser cuartos (de seis o siete, no lo recuerdo bien). Quede dicho por contraste...

El asunto es que estas ligas no sólo vienen a cuento aquí  porque uno se lo pase bien, que también, pues es consciente de que a la absoluta mayoría de los lectores de este cuaderno esta rareza les importa un comino, sino porque ayer dio origen a uno de esos hallazgos que todavía no tengo claro si se trata de un síntoma más de la degeneración sistémica de los mundos de la vida occidentales laboriosamente construidos los últimos siglos o una muestra más de que la realidad no es que imite a la ficción, sino que se nutre de ella hasta tal punto de que las consecuencias e implicaciones del teorema de Thomas deben ser exploradas minuciosamente y ensanchadas para dar cabida no sólo a las creencias, en el sentido habitual del término, sino también a los delirios, las fantasías o las imaginaciones.

16 de diciembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (16/12/2014)


No hay nada de extraño en el hecho de que los diferentes grupos humanos, en sus distintas formas de agregación, desde el clan hasta el estado o la comunidad de estados, reescriban continuamente la Historia. Se puede ser más suave y hablar de reinterpretación, lo cual mantendría inalterado un nivel de acontecimientos históricos objetivos cuya interrelación, serialización o periodización sería el objeto de esas continuas interpretaciones. Con todo, mantener esta objetividad de lo acontecido históricamente no implica ignorar los fenómenos de reescritura, transformación e incluso falsificación o tergiversación que se dan continuamente con mayor o menor intensidad y de las que es probable que no haya conunidad humana dotada de escritura que se libre.

Tampoco resulta anómalo que los grupos más amenazados, inestables, en proceso de consolidación o de simple constitución, realicen con especial intensidad semejante tarea. Lo hicieron estados totalitarios como los nazis o el régimen bolchevique o comunidades como la tutsi o la serbia contemporánea, sí, pero también la mayoría de los estados democráticos en sus inicios: Alemania, Italia o Estados Unidos, y, en el pasado, comunidades como la cristiana, musulmana o judía para no hablar de los masones o los mismos ilustrados. El problema radica, como casi siempre, en los límites de este empeño: es decir, en los mecanismos de control que deberían imposibilitar al máximo las falsificaciones, cuanto menos su circulación y amparen un pluralismo que no se trueque en una bacanal del "todo vale" que iguale a Einstein con Mme. Blavatsky.

Catalunya no es una excepción. Desde las instituciones se insiste, redundantemente, en la historicidad de esta época. Un anuncio especialmente lamentable como mínimo estéticamente, que se emite a menudo con motivo de la conmemoración del Tricentenario (1714-2014), señala - sin el menor pudor heideggeriano - que "la Història ens convoca" ("La Historia nos convoca") y, añadiría uno, nadie puede excusar su no asistencia. Una celebración, por cierto, que recuerda bárbaramente a la definición de mito utilizada habitualmente y sistematizada, por ejemplo, por García Gual: "una narración o relato tradicional, memorable y ejemplar, paradigmático, de la actuación de personajes extraordinarios en un pasado prestigioso y lejano".

Ahora bien, esta apelación histórica desde las administraciones a "hacer historia" y protagonizarla y a narrar, explicar o describir de "otra manera" la historia de Catalunya, como se ejemplificó en el famoso congreso "Catalunya contra España", llega a límites difícilmente soportables en el caso del "Institut Nova Història" cuyas publicaciones tienen mayor difusión de la que uno hubiera pensado nunca en un país medianamente ilustrado como éste y cuyas afirmaciones se están consumiendo e incorporando a pasos agigantados en círculos cada vez más amplios y menos marginales. Entre las extraordinarias tesis que sostienen algunos de los que escriben y publican bajo su patronazgo, uno por decencia se niega a considerarlos historiadores, están la de que Cervantes era catalán, como lo era el original del Lazarillo de Tormes, algo semejante se aventura acerca de Erasmo e incluso Da Vinci (ciertamente esto último es una extrapolación propia) o que el descubrimiento y conquista de América fue una empresa catalana de la cual los castellanos se apropiaron posteriormente...

En fin. Esta nota debería haberse titulado "1984 en Catalunya".

P.S: Con particular sorna, la versión en castellano del artículo "Institut Nova História" de la Wikipedia contiene un resumen de sus "hallazgos" que dejo por aquí:

"El Instituto considera que la historia de Cataluña ha sido manipulada y tergiversada —«historicidio»— desde el siglo XVI para favorecer la construcción de un concepto de estado español alejado del «protofederalismo» de la Corona de Aragón y próximo al «supremacismo» castellano de la Corona de Castilla. Al disminuir el protagonismo de Cataluña —o de la Corona de Aragón— en la historia colectiva española a través de la falsificación, la ocultación y la censura —y la «apropiación»— de ciertos episodios históricos, se favorecía la prevalencia de la ideología castellana a la hora de construir la idea del estado español naciente. Bilbeny no se fía de los libros de historia, grabados, etc. datados del siglo XVI en adelante, porque sospecha que han sido objeto de la censura y la manipulación.


La principal tesis del Instituto es la catalanidad del Descubrimiento de América, afirmando que Cristobal Colón era catalán y que en realidad se llamaba Joan Colom i Bertran, nieto del fundador del primer banco público del mundo y antepasado directo del actual presidente de la Generalidad, Artur Mas. El hijo de Joan Colom sería Erasmo de Róterdam, cuyo nombre auténtico sería Ferran. Toda la gesta del descubrimiento y la conquista habría sido hecha por catalanes, que serían los únicos que viajarían a América hasta 1518: Hernán Cortés en realidad era Ferran Cortès, un noble catalán, al igual que Francisco Pizarro, que en realidad sería Francesc Pinós De So i Carròs, y Diego de Almagro, cuyo nombre real sería Jaume d'Aragó-Dalmau; los barcos de Colon habrían salido del puerto de Pals y no de Palos; Amerigo Vespucci era en realidad Aymerich Despuig y era el cosmógrafo catalán de Colón; etc.

Otra de las principales tesis del Instituto es la catalanidad de gran parte de la literatura castellana de los siglos XV y XVI. Así, Miguel de Cervantes sería en realidad Joan Miquel Servent, natural de Jijona, y el El Quijote sería una mala traducción del original en catalán, El Quixot; original que habría sido destruido por los castellanos. También La Celestina y El lazarillo de Tormes, esta última obra sería de Joan Timoneda, habrían sido obras escritas originalmente en catalán, luego traducidas en Castilla y los originales destruidos. Garcilaso de la Vega en realidad sería Galceran de Cardona; Quevedo habría plagiado parte de su obra poética al rector de Valfogona; y santa Teresa de Jesús habría sido Teresa Enríquez de Cardona, abadesa del Monasterio de Pedralbes durante treinta años.

Otra de las tesis defendidas por el Institut Nova Història es la catalanidad de Miguel Servet, llamándolo «catalán universal», afirmando que «Vilanova de Sixena» era una «población catalana de administración aragonesa». Han llegado a insinuar que Miguel Servet era padre de Miguel de Cervantes («Joan Miquel Servent», según el Instituto).

Una de las últimas tesis defendidas por el Instituto afirma que Leonardo da Vinci era catalán, lo que explican en el documental Desmontando a Leonardo. Según los investigadores del instituto, la Gioconda sería Isabel de Aragón y las montañas que se ven al fondo del cuadro, serían las de Montserrat; el escudo de da Vinci sería muy similar al de la «casa real catalana»; el genio habría «naci[do] en realidad en alguna localidad cercana a Montserrat, como Manresa, Vich o La Garriga»."

15 de diciembre de 2014

Uno recomendaría (08/12/2014-14/12/2014)



Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"El muerto:" de David González.

"Joder. Vaya mañana. A la una y media de la tarde teníamos que recitar en cierto bareto Craig Williams, poeta escocés afincado en Gijón, Alejandro Mallada, una de las voces más prometedoras de la joven poesía actual aunque, como a mí, no nos conozcan en casa ni a la hora de comer. El caso es que la camarera del bar no tenía ni idea, el dueño del bar no iba hasta por la tarde, no había ni un cartel ni nada en la puerta, así que a tomar por el culo, nos abrimos de allí cagando leches, eso sí, después de tomar una pinta de Paulaner..."...


12 de diciembre de 2014

De castas


La campaña de acoso a Podemos en los medios de comunicación, en especial en los afines a la órbita filosocialista, es tan virulenta que cuesta aplacar la simpatía compasiva por el atacado aunque no sea santo de nuestra devoción: es lo que tiene la observación desapasionada de la inquina.

