28 de febrero de 2013

Leyendo a Rais (II)


Junto a estas tres premisas que delinean el horizonte en el que se sitúa el ensayo, la modificación en el mecanismo de explotación en la época post-fordista, el fracaso tanto de las estrategias reformistas tradicionales como de las rupturistas y el rechazo de la moralidad neocatólica de la que se alimenta la izquierda tradicional respecto al signo "dinero", Rais realiza una descripción rápida del funcionamiento del modo de producción capitalista actualmente, caracterizándolo a través de la concentración oligopolística, la proletarización de los asalariados y la sustitución de la plusvalía por la desvalorización, probablemente el punto clave de su reflexión.

Respecto al predominio de las formas oligopolísticas, Rais escribe:

"La concentración oligopólica del capital es máxima hoy en día: 737 multinacionales controlan el 80% del valor accionarial de las 43.000 empresas multinacionales existentes, y de estas 147 controlan el 40%, de las cuales tres cuartas partes son entidades financieras. Una diez empresas normalmente controlan más del 50% de cada industria, en el caso de la alimentación existen concentraciones por encima del 70% lo cual pone los pelos de punta. La facturación de las 15 empresas más importantes del mundo equivale al PIB de la Unión Europea. Según reveló The New York Times, nueve personas en el mundo controlan el mercado de derivados que mueve 700 billones de dólares14. La creación o producción que realizan las entidades bancarias privadas a través de las reservas fraccionarias equivale al 90% del dinero en circulación, mientras los Bancos Centrales, que son frecuentemente bancos privados también, crean nueva moneda tan sólo por un 10% del total"

Por lo que hace a la destrucción de las clases medias, que se lleva a término mediante la desvalorización de las rentas del trabajo, anota:

"En la medida que el pacto social restringe los límites objetivos a la creación de la plusvalía, el capital financiero consigue mediante la regulación de la oferta monetaria, generar un dinero artificial que devalúa la mercancía trabajo. No tiene límite la destrucción de este tipo de valor con lo que se crean burbujas crediticias que al final vuelven a encontrar el límite en el conflicto social. La única manera de generar plusvalía es mediante la gestión de la oferta monetaria y de la inflación, de manera inversa a la tradicional, no pagando por debajo de la reproducción de la fuerza de trabajo individual, sino destruyendo la masa salarial social por debajo de la productividad."
"Todo este tipo de ataques a la renta del trabajo bajo el eufemismo de políticas de estabilidad, implican la destrucción de las clases medias, convirtiendo los países en sociedades duales entre elites y proletariado, entre acreedores y deudores"

Y, el punto clave, el mecanismo de explotación, no es ya la generación de plusvalía sino la desvalorización:

"Dicho de otra manera, aunque la plusvalía tradicional fuera cero, el dinero ya no mide en sí mismo la producción social de mercancías, se impone sin medida como un absolutismo que determina los precios más convenientes, a través de la producción de dinero, la generación de deuda y el control de la inflación. Se crea tanto dinero cuanto se necesita para moderar el valor por debajo del precio. Todo el dinero creado por encima de la capacidad productiva, del tiempo socialmente medio para la producción de mercancías, deduce el valor de la capacidad productiva social."

"Y es ahí donde surge una nueva manera de generar plusvalor, pero que ya no podemos llamar así, pues actúa de forma negativa a través de lo que podemos llamar desvalorización del trabajo. En esta nueva metodología, la gestión de la inflación está encaminada a destruir el tiempo social, manteniendo los beneficios empresariales. La
generación de beneficios, depende absolutamente a escala planetaria para el capitalismo, de la desvalorización constante del trabajo, a través del control de la oferta
monetaria, de la inflación y de la creación de deuda bancaria. Es un conflicto de clases diario, en tiempo real, donde se ejerce una desvalorización sistemática de la producción, una destrucción difusa de la existencia."


