3 de noviembre de 2013

La recalcitrante pedagogía progresista


El mal que la orientación dominante en la reflexión sobre la educación de los llamados "progresistas" está haciendo a la causa de la transformación de las condiciones de vida de la sociedad actual no será, probablemente, valorada en su nefasta justa medida hasta de aquí a varias décadas. Para entonces el daño ya estará hecho. En cierto sentido, cada día uno empieza a tener más claro que la pedagogía progresista es a la educación poco más o menos lo que Adolf Hitler a la pintura o Karol Wojtyla a la Filosofía. El último ejemplo lo suministra Alberto Royo a propósito de la joyita de María Acaso rEDUvolutioN. Hacia la revolución en la educación (¡nada menos!).

Alberto ha diseccionado, mejor de lo que lo haría uno en cualquier circunstancia, la sarta de paparruchadas que la autora exhibe, con la más profunda ignorancia y beatería progresista, a partir de una entrevista que concedió hace poco. Ha tenido mucha paciencia, hay que reconocerlo. Uno hubiera tenido suficiente para lanzarla a la papelera si se hubiera topado de primeras con una frase tan propia de ese vicio progresista en el ámbito pedagógico consistente en acumular conceptos "desterritorializados" (¡Deleuze, pobre Deleuze!) sin el más mínimo cuidado por el sentido común y la lógica más elemental para urdir pretenciosos sofismas, como la siguiente: "[El profesor] debe saber coger conceptos y remixearlos, entendiendo como remixear el sistema de producción contemporánea. Eso no es copiar. Es relacionar. Y crear tu «playlist» de la clase" (¡y se queda tan pancha la señora después de semejante majadería!).

La paciente crítica de Alberto, que el artefacto en cuestión uno duda se merezca, aquí.