El otro día Félix de Azúa, que nunca ha gozado de las simpatías de quien escribe en su calidad de pensador (sic) aunque le merece mejor valoración como novelista, realizaba en El País una demoledora y acertada crítica de la "casta" que nutre las filas de los cuadros dirigentes de Podemos y sobre la que estos guardan un sospechoso silencio: la de los profesores universitarios. Totalmente pertinente, adecuada y razonable, su exposición encuentra, sin embargo, una objeción fundamental al rosario de motivos para desconfiar de los chicos de Pablo Iglesias que aduce Azúa y tiene, como su diatriba, un carácter absolutamente falaz: es una objeción tan ad hominem como la suya pero pese a serlo no puede ser pasada fácilmente por alto como no lo puede ser su artículo. ¿Por qué cuando el señor de Azúa disfrutó del corrupto régimen endogámico de la Universidad española - que acoge a la absoluta mayoría de profesores universitarios del ramo de las llamadas Humanidades o Ciencias Sociales sin apenas excepciones - no emprendió la misma feroz crítica que ahora realiza?

Recordemos su currículum universitario según Wikipedia: "En los años ochenta inicia la docencia universitaria, primero en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Zorroaga (San Sebastián), dependiente de la Universidad del País Vasco, y luego en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña, donde en 1993 obtiene por concurso la plaza de catedrático en el área de conocimiento de Estética y Teoría de las Artes" (por concurso...)

10 de diciembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (10/12/2014)


La visita del presidente del gobierno español la semana pasada a Barcelona no es que pasara desapercibida: es que fue clandestina. No es extraño que algunos de los secesionistas más entusiastas hablaran al respecto de una nueva muestra de la quiebra del estado en Catalunya como ya hicieron en su momento con la pseudo-consulta que publicitaron, eficazmente eso sí y con la inestimable ayuda de los patriotas españoles siempre prestos a atizar el incendio de la ruptura de la indisoluble patria, como una desobediencia en toda regla, algo cuando menos discutible. En todo caso, fue una fantasmagórica visita que volvió a mostrar que la estrategia de los conservadores españoles para con el desafío secesionista sigue tan inflexible y poco atenta a la evolución de los acontecimientos como la de Estados Unidos en Vietnam o la de la Wehrmacht en Rusia: y ya sabemos como acabaron ambas.

El hace años admirado por uno Josep Fontana, uno de los patriarcas de los que éramos aprendices de profesionales de la revolución, en un rapto de sentido común que ha pasado tan desapercibido como cuando Duran i Lleida afirmó lo mismo hace unos días, señalaba en una entrevista en Vilaweb, el periódico digital de mi querido Vicent Partal: "La independència es pot aconseguir o per la força o per la negociació. Força no en tenim. Negociació? Fer-se il·lusions que avui algú en un govern de Madrid és capaç de concedir-nos això em sembla bastant difícil. En tot cas em sembla que serà una lluita que serà llarga. A mi l'aspiració a la independència em sembla totalment justa i legítima. Ara, em sembla que és difícil (...) em preocupa que l'entestament a presentar el resultat com una cosa que es pot aconseguir a curt termini acabi desmoralitzant... és una lluita molt llarga. No és de fa sis o set anys, sinó de cinc-cents. " ("La independencia se puede lograr por la fuerza o mediante la negociación. Fuerza no tenemos. ¿Negociación? Hacerse ilusiones que hoy alguien en un gobierno de Madrid es capaz de concedernos eso me parece bastante difícil. En todo caso me parece que será una lucha que será larga. A mi la aspiración a la independencia me parece totalmente justa y legítima. Ahora, me parece que es difícil (...) me preocupa que la insistencia en presentar el resultado como algo que se puede lograr a corto plazo acabe desmoralizando. .. es una lucha muy larga. No es de hace seis o siete años, sino de quinientos").

Esté uno o no de acuerdo con su reinterpretación de la historia moderna y contemporánea, sus prevenciones contra el entusiasmo compraparaísos en el que están instalados buena parte de los secesionistas y los medios adictos al Nuevo Régimen, deberían ser tomadas en cuenta por aquellos que, en el movimiento, saben de lo poco favorable que es, ahora, la coyuntura internacional: "vísteme despacio que llevo prisa" es algo que deberían tener presente. Claro que, entre los tenderos del mercado de Gràcia que frecuento, este mensaje es entendido como derrotista: creen a pies juntillas, con esa falta de perspicacia que define la actitud religiosa, en las palabras de su president que les asegura que estamos a las puertas del cielo (el mismo, por cierto, que ése de Pablo Iglesias...)

8 de diciembre de 2014

Uno recomendaría (01/12/2014-07/12/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"El monetarismo colaborativo" de Rais Busom.

"14.370.940.163.934 no es el número de teléfono de una centralita, es la deuda de EEUU en dólares. La mayor del mundo. Nada menos que el 34% de la deuda planetaria. Se dice, se comenta, no sin cierta pesadumbre, que se ha intensificado la guerra de divisas mundial. Ya no se trata de una devaluación competitiva, se trata de la apreciación agresiva del dólar contra las monedas de los países emergentes"...

7 de diciembre de 2014

"La sal de la tierra"


El viernes, después de un verano en el que volvimos a frecuentar las salas de cine con acierto desigual lo que nos llevó a inhibirnos todo el otoño (por ejemplo, la ingeniosa y artificial Shirley o El secuestro de Houllebecq, sólo apta para los incondicionales del escritor francés como el que escribe), vencimos la pereza y el cansancio para ver La sal de la tierra, el documental de Win Wenders sobre la vida y la obra de Sebastiâo Salgado. Una vez más, como con El amigo americano, El estado de las cosas o incluso la celebrada Paris, Texas, la obra de Wenders le dejó a uno insatisfecho. Es una costumbre que hay que poner, evidentemente, en mi debe como espectador pero que no cesa de encontrar argumentos para reforzarse. Esta vez no fue una excepción pese a que se haya quedado menos corta que las anteriores y la decepción no ha podido cubrir por completo la obra.

De esta desigual pieza, retener el vigor del horror retratado por el brasileño en Etiopía durante la hambruna del 84 y en Ruanda durante los tiempos del genocidio, espléndidamente recogidos por el alemán, y el peso, todavía, de algunos clisés del pensamiento "progresista" como cuando, tras describir el contacto con una tribu amazónica, concluyen Wenders y los Salgado (padre e hijo, este último co-director de la película), que sus miembros viven en el "paraíso". Todo tan políticamente correcto que algo chirría cuando Sebastiâo explica que uno de los habitantes le ruega encarecidamente que le regale su cuchillo. Como cuando en Star Trek II: La ira de Khan el comandante Kirk desmonta argumentalmente la presunción de Dios de ser tal con su demoledora pregunta "¿Para qué quiere Dios una nave espacial?", este desafinado, que no es otro que el de la impostura del "buen salvaje" y la mistificación romántica del retorno a lo primigenio, se delata en la necesidad imperiosa de preguntarse "¿Quién necesita un cuchillo en el paraíso?".

5 de diciembre de 2014

Ilustraciones?


Recomendaba uno el lunes una reflexión de Jorge Riechmann acerca de la necesidad de una segunda Ilustración que ensanchara el espacio de la primera. Nada que objetar a la ampliación de los fines, principios y prácticas de una racionalidad que aspire a la emancipación como ideal máximo. El problema es que, como decía el viejo Habermas - y nosotros nos reíamos de él en nuestros años de insolencia universitaria de la mano de "nuestro" Marx pasado por Derrida -, la primera Ilustración, la enunciada en el s. XVIII y sistematizada por Kant, no es sólo un proyecto inacabado por necesidad teórica sino también por falta de realización histórica. Es decir, no es sólo que la Ilustración deba seguir vigente como proyecto porque su formulación temporal deja suficiente espacio para ser ampliada y enriquecida (o empobrecida según se mire, recordemos los efectos nefastos del racionalismo positivista a ultranza) sino porque la Humanidad, en su absoluta inmensa mayoría, no ha llegado ni a acercarse a los rudimentos del empeño ilustrado: vive muy lejos del sapere aude, anclada en una "culpable minoría de edad" y sin especial interés en hacerse dueña de sí misma. ¿Cuántas personas hay en ella que deseen - y lo logren más o menos habitualmente - servirse de su entendimiento sin la guía de otros?

La actualidad de la Ilustración, de la primera, es el resultado de su incumplimiento: es una promesa que debe regir nuestra acción porque permanece en el horizonte, irrealizada, como esperanza y condición de ulteriores logros.

