27 de febrero de 2013

Crónica de la Nueva Edad (27/02/2013)


Que el enfrentamiento entre secesionistas y unionistas y, por extensión, entre nacionalistas catalanes y españoles puede haber alcanzado el un punto de no retorno lo ilustra el alud de críticas que ha recibido, tanto en los medios formadores de opinión de Madrid como en los de Barcelona, la postura del PSC votando a favor del diálogo entre el Gobierno español y la Generalitat para organizar, legalmente, una consulta popular que esclarezca la voluntad de los ciudadanos de Catalunya para los próximos años.

Uno nunca ha sido, precisamente, un simpatizante del PSC. Es más, buena parte del embrollo en el que ahora estamos todos metidos, nos guste o no, tiene que ver con la nefasta gestión despilfarradora y clientelar (como la de CiU pero las finanzas catalanas no dan para dos grupos amplios de clientes) que protagonizó durante la época del tripartito y que dejó a la Administración catalana al borde de la bancarrota. Algo parecido a lo que hizo el brillante ZP y su secuaz Rubalcaba con su delirante "Plan E", pero durante más de seis años. No obstante hay que decir que el ejercicio que ha hecho el partido de los socialistas catalanes no ha sido de funambulismo incoherente. Es más, ha sido extremadamente matizado y coherente porque no se han movido un milímetro de la posición que les llevó a votar en contra del "Derecho a decidir" en la cámara catalana puesto que la proposición se situaba fuera de las reglas de juego constitucionales mientras que la votada en Madrid no. Xavier, por cierto, se hace eco hoy de esta lógica.

Pues bien, este ejercicio de sentido común y racionalidad ha provocado airadas críticas en el PSOE español y sus voceros, y más indulgentes mas llenas de condescendencia e igualmente sangrantes en los medios políticos catalanistas: no es, al menos en la realidad político-mediática, momento de matices, racionalidad, sentido común y posibilismo. No es momento de coherencia sino de puro maniqueísmo: o conmigo o contra mi. No es momento de términos medios sino de absolutos.

En este punto de no retorno, si parece que en la facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona Heidegger se ha impuesto a Kant, en el más amplio terreno de "la política", los platónicos están ganando a los aristotélicos y eso nunca es una buena noticia.