27 de febrero de 2013

Crónica de la Nueva Edad (27/02/2013)


Que el enfrentamiento entre secesionistas y unionistas y, por extensión, entre nacionalistas catalanes y españoles puede haber alcanzado el un punto de no retorno lo ilustra el alud de críticas que ha recibido, tanto en los medios formadores de opinión de Madrid como en los de Barcelona, la postura del PSC votando a favor del diálogo entre el Gobierno español y la Generalitat para organizar, legalmente, una consulta popular que esclarezca la voluntad de los ciudadanos de Catalunya para los próximos años.

Uno nunca ha sido, precisamente, un simpatizante del PSC. Es más, buena parte del embrollo en el que ahora estamos todos metidos, nos guste o no, tiene que ver con la nefasta gestión despilfarradora y clientelar (como la de CiU pero las finanzas catalanas no dan para dos grupos amplios de clientes) que protagonizó durante la época del tripartito y que dejó a la Administración catalana al borde de la bancarrota. Algo parecido a lo que hizo el brillante ZP y su secuaz Rubalcaba con su delirante "Plan E", pero durante más de seis años. No obstante hay que decir que el ejercicio que ha hecho el partido de los socialistas catalanes no ha sido de funambulismo incoherente. Es más, ha sido extremadamente matizado y coherente porque no se han movido un milímetro de la posición que les llevó a votar en contra del "Derecho a decidir" en la cámara catalana puesto que la proposición se situaba fuera de las reglas de juego constitucionales mientras que la votada en Madrid no. Xavier, por cierto, se hace eco hoy de esta lógica.

Pues bien, este ejercicio de sentido común y racionalidad ha provocado airadas críticas en el PSOE español y sus voceros, y más indulgentes mas llenas de condescendencia e igualmente sangrantes en los medios políticos catalanistas: no es, al menos en la realidad político-mediática, momento de matices, racionalidad, sentido común y posibilismo. No es momento de coherencia sino de puro maniqueísmo: o conmigo o contra mi. No es momento de términos medios sino de absolutos.

En este punto de no retorno, si parece que en la facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona Heidegger se ha impuesto a Kant, en el más amplio terreno de "la política", los platónicos están ganando a los aristotélicos y eso nunca es una buena noticia.

25 de febrero de 2013

Leyendo a Rais (I)


Puede que Rais sea, en primer lugar mi amigo, pero no es menos cierto que se trata de una persona especialmente dotada para la reflexión. Filósofo de formación, no se contentó nunca con la autorreferencia inevitable de la Filosofía sino que tendió puentes hacia las ciencias sociales muy pronto, especialmente hacia la sociología primero y la economía más tarde. Eso, unido a su punzante compromiso con "lo político" y a su pasión por el concepto le permitió llegar hasta donde la endogámica y acrítica institución universitaria en el ámbito de las Humanidades españolas le permitieron: es decir, a ningún sitio. No por ello desfalleció y siguió investigando. En los últimos años, su experiencia en la empresa privada, desde pequeñas empresas a multinacionales, le ha ayudado a pulir sus análisis y ha escrito un pequeño ensayo que uno ha estado leyendo estos días. El trabajo lleva por título "POR UN SOCIALISMO MONETARIO. La constitución de una autodeterminación monetaria contra el totalitarismo monetarista".

Rais parte de tres grandes premisas a la hora de analizar el momento actual de la forma "capitalismo" y las alternativas a su dominación.


1.- "En la situación actual, incluso las instituciones democráticas formales, no pueden ayudar a redistribuir la riqueza sino que al contrario, se convierten en sofisticados instrumentos de domino, lo que también ha acabado desbancando a la opción socialdemócrata. Por fuera del sistema de partidos, existen unos movimientos sociales mutantes, al menos desde los años ’70, anti-sistema, de muy diversa índole y con una organización difusa. Sin embargo, estos movimientos en todos los años del ciclo de luchas antagonistas al sistema, no han conseguido una organización capaz de sumar la parte integrada en el sistema, que sufre también la alienación y el expolio del valor, ni de crear un frente común entre la multiplicidad de orientaciones, prácticas y objetivos."