2 de diciembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (02/12/2014)

 

Si uno observa con la mayor distancia posible, desapasionadamente, el proceso secesionista desde el corazón del barrio de Gràcia la conclusión parece clara: más pronto que tarde Catalunya será un país independiente. No es, desde luego, una conclusión inductiva apoyada científicamente. Es sólo una sensación. Algo en el ambiente que se percibe, casi diría se siente  - incluso "se toca" -, en las formas, las conversaciones, el idioma y sus usos, los anuncios, los rótulos, los actos públicos o los símbolos y también en las personas, en la fuerza de su convicción nacionalista y patriótica, tan poderosa como la que evocábamos en los ochenta para hablar del irreductible Gohierri vasco o del condado de Armagh irlandés. Es un juicio literario sí pero puede apoyarse en un hecho aparte de las percepciones del que escribe: en el masivo voto secesionista del barrio. No es algo que a uno le entusiasme pero tampoco le deprime ni le asusta: está ahí, parece normal, inevitable y "comme il faut" y dado que no se trata, en sentido estricto, de un pueblo, parece que la versión más tolerante y menos etnicista del secesionismo que domina en él, al menos públicamente, sería la triunfante en la futura Catalunya. Se espanta uno después, con el servilismo partidista de los medios, con las políticas culturales y sociales del Govern catalán y, especialmente, con las noticias que llegan desde los núcleos de población ajenos al área metropolitana.

El problema de esta evidencia desdramatizadora que a uno le acompaña desde hace semanas es que esta semana acudí al barrio del Carmel para comprar, con Marc, algunos aditamentos para la temporada de futbol americano y allí la percepción de otra Catalunya, de otro país diferente, anclado en el tiempo, es decir, no dirigido ineludiblemente hacia una nueva época y un "nuevo" (sic) país, te inunda con rapidez. No es sólo que no se oiga a casi nadie hablar catalán, o que haya pocas banderas o pocas pintadas: es que uno tiene la nítida e indudable impresión de pasear por una de tantas calles de cualquier ciudad española... Insólito.

A la luz de la coexistencia de estas dos "realidades", quizás la esperanza de algunos "expertos" españoles en que el proceso secesionista derive en un enfrentamiento entre catalanes, como en su momento sucedió en Euskadi, y sea fácilmente manipulable no carezca del todo de fundamento. Hay estados de cosas que lo harían posible. Ahora bien, que esta lucha interna llegue a darse creo que dependerá de que la hegemonía del movimiento secesionista deje de estar en manos del ala menos etnicista y más pragmática (aunque sé que muchos de mis amigos creen que todos los secesionistas son etnicistas y xenófobos todavía uno se resiste a no pensar que se trata de una generalización visceral y simplista). Sólo su radicalización, siempre en ciernes, depararía ese escenario.

Evidentemente, otra cosa es qué pasará cuando Catalunya sea independiente y en eso no se debe ser demasiado optimista...

1 de diciembre de 2014

Uno recomendaría (24/11/2014-30/11/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"Sobre la necesidad de una segunda ilustración o una tercera según echemos las cuentas" de Jorge Riechmann.

"Si el objetivo de la primera Ilustración europea de los siglos XVII-XVIII -movimiento cultural y social que sentó el principio de que los seres humanos nacen esencialmente libres e iguales- era conseguir la paz entre los seres humanos, el de la segunda sería lograr la paz entre"...

La interminable tarea de someter a crítica la pedagogía progresista


La pedagogía "progresista" es transversal: atraviesa de cabo a rabo el "pensamiento" (por llamarlo de alguna manera) educativo de la izquierda realmente existente y el del neoliberalismo. Es un auténtico paradigma que acoge en su interior interpretaciones aparentemente opuestas pero, en realidad, solidarias y objetivamente confluyentes. El otro día, en La 2, mi querido Felipe de Vicente se las tuvo con una representante de este rancio modelo en un debate en el que, de nuevo, el sentido común y la apelación a la realidad observable empíricamente hubieron de vérselas con la jerga, la teoría y la contrafacticidad en nombre de la superioridad del ideal y la marcha de la historia...

El debate, especialmente interesante a partir del minuto siete, aquí.

28 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (28/11/2014)


El martes Moisés reveló el plan de la Divina Providencia para Catalunya. Se acabó la relativa calma, la resaca del 9N. Ha durado poco pero el Movimiento necesita alimento continuo para sostener su dinámica y generar presión, mucha presión. Tanta como está recibiendo el pobre Oriol Junqueras para que se plegue al juego del President y abjure de todo lo que no sea el sacrificio ante el Altar de la Patria. No tiene muchas opciones. En pocas semanas y gracias sobre todo a la torpe actuación de la derecha española, los medios de comunicación nacionales y "los otros", los de allende el Ebro, le han dado la vuelta a la tortilla y transformado la percepción social de un líder amortizado y agonizante en un Conducator rampante que ningunea a un político del que se ha servido y se seguirá sirviendo. A uno le da una cierta lástima Junqueras que siempre le ha caído bien: preso entre los intricados laberintos constituidos de un poder de décadas y sus servitudes patrióticas, se ha quedado sin margen de maniobra y su "nuevo país social y limpio" se quedará en "nuevo país". Hasta ICV y las CUP se han desmarcado del "abrazo del Oso". Ya veremos hasta cuándo.

Lo peor del camino trazado por el president no es que un político cínico devore a uno ingenuo sino que el secesionismo, cobijado bajo un liderazgo carismático, incrementará hasta el paroxismo la presión en los próxomos dieciocho meses. Lo confieso, uno tiene la impresión de que esto puede ser terrible. Antes del "solteros contra casados" del 9 de noviembre no quise participar, en la medida de lo posible, en el cultivo del clima enrarecido en el que se quiso envolver el asunto desde algunos lugares y rehusé hablar de la "presión" que algunos secesionistas ejercían. Hoy, como tantas veces a destiempo y antes de que comience el siguiente acto de esta opereta que es la "Nueva Edad", vale la pena dedicarle unas líneas con la mayor ecuanimidad, y distancia, posibles.

A finales de octubre, una tarde, sonó el interfono. "Som de la campanya del SI-SI. Què ens pot obrir?" ("Somos de la campaña del SI-SI y venimos a informarle. ¿Puede abrirnos?"). Como vi después, eran dos señoras con indudable aspecto de maestras. Dado que había resuelto no responder por cuestiones estéticas (no abro nada más que al cartero y no acepto que nadie venga a darme la paliza a mi domicilio particular) y también éticas (¡váyase usted a saber qué uso hará una entidad privada de mis datos!), respondí, y era cierto, que no me iba bien en aquel momento. No me ofrecieron alternativa alguna (por suerte) y se despidieron secamente. Miré por la ventana y vi cómo apuntaban algo (¿qué?) en una hoja que guardaban inmediatamente después en una carpeta. Podría ser insignificante. Tal vez la inscripción ni siquiera tenía que ver con el que escribe pero una sensación de incomodidad y cobarde arrepentimiento ante la posibilidad de ser señalado me dominaron durante un buen rato: resultó, no puedo negarlo, desagradable. Fue un efecto más de la presión exasperante a la que algunos, y remarco este "algunos", secesionistas quieren someter a la población "no afecta" a la causa.

Peor les fue a otross en algunos pueblos en septiembre y octubre. Tres amigos, dos que viven en el interior y uno cerca de la costa, éste por correo electrónico y pidiéndome que mantuviera su anonimato si decidía utilizar su experiencia, me relataron en su momento ejemplos parecidos de una presión que, en algunos momentos, podría rozar la coacción. Uno me explicó que un cliente, ante su falta de entusiasmo por la votación del 9, le dio a entender que su negocio no prosperaría con esa actitud y que tendría "que hacer las maletas" si no "estimava la nostra terra". Otro, personaje público en su pueblo, me contó que debía ocultar su desapego a la causa buscando mil y una excusas para evitar "significarse", "distinguirse" y, con ello, ser "señalado" como "no-secesionista" ante el 11 de septiembre, en diversos actos que se organizaron posteriormente y en la campaña de preparación de la consulta. El tercero, tres cuartos de lo mismo: me confesó sentirse intimidado y haberse recluido en el silencio por miedo a ser considerado un "españolista" y padecer represalias laborales.

Son casos aislados en el conjunto de Catalunya puesto que el peso de una gran ciudad como Barcelona, donde es difícil saturar el espacio público, puede compensar sobradamente esta presión. Pero si la extraemos de la ecuación, y también a los municipios del "cinturón rojo", la cosa podría no ser tan tranquilizadora.

De momento, aunque el horizonte no se albire esperanzador, hay que decir, en honor a la verdad, que la presión que uno experimenta proviene ante todo de sus lecturas, por muy intempestivas que sean, de los medios. Mis amigos secesionistas me dejan en paz y, de hecho, ni me han preguntado siquiera si voté o no. Saben de mi escaso, por no decir nulo, patriotismo y de mi rechazo al nacionalismo en el cual no puedo dejar de ver mucha religión y un riesgo totalitario excesivo pero siempre se han avenido a discutir y argumentar de forma respetuosa. Últimamente ya no sucede pero cree uno que es más bien por salvaguardar nuestro afecto en la discrepancia: sabemos tolerarnos y queremos preservar un espacio de interacción a salvo de la actualidad política. De hecho, pondría la mano en el fuego por ellos en el caso de que hubiéramos de habérnoslas con un triunfo de los etnicistas y totalitarios.

26 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (26/11/2014)


Hace unos días Clàudia fue a cenar a casa de una amiga. El padre de ésta, Catedrático de Universidad de los "nuestros", es decir, con pocas publicaciones (prácticamente ninguna en revistas internacionales de calidad), escasas aportaciones científicas en el ámbito de las Humanidades y plaza conseguida "a dedo" sin competencia (uno se documentó en su tiempo, años ha), le preguntó si había votado en el remedo de consulta del 9N. Fue, probablemente, chafardería más que otra cosa pero provocó un debate sobre la secesión que a Clàudia le pareció frustrante por la debilidad argumentativa exhibida, la asunción acrítica de tópicos y la imposibilidad de llegar a conclusiones y acuerdos que no fueran la adhesión incondicional a la causa secesionista, algo que todavía no tiene del todo claro. El Catedrático en cuestión, votante de izquierda y "comprometido", que posee varios inmuebles en barcelona y casas en Catalunya y goza de una posición económica muy desahogada, afirmó como principal razón de su secesionismo actual que "els catalans no ens hi trobem bé a Espanya" ("los catalanes no nos sentimos bien - o a gusto - en España"). A Clàudia le sorprendió el uso de esta expresión, oída repetidamente en los medios de comunicación nacionales - es casi un trending topic - en una persona que suponía (¡ingenua!) dotada de un cierto acervo cultural y alguna (poca o mucha) autonomía de juicio. Pero todavía se asombró más ante la repetida insistencia en el uso del plural ("els catalans volem, els catalans som", etc.) y la negativa a poner entre paréntesis que el hecho de que participaran en la votación 2,3 millones de residentes en Catalunya no es, mal que pese, la mayoría absoluta de "los catalanes": ante sus objeciones, hubo incluso un conato de enfado e incluso el reproche de "Però tu ets fatxa? Ets espanyolista?" al que respondió con una sonora carcajada que, afortunadamente, concluyó la polémica.

Valga como anécdota elevada a categoría de ejemplo de que cada día es más difícil hallar vías de diálogo con los secesionistas. Supongo que la actitud del gobierno español no ayuda y exacerba la poca disposición a llegar a acuerdos que el discurso nacionalista, fundamentado sobre el entusiasmo y la ilusión, no sobre la racionalidad, tiende a mostrar siempre en todo lugar. El problema es que, si hubo alguna vez espacio público donde dirimir el conflicto, hoy día ha desaparecido casi por completo y esta aniquilación ha llegado, también, al ámbito privado. Uno tiene la impresión de que, más pronto que tarde, sólo se podrá ser patriota o españolista-facha: no está el horno para matices en estos tiempos "históricos".

P.S: Entre otras perlas brindadas por el ilustre Catedrático, sus encendidos elogios a la astucia del president Mas que "ha enganyat els espanyols" y que "ens portarà a la independència" tienen su qué si uno piensa que hace unos quince años calificaba al mismo Mas y a sus compañeros de CiU de "panda de botiflers"...

25 de noviembre de 2014

Uno recomendaría (17/11/2014-23/11/2014)

 

 Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"Podemos o la política fast food" de Alberto Royo.

"Nadie puede negar que el fenómeno Podemos presenta un indudable interés, aunque sea desde el punto de vista sociológico. Que un partido sea capaz de poner nervioso al establishment político y que "obligue" a los partidos tradicionales a simular una actitud regeneracionista que, francamente, no cuela, resulta, como mínimo, simpático. Por eso me alegré y me alegro de la irrupción de Podemos, un partido al que no voté ni votaré, entre otras cosas por la poca confianza que me inspiran sus principales dirigentes y por la nula esperanza de que su objetivo sea demoler el sistema de partidos sino participar del mismo fingiendo que el mero paso por un taller de chapa y pintura lo convertirá en algo diferente y, eso sí, liderándolo (en otras palabras, mandando)"...


24 de noviembre de 2014

A vueltas con Podemos (y II)



Respecto a la segunda objeción de Jaime. En primer lugar, aceptemos "marxismo como animal de compañía": sabemos que no hay tal "marxismo" más que en las modelizaciones teóricas que se realizan en función de determinadas exigencias discursivas pero puede, razonablemente, describirse un objeto conceptual semejante del mismo modo que puede hacerse con el "psicoanálisis" o el "cristianismo" con arreglo a ciertas finalidades a sabiendas de que, de hecho, es una idealización.

En esta idealización podría identificarse, por ejemplo, un núcleo duro de la doctrina marxista articulado en torno a lo que antiguamente se conocía como el contenido "científico" del marxismo: el materialismo histórico. Y, especialmente, alrededor de principios como que el ser social precede a la conciencia, que la lucha de clases es el principal actor de las transformaciones históricas o que la interacción conflictiva entre fuerzas y relaciones de producción es la responsable de las condiciones objetivas de cualquier posible cambio político. Evidentemente, aquí ya reinterpretamos un marxismo del que ha desaparecido la escatología porque hablamos de "transformaciones históricas", no de "evolución" o "progreso", o de "interacción" en vez de "dialéctica" y en eso no somos muy fieles, precisamente, a buena parte de la tradición constituida. Mas al hacerlo también evitamos fórmulas como las del fabulador Althusser y su "la historia es un proceso sin sujeto" o toda la jerga dialéctica que hoy resulta difícilmente digerible para nuestros estómagos apacentados. Bien. Este "marxismo" falta en Podemos, hasta donde uno sabe, y ha sido sustituido por el énfasis en las condiciones subjetivas, en la voluntad de los asalariados y en la transversalidad interclasista. Este "giro" recontextualiza análisis y propuestas al despegarlas del ámbito objetivo y vincularlas al subjetivo con lo que algunas de las pretendidas soluciones expuestas por sus portavoces (como las propuestas respecto a la renta mínima garantizada) podrían pasar de respuestas radicales y transgresoras a respuestas-parche que pueden ser rápidamente reasumidas por lo que ellos, y todavía algunos de nosotros, llamamos "el sistema" (¡qué resto atávico!). Por ejemplo, la renta mínima garantizada que, desde el lado de la ilusión y la voluntad de lo subjetivo, parece una medida justa y generosa podría trocarse, desde el lado objetivo, en una política general de subsidios que empobrece, embrutece y encadena aun más a los dominados como puede observarse en el mundo anglosajón. O, peor, esta desatención a lo objetivo puede conducir a participar directamente del paradigma de los dominadores, como es el caso del modelo educativo que dicen defender y que tan buen servicio presta a la reproducción de la estructura social en nuestras sociedades.

Y es que ignorar las condiciones objetivas, o pasar por encima de ellas, para incidir en el lado de las subjetivas, de la voluntad, puede ser peligroso y contraproducente. Al hacerlo, la acción ha de anclarse más en la ilusión y en el entusiasmo que en la racionalidad, la prudencia y el sentido común atizando, voluntaria o involuntariamente, los elementos escatológicos à la Bloch, hasta equipararlos a los religiosos. De este espíritu escatológico, además, es muy probable que se retenga no la docta spes, la esperanza fundada, el inacabamiento constitutivo de lo material y lo humano o la promesa siempre diferida del Sumo Bien, sino su otra cara: la esperanza compulsiva, el anhelo de la llegada inminente del paraíso humano a la tierra o el triunfo del Bien Absoluto deben exhibirse y orientar la conducta para mantener viva la ilusión y alimentar el entusiasmo. Pero, como nos ha mostrado la Historia repetidas veces, de la fiebre y el fervor al Gulag, el campo o el Lager, hay muy poco camino (metafóricamente hablando).

Así, aunque desde un punto de vista reformista (que no es poco, ni debe ser descartado precisamente en nombre de la utopía), Podemos llegue a suponer una cierta esperanza de regeneración del espacio público de las democracias administradas, si va más allá y se contempla  - y es contemplado - como el vehículo mediante el cual se producirá una transformación en profundidad del modo de producción y distribución económico imperante y, consecuentemente, de la organización política actual, cabe ser pesimistas y cautos.