2.- "Actualmente, en la fase post-fordista, la explotación no se realiza en los ámbitos puramente productivos sino en toda la sociedad."

3.- "Hay que desterrar definitivamente uno de los mitos pseudo-morales de la izquierda, que considera el dinero como malo y prescindible. El dinero en sí mismo es bueno. Sin complejos. Una cosa es ser un monje asceta y prodigar el voto de pobreza, lo que es muy loable, y otra despreciar el dinero o desmerecerlo. El dinero es tiempo. El tiempo de todos. Y el tiempo no es malo, ni sobra."



23 de febrero de 2013

Memoria de Saint Andrews (XIX): Kinburn, polo y criquet



29 de julio.

Espléndido día nuevamente que empleamos en pasear por la playa y jugar a putting en un Kinburn Club atestado de jubilados que disputan su competición semanal de Bowling.

Durante el paseo, que se alarga hasta que en los restaurantes no queda casi nadie comiendo, nos topamos con un sorprendente espectáculo: un partido de polo sobre la arena, a mitad de camino del estuario del Eden que separa la playa de Saint Andrews de Leuchars, a la izquierda y del bosque de Tentsmuir si siguiéramos la ruta costera.

La competición tiene un inevitable aire entre pretencioso y decadente. Una docena de jugadores no muy diestros exhibiendo unas hermosas monturas se afanan en dar golpes a la arena y, raramente, a la bola. Recostados contra las dunas, protegiéndose del viento y las miradas, un grupo de señoras y señores más bien maduros con sus paravientos y sillas charlando mientras beben y, ocasionalmente, echan un vistazo al partido que sus sucesores están disputando. La escena, impropia de estos tiempos para un profesor de clase media-baja como yo, me recuerda la descripción que Ricardo, a medias horrorizado a medias fascinado, hizo de un partido de criquet que contempló al poco de haber llegado a Saint Andrews. Paseaba, quizás aun acostumbrándose al pueblo, cuando contempló a un grupo de jóvenes ataviados con esos polos y pantalones de inmaculado blanco que denotan su precio y la clase social que los suele adquirir, jugando al dichoso deporte y, entre jugada y jugada sirviéndose copas de champán (Möet Chandon o Veuve Cliquot, de eso no me acuerdo) para refrescarse...

El resentimiento de clase, en mi caso, unido al aburrimiento que a todos nos produce este deporte hizo que, tras unos instantes de perplejidad y unos minutos de observación de los animales (de ambos, los potros y sus jinetes), siguiéramos nuestro camino preguntándonos en voz alta en qué mundo vivíamos o vivían...

Comimos en Abbey Villa y, a primera hora de la tarde para nosotros, media tarde para los británicos, embocamos, nunca mejor dicho, el camino a Kinburn y, de ahí a la noche, partidas, helados, paseos y una larga contemplación de la puesta de sol. Nada que se saliera de la rutina de los días anteriores. En casa, por la noche, Proms, noticiarios de la BBC, cartas y, en vez de Azorín que sigue esperando encima de la mesita de noche, una enciclopedia ilustrada de rugby de los años setenta con fotografías de jugadores célebres del Cinco Naciones como los inolvidables galeses Gareth Edwards y Gerald Davies.

20 de febrero de 2013

Adiós a Ratzinger


Uno, que desconfía del anticlericalismo primitivo, ha recibido ante todo con curiosidad la noticia del anuncio de la dimisión de Ratzinger, quizás el Papa intelectualmente más brillante de los últimos dos siglos. Es una buena noticia que se distancie del torvo Wojtyla y nos ahorre el espectáculo masoquista de una agonía extrema retransmitida por Youtube y comentada en el Twitter pero uno tiene la impresión de que se trata de una mala noticia para el entramado católico porque, como señala el periodista Miguel Mora, su renuncia es un triunfo de los ultraconservadores. Sólo los más ignorantes pueden considerar su papado como un ejercicio de intolerancia y reacción como lo fue el de su antecesor. Escribe Mora al respecto:

"El papado de Joseph Ratzinger pasará a la historia por sus intentos —tardíos pero sinceros— de limpiar la imagen de la Curia y de la Iglesia, mancillada por los miles de casos de abusos a menores ocurridos en los últimos 50 años en instituciones y colegios católicos de medio mundo, y por la sistemática tarea de ocultación que emprendió la jerarquía durante el reinado de su antecesor, Juan Pablo II. Es verdad que Ratzinger fue el brazo teológico de Wojtyla en la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero mientras el Papa estuvo vivo la consigna fue tapar y proteger a las ovejas descarriadas, y sobre todos ellos al líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, elevado al altar de asesor principal de Wojtyla e inmune a toda condena pese a la tímida oposición de Benedicto XVI, que solo pudo poner orden cuando llegó al trono de San Pedro y que finalmente puso bajo tutela al movimiento entero.

El ortodoxo cardenal alemán de alma tridentina ha sido durante su mandato un Papa solo, intelectual, débil y arrepentido por los pecados, la suciedad y los delitos —él empleó estas dos palabras por primera vez— de la Iglesia, y rodeado de lobos ávidos de riqueza, poder e inmunidad. La Curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta abogados de pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por integristas de la peor especie. Esa Curia digna de El Padrino III siempre vio con malos ojos los intentos de Ratzinger de hacer una limpieza a fondo, mientras los movimientos más pujantes y rentables, como los Legionarios, el Opus Dei y Comunión y Liberación, torpedeaban a conciencia cualquier atisbo de regeneración

Que sea el primer caso en 600 años dice mucho sobre el nivel de la iniquidad con el que ha convivido. Que no se haya filtrado la noticia lo dice todo sobre su soledad."

El artículo completo aquí.

De todas maneras, que uno resalte la luz de Ratzinger no significa que olvide sus sombras, en especial cómo se prestó a hacer de sicario de Wojtyla en el caso "Leonardo Boff". Mas ello no hace sino complicar la figura de Ratzinger, como reonoce el propio Boff según Juan Arias, otro gran conocedor del universo vaticano:

"Hoy, Boff dice que existen dos Ratzinger, el del profesor de teología en Alemania, simpático, afable, que daba la mitad de lo que ganaba para que pudieran frecuentar la Universidad estudiantes pobres del Tercer Mundo, y el Ratzinger de después, obispo, cardenal y papa, duro con los teólogos de la Liberación, conservador en materia de costumbres y en el diálogo con la modernidad, intransigente con la nueva teología.

Ahora estamos ante el tercer Ratzinger, el del papa que renuncia al poder para retirarse él esta vez voluntariamente 'al silencio', a aquel silencio al que años atrás había condenado al teólogo franciscano."

Aunque la suerte de la Iglesia católica le es a uno indiferente en cierto sentido, sí que temo que su sucesor hará aun más grande la figura de ese Ratzinger que agotará sus últimos días calladamente.

18 de febrero de 2013

Crónica de la Nueva Edad (18/02/2013)


A Oriol Junqueras, un político que uno juzga razonable y honesto, le debe estar afectando el contacto con un gobierno acosado. El domingo vinculó "la proliferación de supuestos casos de corrupción y espionaje políticos en Catalunya con los ataques contra el proceso soberanista al asegurar que 'evidentemente no es una casualidad' y ha vaticinado que el Estado español 'hará todo lo posible por torpedear el proceso'". Una interpretación con algo más de sofisticación que la circula por los ambientes más intelectualmente indigentes de la calle pero sustancialmente igual de tosca y, por ello, impropia de un dirigente de su capacidad intelectual. Que el Estado español hará lo posible por torpedear el proceso soberanista es algo claro pero el ventilador que ha puesto en marcha y esparcido por el oasis catalán, y también por Madrid, la pestilencia de la corrupción no es sólo una argucia de los "servicios secretos" españoles: la corrupción existe, tanto aquí como allí y hace muchos meses, desde que se destapó el "caso Palau", que alrededor de las élites gobernantes catalanas crecía su hedor y era vox populi que les salpicaría más tarde o más temprano. Y por aquel entonces el giro soberanista, por decirlo suavemente, estaba en pañales.