Sigue uno prefiriendo al cenizo Harich y su marxismo adelgazado, escuálido, que se aviene más con la vertiente objetiva y el peso, la gravedad, de las fuerzas y relaciones de producción, las luchas de clases, con la prioridad de la carestía, la necesidad y la solidaridad frente a la abundancia, el progreso y "el cielo prometido" y con la exigencia teórica y moral de desconfiar de lo utópico, que a los cantos de sirena sobre un nuevo cielo conquistado en un nuevo amanecer: "El análisis de realidades, y no la fabulación de proyectos de futuro, es lo que distingue al socialismo marxista del utópico"("Marx a la vinagreta picante").

22 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (22/11/2014)



Viendo la atención que los medios de comunicación españoles han otorgado a la entrada en prisión de la tonadillera Pantoja y a la muerte y al entierro de la aristócrata Cayetana no es de extrañar que tantos catalanes quieran irse de España: esa parece una razón de más peso que otras de las que se arguyen.

Lo cierto es que sólo por una cuestión estética estaría plenamente justificado su deseo: hasta uno también ha llegado a sentir, en estos días, la urgencia de una Declaración Unilateral de Independencia como el pobre Junqueras al que, por cierto, le espera un Via crucis injusto mientras que el "astuto" Mas gana tiempo para sus enredos...

21 de noviembre de 2014

A vueltas con Podemos (I)

 
Jaime, un lector, según sus palabras, reciente le reprocha a uno, amablemente eso sí, las críticas a Podemos que contrastan, hasta donde ha podido leer de este cuaderno, con lo que considera un inexplicable silencio acerca del PP. Asimismo, señala que le parece que uno incurre en una flagrante contradicción al achacarle, al partido en cuestión, una "falta de marxismo" como justificación de la distancia que uno mantiene para con él mientras que, al mismo tiempo, en su observación crítica del  pasado miércoles rechazaba su escatología marxista. Sólo le falta preguntar "¿en qué quedamos?" antes de proceder a una prolija argumentación acerca de las virtudes de la joven formación que merecerían un largo y minucioso comentario para el que hoy uno no tiene tiempo, ni ganas. Lo dejo para otra ocasión. No obstante, vale la pena intentar aclarar los dos puntos que inician su correo porque para aquellos que desconozcan mis intentos de tomar posición en los últimos años las afirmaciones sobre la nueva formación parecen, efectivamente, contradictorias (espero poder demostrar que no lo son: no ama uno, precisamente, las contradicciones aunque sepa de su inevitabilidad).

Respecto a la primera objeción: es cierto que en este cuaderno uno pierde la mayor parte de su tiempo en la crítica vigilante de las opciones "de izquierdas" por llamarlas de alguna manera. De mis escasas simpatías por las opciones autoritarias conservadoras (como respecto a las autoritarias "progresistas") no puedo aducir demasiadas pruebas pero sobreentiendo que, en la continua lucha de muchos otros contra los totalitarismos y las tentaciones totalitarias disfrazadas bajo ropajes democráticos o populares, si uno escarba un poco en los textos que he escrito encontrará lo que busca (o no pero da grima hablar tanto de uno). Por otro lado, entre PP, PSOE y Podemos no hay, en realidad, demasiadas diferencias por lo que hace a las condiciones de reproducción del modo de producción y las relaciones de producción existentes así que sub specie aeternitatis no sería un pecado mortal precisamente.

No obstante, Podemos exhibe esa "superioridad moral" que se ha asociado tradicionalmente a lo altruista y comunal frente al egoísmo individualista y es en ese momento cuando la crítica vigilante debe intervenir. De los apologetas de la versión darwinista filocapitalista del egoísmo natural no se puede esperar gran cosa moralmente hablando: en el fondo, algunos de ellos incluso admitirían su "inferioridad moral" pero el hecho de responder con exactitud a las tendencias de la Naturaleza, como afirman, les exime, en el fondo, de este sentimiento y no es en el ámbito de la moralidad donde juzgan sus propuestas. Sabemos de su inmoralidad o de su amoralidad. O creemos saberlo. En cambio, quienes pretenden la "superioridad" deben demostrarlo porque es en el espacio de la moralidad donde se evalúan sus acciones. Y los que, efectivamente, creemos en esta superioridad tenemos el deber de atender a que semejante posición sea ganada, mantenida y respetada precisamente porque no es un "dato" ni un "hecho natural" como los darwinistas sociales mantienen respecto a sus proposiciones mistificadamente. Así pues: vigilancia para con los altruistas, comunitarios y transformadores porque de los individualistas conservadores ya conocemos donde se fundamenta su "mentira" y lo que puede esperarse de ellos.

19 de noviembre de 2014

Acerca del cielo y su posesión


"El cielo no se toma por consenso. El cielo se toma por asalto". Pablo Iglesias dixit.

Madre mía. Suponiendo que haya cielo y, si es que lo hay, que pueda tomarse, además debe serlo por asalto... En fin. Uno no ha podido, finalmente, resistirse a decir lo justito sobre esta retórica peligrosa. No se ha avanzado mucho respecto a la escatología marxista y, especialmente, a su versión más rancia: el utopismo de raíz blochiana. Mal nos irá si los que pueden representarnos siguen con cuentos de hadas y pretenden cogerle a San Pedro las llaves. Ante Iglesias, Bloch y compañía, uno se quedará, siempre, con Harich.

Siento no haber sido capaz de dejarlo correr...

17 de noviembre de 2014

Uno recomendaría (10/11/2014-16/11/2014)


Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"El editor Lara a Gregorio Morán..." entrevista de J. Losa a Gregorio Morán.

"El periodista explica las razones por las que el Grupo Planeta rechazó la publicación de su último trabajo, ‘El cura y los mandarines’, un ensayo en el que pasa revista a las mezquindades y los abusos de poder de la cultura española de la segunda mitad del siglo X"...

16 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (16/11/2014)


Unos breves apuntes.

Hace tiempo, Xavier advirtió, en su artículo "Salvar al saldado Mas", acerca de la más que prevsibile operación de acoso y derribo de los medios adictos al régimen sobre Oriol Junqueras para evitar el sorpasso de Convergència por ERC en las filas secesionistas y mantener al President como líder máximo de una lista "de país" que le asegure el cumplimiento de unos objetivos que no sólo tienen que ver, por aquí casi todos lo sabemos, con la independencia de Catalunya. El acoso ya está en marcha. De momento, Junqueras aguanta la presión pero pronto, me temo, puede tener serios problemas. Sería una pena que cediera en nombre "del país". Es con Duran, aunque esté casi en sus antípodas, el político más racional de las élites dirigentes catalanas: es coherente y, en rigor, se puede decir que no ha engañado nunca a nadie (políticamente hablando). Parece, además, honesto aunque no sepamos si lo es o no. Y en su reiterada petición de elecciones anticipadas se adivina, más que un abstracto deseo de poder o una sustancial y concreta búsqueda de nichos de influencia, la ansiedad por la consecución inmediata de un fin por el que se supone que los secesionistas están luchando.

Y veremos cuánto aguanta porque la respuesta del gobierno español al ultimátum del crecido y ensoberbecido President ha sido, de nuevo, decepcionante. Intentando apropiarse de esa mayoría que no participó en la pseudoconsulta (que, por cierto, con mi amigo Robert habría que matizar: más que en términos de mitades, la división del país debería realizarse en tercios, 1/3 de abstencionistas y desafectos a cualquier régimen político, 1/3 de secesionistas y 1/3 de unionistas y españolistas) y que carece de una adecuada representación en su heterogeneidad ha hecho, como los secesionistas, la lectura reduccionista y contestado con un portazo a las pretensiones de Mas. Un nuevo error de cálculo que no hace sino ahondar en el contencioso y demostrar que, por parte española, también hace tiempo que se cruzó el Rubicón. El gesto y la negociación política que se le pide no es, como equivocadamente creen los conservadores españoles, para contentar a los secesionistas: tienen razón en que a estos les importa un comino la reforma constitucional pero hay un porcentaje similar de unionistas que desean una solución política que modifique el actual estado de cosas. La política es, también, cuestión de gestos: estética "es" ética.

Del abrazo entre Mas y David Fernández de las CUP no hay mucho que decir salvo que los fascistas no andaban desencaminados cuando afirmaban que el estado nacional suprime las diferencias de clase porque reconcilia a capitalistas y asalariados en una unidad superior...

Finalmente. Pese a que Pablo Iglesias no goza de las simpatías de uno y en el juicio sobre "Podemos" el aprecio por la herencia del 15M y la transversalidad van de la mano con el rechazo de la demagogia populista y la falta de "marxismo", el movimiento político parece que, por fin, se ha desecho de su calculada ambigüedad respecto al referéndum de autodeterminación y eso es una buena noticia. Sin embargo, a este lado del Ebro, la derecha secesionista está tan espantada ante una posible irrupción del nuevo partido, una entrada que se llevaría por delante a ICV y las CUP, que no dudan en afirmar que van de la mano del PP. Está claro que, aunque sólo sea porque producen mucha incomodidad en las élites gobernantes de uno y otro bando merece que. al cuidado y la sospecha vigilante ante la evolución de la formación. se añada una cierta, y muy moderada, esperanza en lo que pueda resultar de su avance.

14 de noviembre de 2014

Un poema de Eduardo Moga


Hace unos días coincidió el anuncio de la presentación de El corazón, la nada, la antología de la poesía de Eduardo Moga, en Barcelona, a la cual asistí y en la que disfruté del dominio que Eduardo tiene de esa herramienta tan basta y sutil al tiempo que es el idioma y de su capacidad de utilizarlo no sólo con ingenio, que le sobra, sino también con inteligencia, con mi lectura del volumen. Entonces preferí abstenerme de mencionar esa casualidad pero hoy, a destiempo, como hace uno a menudo, puede recordarse. La poesía de Eduardo está, en cierto modo, al menos formalmente, en las antípodas de la que uno acostumbra a cultivar pero no de la que uno está aprendiendo a apreciar con la edad. Es cierto que el barroquismo de supermercado, el irracionalismo y el "a ver quién la dice más gorda" siguen sin conquistarme como lector pese a los años pero ello no equivale a que muchos buenos poemas irracionalistas, herméticos o barrocos no me resulten admirables, hermosos o den a pensar y a sentir. Es lo que sucede con los que hasta ahora he podido leer de Eduardo, al que además no puedo encajar fácilmente en niguna de estas categorías: lejos de la caricatura del hiper o del combinar lo incombinable como si jugáramos a la ruleta, hay bastantes de esos que uno hubiera querido escribir, criterio estético de primera magnitud y prudentemente objetivo a mi entender, lo que supone que, a despecho de la distancia, le reconozca a su obra un valor que trasciende la distancia entre nuestras prácticas textuales.

"QUÉ dentro hay un sol, Cómo grana en el ataúd
invisible del cuerpo, Cómo arraigadamente
 brilla, con qué penumbra de asombrado meteoro,
con qué óptima quietud. Bosques en vilo esperan,
junto al acantilado, que se vacíe el fuego
que impregna la noche. Es la tea, cerrada,
que regresa; es el rayo inverso que revela
con su voz seminal las posibilidades
del hielo. La ceniza se desangra, El cereal,
acercándose, busca gargantas donde hurtarse
a las ardientes lluvias, cimientos para el puente
que solo han de pisar los vivos, los inermes,
los que han sanado. Toros que respiran como arcos
tensados: aún no. Acérrimos caballos
que optan por el seísmo: no. Agua que se vertebra,
como un súbito cuello, o clavos que la hieren:
todavía no. Tierra sin sexo que ofrece
su vuelo, su lentísima energía, a los árboles
impacientes; penínsulas faltas de sol y omóplatos,
donde vertiginosos peces, inacabados
todavía, ignoran el fluir de los sudarios.
Es demasiado pronto para el tiempo. Los líquenes
crecen en las saetas disparadas. Los fetos
brotan como cardumen y esbozan fidelísimos
músculos, pero encuentran, antes de concluirse,
su cadáver exacto. Los galápagos son
jóvenes como el frío. La carne es un minúsculo
tren. El cielo se va. Los ojos, detenidos,
son jazmines sin ímpetu. Solo un viento de huesos
que protestan agita los cuerpos indecisos
para que vean cuántas ruinas en el latido,
con qué germinación las sombras cristalinas
vuelven a su semilla, El silencio contiene
silencio de mar, pétalos de explosiones, eclipse

de volcanes, fusiles que relinchan, cerveza
inaudible; designa los sonidos, los piensa
con paciencia de miel, con terquedad de proa
como si fueran, ay, el aire de un insólito
cadáver o las ígneas mieses en cuyas simas
se enamoran las águilas. Silencio del ahogado:
de él se eleva la lluvia, en él cura las llagas
que en su cuerpo disperso han abierto los mástiles.
dentro, en sus inminentes cavidades, aliento
de río, arrasadas rosas, himnos de múltiples
brazos donde los párpados no son atravesados
por partículas de hambre, sino que atacan, caen,
llueven, ríen, agónicos, hasta que solo advierten
la más lúcida nuez, las llamas del insomnio
y del barro. Las células nacieron de un naufragio,
de un motor súbitamente fecundado, de un puma
que oía las sombras. Después, con temblor de ola
o de buey, alcanzaron el núcleo feroz,
las raíces del mármol. Y de él, casi poema
ya, surgieron lagares, peces, sal, proteínas,
derrumbamientos, hombres, nieves decapitadas.
El sol no se paraba; sus espinas rozaban
los ojos antiquísimos como el molusco toca
la espuma: sin que gima ni un pómulo, sin que huya
ni un solo cabello de su tierra dorada.
Los cuerpos existían antes de construirse
y se hacían visibles al trasluz de las lenguas:
sus huesos eran pactos; sus córneas, bisagras;
y los rostros que habían de contemplar los frutos
de la noche, de oler el sándalo en la boca
amada, aparecían como efímeros peces
en las habitaciones selladas. Cuánto acero
carnal. Cuántos caballos en las gotas de lluvia.
En los arroyos, cuánta neurosis. Cuánto pie
en las serpientes, cuánta amputación de estambres
para que en un solo éxodo se alíen los metales.
Cuántos nardos que humean, cuántos aerolitos
acallando el rumor del yodo, cuánto afán
para que el pan se subleve, cuanto jade ablandándose.
Mas la realidad ansia su principio.
Dientes ensimismados quieren, en el silencio,
librarse de su dura transparencia. Como ellos,
los animales buscan su materialidad,
que el agua sea su orden, que las vaginas recen,
que la tierra se anegue de sus rectos latidos.
Lo soñado desea florecer en los templos,
abandonar su núcleo de sombras inflexibles,
sus átomos de sombra donde los hombres besan
a quienes ya no tiene cuerpo y las palabras
derrotadas aprenden el diámetro del fuego.
La azucena persigue sus sótanos; el cielo,
su forma, su basalto; la respiración quiere
ser nombrada o heñida, como el barro o los senos (…)

(Fragmento inicial de La luz oída, p25-27).

Nota: Jordi Doce califica la poesía de Moga como "torrencial" que, por cierto, fue el primer adejtivo que a uno se le ocurrió tras leer el primer poema de la Antología. Al final de ella, quizás le haga tanta justicia poética, no crítica, considerarla también como "borrascosa"  para incluir la sensación de ventolera, de racha de viento que, en otros momentos, se transforma en brisa para remontarse hasta la ventisca. Agua y viento. Faltan aire y fuego pero seguro que los puede uno encontrar entre sus versos.

12 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (12/11/2014)


Por mor de la brevedad y de la construcción de esta pieza textual daremos por verosímiles las cifras ofrecidas por la Generalitat sobre participación y votos en la costillada del domingo aunque uno mantenga sus suspicacias intactas independientemente de lo que hayan mostrado unos cuantos videos que las televisiones españolas se han afanado a mostrar: la sospecha es anterior y no tiene que ver con ellas. Tampoco tomaremos en cuenta al señor Rivera que desearía prohibirnos hablar de la consulta, como si no hubiera tenido lugar, porque según él al hacerlo ya le estamos dando validez. Le guste o no, sucedió y, dentro de sus límites, hay que tomarlo como una jornada reivindicativa y cuyo carácter simbólico no se agota en sí mismo: el teatro, si es vivido como realidad, tiene consecuencias muy pero que muy empíricas.

Ahora los corifeos gubernamentales simulan un entusiasmo un poco forzado: dicen que se han visto "soprendidos" por el alud de votantes. Francamente, si uno no se alejó demasiado en su pronóstico - y no tiene ningún gabinete sociológico como lo tienen los grandes partidos soberanistas -, decir que "no se lo esperaban" es ridículo, falso o hipócrita y cobra su significado más propio en la generación de retórica adulatoria y jaculatoria alrededor del president (¿rais, conducator, Mesias? por no emplear otras expresiones que herirían susceptibilidades) Mas. Ya se sabe que el efecto de repetir una mentira muchas veces es, como señalaba el astuto Goebbels, que deviene verdad y, así, un indiscutible pero previsible acto de masas se ha transformado en acontecimiento exitoso por lo sorprendente. O tempora o mores...