El nacionalismo ciega.

17 de febrero de 2013

La Vila de Gràcia, Marc y Sigur Rós


Ayer, la Vila de Gràcia, como se denomina el barrio en el que uno vive desde hace muchos años, resultó, después de muchos meses de nuevo acogedora. Un sábado gris y húmedo, de calles mojadas y breves apariciones de un sol lechoso. Un sábado, por fin, sin viento tras dos semanas de ráfagas constantes. Un sábado en el que se dibujó en el barrio no un horizonte limpio y fervoroso sino otro brumoso y recogido. Un sábado báltico en el que a mediodía el olor de las chimeneas, las carnes a la brasa de los restaurantes, los puerros, apios y coles en caldos de múltiple procedencia paseaban por las inmediaciones del mercado: poca gente en las calles y mucho silencio. Día báltico con aromas mediterráneos.

Cuando volvimos de pasear, Marc había concluido el primer post del Blog que acaba de abrir, "Coses sense sentit", sobre Vassily Zaitsev, el famoso francotirador de la batalla de Stalingrado. No es porque sea mi hijo pero no puedo por menos que desearle suerte desde aquí. Está convencido que acabará teniendo más lectores que uno. No me extrañaría. Como mínimo ha empezsado con más de treinta años de ventaja: tiene doce.

Y por la noche, concierto de Sigur Rós en el Sant Jordi Club. Atraco a mano armada por parte de la organización (¡siete euros una cerveza!) y, tal y como uno esperaba después de oír su último disco, Valtari, un retorno al Sigur Rós de siempre: al menos popular. Ambientes espaciales, lúgubres y sórdidos, guitarras distorsionadas, reverberaciones, crescendos repetitivos, toques minimalistas... Esther que sabe de verdad, lo calificó como un concierto "técnico". Poco que ver con el de hace algo más de tres años también en el mismo lugar. El público que esperaba oir las canciones pegadizas del anterior disco y el espectáculo orientado al salto y el baile quedó seriamente decepcionado. Algunos, y pienso en una chica que teníamos al lado, se aburrieron soberanamente. Al menos no fue nuestro caso.

Algo de música en directo hasta la próxima ópera que este año se hace esperar por la programación que nos ha preparado el Liceo a muchos de los abonados al "turno popular"...

Los "Domingos versuarios" dan cobijo a "Bajo la lluvia"


El Blog "Domingos versuarios" publica el excelente prólogo que Ricardo Fernández ha escrito, desde mi amado Saint Andrews, en cuya universidad es profesor de literatura española, para Bajo la lluvia. Gracias.

16 de febrero de 2013

"Cuestión de educación. Finlandia y España"


Reproduzco el artículo que publicó recientemente José Antonio Herrera en El imparcial a propósito del programa de "Salvados" dedicado a la Enseñanza. Tan de sentido común que pasma.

"Esta semana se ha hablado mucho del programa televisivo que dedicó Jordi Évole a la educación. Cinco millones de espectadores prueban que el asunto interesa. Se trataba, por un lado, de explicar por qué falla nuestro sistema educativo; y por otro, de compararlo con uno que funciona bien, el finlandés. El resultado ha sido instructivo, aunque se cometió un error grave identificando sin más sistema educativo con educación primaria. Los elevados niveles de fracaso y abandono escolar que hay en España no se producen en primaria, sino en secundaria, dos mundos muy diferentes.