El caso es que, vamos a creerlo a pies juntillas, de los más o menos 2,300,000 "votantes" el 80%, 1,800,000 lo hicieron a favor de la independencia de Catalunya. No es una cifra desdeñable pero tampoco debe magnificarse: es, voto más voto menos, el techo secesionista desde hace un par de años. En unas condiciones idóneas, con una movilización masiva, una propaganda agotadora, una presión social enorme (sobre la que habrá que hablar en otro momento) y la ayuda del torpe gobierno del estado español, siguieron por debajo de un hipotético 50% de la población votante. La costillada sirvió para ratificar que hay, al menos, dos grandes bloques que, siendo generosos con los secesionistas, se reparten al 50% el electorado potencial y esto empieza a ser evidente y los partidarios de la independencia no deberían ni negarlo ni tampoco pasar de puntillas por ello. Con estos mimbres no está tan claro que haya sido un triunfo secesionista o que la mayoría de la población catalana abrace la causa. Es más, la mitad de los catalanes - tirando corto - siente, en diferentes grados, desafección hacia el "nuevo estado" y eso deberían tenerlo en cuenta. En su mano está que esta desafección no se troque en hostilidad pero de momento, como cualquier gobierno español que se precie, no parecen reparar en ese nimio detalle. Como tampoco reparaban, aunque el otro día, por fin, el portavoz Homs lo admitió, que la falta de respaldo internacional (el último en dar su apoyo al gobierno español ha sido el premier Cameron al que tanto se alaba por aquí) complica bastante el éxito iinmediato de su empresa.

De momento no parecen preocupados por esos dos "aspectos" del proceso. Disfrutan de lo que han reescrito como triunfo y muestra de desobediencia, como mi losantosiano y entrañable Vicent Partal no cesa de reiterar: "Ahir el món va veure Espanya com un estat fallit. Els estats fallits són aquells que no funcionen. Perquè no són capaços de regular amb eficàcia la vida en els territoris propis. Ahir Espanya no hi pintava res, a Catalunya: tan senzill, i tan enorme, com això. I a l'ensems el món va veure els catalans com una gent organitzada, capaç de bastir un estat, que això era el 9-N, de vuit al matí a dotze de la nit. I capaç de fer-lo funcionar amb rigor i serietat, com un rellotge". En su descargo, que no lo necesita, se le ha de conceder que en este aspecto tiene más bien razón.

Y junto a él, tampoco la progresía española - que lanza sus cantos de sirena al secesionismo (como el inefable Ramoncín en aquel concierto secesionista en el que fue abucheado) sin apercibirse de que su paternalismo no es bien recibido por estos pagos y su aparente "comprensión del hecho diferencial" menos todavía -, parece tomar en consideración a los al menos dos millones de unionistas o, simplemente, no-secesionistas que hay por estas tierras. Sólo retienen la primera parte de la ecuación, más sugestiva, por supuesto. Parecen, como en su momento en el caso vasco, embrujados por esos dos millones de secesionistas. Sin embargo, al olvidar a la otra parte, la están entregando en bandeja a los salvapatrias, populistas o conservadores de diferente calaña que poco harán en favor de una solución pacífica, racional y dialogada de la situación actual. Tiempo al tiempo...

Por último. Leo que Antonio Turiel, del que admiro la agudeza de sus análisis sobre economía y energía aunque discrepe de sus juicios políticos en algunos momentos, votó NO-SI, como algunos de mis amigos pretendían hacer. Visto con un poco de distancia, todavía seguramente insuficiente, el NO-SI le parece a uno más bien un voto snob, de intelectual, una boutade muy del gusto de cierta tradición de la izquierda española que se engarza con el atractivo del antiespañolismo primario al que resulta, como en su momento al antiamericanismo o al antisionismo primarios, muy difícil resistirse: lo dice uno por experiencia propia. También consideré esa posibilidad. Es más, era la opción estéticamente más atractiva y consistente con ese antiespañolismo primario del que no puedo, ni sé si quiero, desprenderme. No obstante, como toda estética "es" una ética, el día 9 pensé que semejante opción obvia un hecho capital: la rendición del criterio propio ante la utilización política. Hacer lo correcto individualmente no puede ser desligado de las posibles implicaciones de la acción por muy leve que sea, como mostró Derrida (especialmente en Signature, événement, contexte) y lo que singularmente parece correcto puede no serlo en función del contexto de uso. La democracia no se agota en el ejercicio de depósito de papeletas y la resistencia al totalitarismo argüida quizás requiera más el coraje cívico de inhibirse y mantener la distancia respecto a todo aquello que pueda servir, ya no a los movimientos totalitarios sino a la pulsión totalitaria de ciertos grupos, que aceptar el dominio de realidad construido por ellos. Ejemplos históricos ha habido tantos que no hace falta relatarlos.

Nota: Con todo, que los secesionistas no sean mayoritarios desde el punto de vista explicado en estas líneas no implica, en absoluto, que no puedan conseguir sus propósitos. Los bolcheviques nunca fueron mayoritarios y el SED de la DDR no pasaba de representar los intereses de un 20-25% de la población germano oriental e impusieron sus tesis. Y para que no se infiera que uno considera totalitario al secesionismo, podemos recordar los "neocon" republicanos estadounidenses: estos sí que apenas cabían en un taxi y han marcado la agenda planetaria en las dos últimas décadas.

10 de noviembre de 2014

Uno recomendaría (03/11/2014-09/11/2014)



Uno recomendaría, entre sus lecturas de esta semana:

"Estulticia e hipocresía pareja de hecho" de Manuel Mullor.

"El último esperpento chusco del teatrillo patrio se puede contemplar, cómo no, en el Ministerio de mala Educación e Incultura, lleva por título Ciscándose en la especialización y presenta un elenco de meritorios de lo más lamentable, ya saben, un tipo con jeta de loco y apenas una idea aceptable en la cabeza y un ejército de maleantes sindicalistas. La obra promete, no crean y malicio que hasta el mismísimo Groucho Marx habría sido rechazado como guionista de tan bufa comedia"...

9 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (09/11/2014)


Hoy es un día nuevamente "histórico" (y van...) para los secesionistas. Da igual que en realidad sufrieran una derrota en toda regla al no conseguir relizar un auténtico referéndum por falta de apoyo internacional y firmeza de sus élites gobernantes. Una de sus virtudes, como las de cualquier movimiento insurreccional (fijémonos en los bolcheviques, por ejemplo), es convertir las victorias del enemigo en propias releyéndolas a la luz de su inserción en contextos diferentes. Con lo que se quedan, y no es del todo falso, es con que, finalmente, han burlado astutamente al estado español: todo el mundo sabe que la consulta de solteros contra casados la organiza, dirige y gestiona la Generalitat y poco les importa a los secesionistas más enfebrecidos y utopistas que voten sólo los partidarios de la independencia. De hecho, los otros (unionistas, españolistas, internacionalitas, tibios, insolidarios o apátridas) únicamente han de ser el decorado necesario sobre el cual legitimar lo que debe realizarse de cualquier forma posible. No se guardan ni siquiera las formas fuera de los lugares escogidos para la representación televisiva: en el instituto que a uno le han adjudicado para la fiesta hay banderas, insignias, recomendaciones de voto y sólo ha faltado que todos los miembros de las mesas de recogida de datos y votación (uno de los cuales vestía sin complejos una camiseta amarilla de la "Via Catalana" del 11 de septiembre) portaran anudada al cuello la capa de superhéroe con las cuatro barras y la estrella. ¿A quién le importa la falta de pluralismo? Si en realidad los no-secesionistas son enemigos de Catalunya...

Hoy creen, quizás acertadamente, que han dado un paso más en un camino al que le queda poco recorrido (en lo cual uno no acaba de estar del todo de acuerdo). Lo de menos serán unas cifras que se maquillarán sin problemas. Y uno no dice falsearán porque entre mis amigos y compañeros secesionistas, excepto los de primera hornada y procedencia izquierdista  -bastante más escépticos y con raptos de sentido común entre la efervescencia entusiasta -, puede ser motivo de discusión la insinuación de que, a falta de controles externos (de la oposición, los no secesionistas o internacionales), la manipulación de los datos puede estar servida. Este comentario ya suscita ampollas. Tanto, que uno de ellos, cansado de no poder rebatir argumentalmente la sospecha, me acusó finalmente de "españolista" por pensarlo y empecinarme en mantenerlo: la autoindulgencia y el sentimiento de superioridad les ha hecho perder de vista cualquier precaución crítica.

Y es en esta falta de distancia crítica, en esta renuncia a la desconfianza, donde el papel de los utopistas de izquierdas y el de los profesionales de la revolución con su ramplona y trasnochada noción de "compromiso", juegan un papel de primer orden como "tontos útiles": legitiman desde el arco, se supone, más crítico, el movimiento y la dirección - no precisamente revolucionaria en el sentido clásico auqnue sí en el más amplio - del proceso. Ver el otro día a los partidos de izquierda, todos, absolutamente todos los que tienen una mínima representación, fantasear y presumir de que en este instante de la historia este pueblo y no otro, un "pueblo elegido" más, construirá un país nuevo en el que no habrá ni corrupción, ni miseria, ni desequilibrios económicos y que eso justifica el alineamiento comprometido (à la Sartre en el peor de los sentidos, recordemos su apuesta por el maoísmo...) de todos con la nueva tierra, resultó lamentable: ya no es que no haya ni un solo ejemplo en los últimos trescientos (o dos mil) años de que algo de eso haya sucedido en ningún lugar del planeta sino que creer que, en plena economía capitalista en este rincón de Europa y no en otro, se va a levantar un "sistema" más justo sustentado sólo en la voluntad de un pueblo es lo más antimarxista que uno puede escuchar. Penoso.

¿Compromiso? Sí pero siempre vigilante y cauto. Compromiso, en todo caso, con "lo político" no con "una política" concreta y empírica.

Por último. Para aquellos empresarios preocupados, unionistas acobardados y españolistas moderados. Quien se crea que "los catalanes" ya han tenido suficiente con este "teatrillo" están, me temo, muy equivocados. Se comprobará en las próximas semanas y meses. Los trenes ya se estamparon el uno contra el otro hace días: no hay rebobinado posible. Tan sólo la irrupción de una "catástrofe", es decir, una serie de acontecimientos violentos, puede evitar la prolongación del conflicto. Aunque todas las encuestas reiteren que la mayoría de los ciudadanos catalanes prefieren las propuestas unionistas,  - que no españolistas, insisto -, "ahora es la hora" de los secesionistas porque nunca han gozado de tal hegemonía. Es su oportunidad y ni pueden ni deben dejarla escapar y creo, modestamente, que no lo harán. El estado español haría bien en tomarse de una vez en serio el reto y jugarse la carta de las concesiones si quiere minimizar los daños. Sería su deber aunque no espero mucho de la clase gobernante tal y como está el patio.

Otra cosa será el desenlace final que sigue pareciéndome que sólo puede anticiparse que será doloroso, para todas las partes, por decirlo suavemente...

Pronóstico: dos millones y medio de participantes. Son los que precisa el movimiento para continuar adelante. Y un 85-90% de votos para el SI-SI. Uno no se lo creerá del todo pero es lo que debería salir para continuar adelante con fuerza.

7 de noviembre de 2014

Crónica de la Nueva Edad (07/11/2014)


Me temo que hay que agradecerle al gobierno español que haya elevado hasta la licuefacción la temperatura en estas tierras con su decisión de convertir la "costillada secesionista" en un referéndum encubierto que ha de ser prohibido por el Tribunal Constitucional. Ahora, parece que recula y da a entender que si el Govern deja su gestión a las entidades civiles no moverá un dedo para impedir la fiesta: los secesionistas, conscientes en cierta medida de que se ha desafiado a la justicia española y se la ha desobedecido (ya no recuerdan el primer 9-N), sacan pecho y creen haber marcado un punto de inflexión porque finalmente habrá votación por muy descafeinada y ridícula que sea. Mas el mal ya está hecho, al menos para algunos de nosotros, habitantes de estas tierras, que huimos de los nacionalismos como de la peste. Esta última semana el ruido y la contaminación visual, auditiva y discursiva ha dado un salto cualitativo que ha empapado, como nunca, las calles, las aulas, las plazas, las tiendas, los mensajes de las redes sociales... Hay que estar aquí para verlo.

La programación de TV3 ha sido esperpéntica: un desfile continuado e inacabable de programas sobre la consulta y el resto de las emisiones trufadas de alusiones descaradas o sibilinas excepto las series y películas foráneas que no dejaban espacio para cuñas secesionistas. Las radios, por lo que a uno le han contado, tres cuartos de lo mismo.

Más banderas, pancartas, carteles y pintadas que nunca por toda Barcelona y, en la medida que uno se movió el domingo pasado fuera de la ciudad, por buena parte de Catalunya: banderas gigantescas en riscos y montañas, murales descomunales por las autopistas y carreteras, anuncios panorámicos... Banderas y más banderas por doquier: una contaminación visual irritante que uno creía circunscrita al cuartel donde hubo de someterse a la humillación de la jura de bandera española hace muchos años que, en las celebraciones castrenses, mostraba una enseña cada veinte o treinta metros. Y, encima, envíos postales de la Generalitat, tenderetes a la vuelta de muchas esquinas, voluntarios repartiendo papeletas para votar por las calles, a la entrada y salida del metro, en las plazas y centros comerciales de la capital cuando no llamando casa por casa y anotando en su registro si se les recibía o no y qué había decidido el inquilino que les había abierto.

Contaminación auditiva por las caceroladas de diez minutos que las tres últimas noches se han repetido. Da igual que no hayan sido masivas como las que rodearon al 15M: han sido ruidosas y muy molestas gracias al gobierno español.

Y contaminación discursiva tensa. No ha habido día ni lugar en el que los secesionistas no sacaran a colación el tema intentando persuadir a los indecisos, tibios o moderados de que "ahora es la hora". Pero tampoco ha faltado día en que los unionistas y españolistas, en sus círculos casi clandestinos, no dieran vueltas y más vueltas al asunto invocando incluso, los últimos, el socorro de la Benemérita. Como no ha habido día en que aquellos que detestamos los nacionalismos no hayamos repetido nuestras expresiones de perplejidad, asombro y espanto ante el comportamiento de los implicados de uno y otro bando y ante la pérdida de contenido del concepto ilustrado de ciudadanía por estos pagos.

¿Y qué decir de las aulas? Me explican que en un centro hoy está prevista una cacerolada de los alumnos espoleados por los docentes secesionistas. En otro se ha organizado una asamblea para dar apoyo al 9-N a la que "todos" han sido invitados a acudir. Un amigo me cuenta que en el suyo, durante una conversación a la hora del desayuno, un profesor especialmente combativo acabó espetándole que prefería pasarse tres años comiendo hierba que seguir siendo español un día más. Los institutos se han convertido en campo de batalla pero la campaña ha sido rápida, una suerte de Blitzkrieg ganada por los secesionistas: voluntarios del propio centro para abrirlo el 9N no han faltado, como afirma con razón el Govern catalán y es casi seguro afirmar que, salvo alguna excepción - que siempre las hay -, a nadie se le ha puesto una pistola en el pecho. Y las presiones han sido mínimas y más fruto del ánimo talibán de algunos que de otra cosa. No lo necesitan: en el estamento docente la adhesión al secesionismo es mayoritaria, lo cual no es extraño en absoluto. Salvando las distancias, y a título sólo de ejemplo, hay que recordar que el grado de afiliación al partido nazi entre los maestros y profesores cuadriplicaba el de la población empleada. Digo "salvando las distancias" porque éstas aquí se refieren no a una proximidad entre secesionismo y nacionalsocialismo sino al nivel de credulidad, la falta de crítica racional y el aherrojamiento del sentido común ante las ideologías totalitarias entre el colectivo de los enseñantes que resulta, al fin y a la postre, uno de los más permeables a este tipo de pensamiento pese a que la tradición literaria y filosófica hayan glorificado, desde Sócrates, la figura del maestro irreductible e insobornable en la búsqueda de la verdad.


Deja uno para mañana o pasado la visita, al estilo "Testigos de Jehová", de una pareja de voluntarios de la campaña secesionista a nuestro domicilio, la evidencia de que, incluso en estas jornadas de fiebre secesionista, la mayoría de la población parece seguir siendo unionista - que no españolista - pero que carece de altavoces políticos para manifestarse, o el espectáculo autoindulgente de los políticos y profesionales de la revolución de prácticamente todos los partidos de izquierda catalanes proclamando su compromiso con el "nuevo país" en el que todo se podrá hacer, por fin, bien. La izquierda sigue sin alejarse de la fantasía religiosa...