El análisis de ese fracaso corrió a cargo de un catedrático de Didáctica. No recuerdo su nombre, pero fue como oír a Urdangarin explicarnos la corrupción. Pasaré por alto el casposo preámbulo político con que inició su intervención y me referiré sólo a su tesis principal: falla el profesor. En España se dedican a la docencia los alumnos con peores expedientes. Un cinco en selectividad basta para estudiar magisterio. En Finlandia, ocurre al revés, son los mejores los que quieren dedicarse a la enseñanza. Me quedé estupefacto. No digo que el dato sea falso (lo es en secundaria, donde los profesores no son maestros), pero que un catedrático de didáctica lo esgrima en esos términos es sorprendente. De pronto el rollo pedagógico no sirve: las notas importan, los valores resultan secundarios, aprender a aprender no es la prioridad. El alumno de cinco será siempre un alumno de cinco y, aunque él, nuestro catedrático, sea el mago de la motivación, no hay nada que hacer. ¿Qué se puede esperar de unos molondros sin seso? Pero entonces, ¿con qué cara reprocha a los profesores su incapacidad para sacar a sus alumnos (muchos que no sueñan si quiera con la posibilidad de hacer selectividad) todo el potencial que encierran?

No obstante, y a pesar de este lastre, nuestro sistema educativo funciona mejor de lo que parece. No en vano lo han concebido los pedagogos. El señor catedrático, que es uno de ellos, dice que, al margen de la incompetencia de los profesores, realiza una importantísima labor de integración y cohesión social. Para demostrarlo Évole enseña un colegio y entrevista a su director. La cosa es evidente, pero: ¿qué pensarían ustedes si se justificara la bondad del sistema sanitario con el argumento de la integración y la cohesión social, y no de la curación de enfermos?

Pero la gracia del programa no ha estado en mostrarnos la falta de lucidez de la gente que se ocupa de estas cosas, sino en enseñarnos cómo trabajan en Finlandia. Comparar para comprender, algo difícil porque las diferencias culturales son notables. ¿Cómo va a funcionar igual la enseñanza en un país decente que en otro situado en el puesto trigésimo del ranking de la corrupción, junto con Botsuana? Una sociedad sin valores o con valores falsos, como la nuestra, difícilmente ofrecerá a sus ciudadanos una buena educación. Localismos, calderilla religiosa, educación para la ciudadanía, recortables sobre la paz y la no violencia, todo eso sí, pero educación de verdad, en absoluto.

Comparemos de todos modos. ¿Qué tiene de bueno el sistema español? Que favorece la integración y la cohesión social. ¿Qué tiene de malo? Que no da la formación adecuada a los alumnos, que los aburre y se van, que no ilusiona a nadie. ¿Y el finlandés? Nadie presume en Finlandia de contribuir a la integración y cohesión social -se parte de ella; de hecho no hay más escuela que la pública-, sino de la formación que proporciona y de la satisfacción que produce entre estudiantes, docentes y familias. ¿Y cómo han logrado esto?, ¿gracias a una organización minuciosa de la labor educativa?, ¿incrementando la jornada lectiva y el calendario escolar?, ¿merced a un férreo control político?, ¿siguiendo al pie de la letra las recomendaciones de la pedagogía?, ¿buscando el consenso con los sindicatos de clase? Pues no. Han hecho más bien lo contario. Liberarse de todo eso. La educación es un asunto de Estado y los partidos no litigan a su costa. Si hay que hacer algún cambio se pregunta a los docentes, no a los pedagogos, las organizaciones sindicales o los políticos. Tampoco existe un cuerpo de inspectores encargado de velar políticamente por la eficacia del sistema, sino que se confía en los docentes, quienes, liberados de absurdas cargas burocráticas, pueden consagrarse a lo que importa. La labor de inspección, por decirlo así, la hacen los padres, quienes tienen derecho a asistir en cualquier momento a las clases de sus hijos para ver lo que estos hacen. Etc.

Ya ven, sentido común. Los profesores españoles llevan años reclamando todo esto. El resultado en Finlandia es que la gente está contenta y la escuela no parece una cárcel, como aquí. En cierto momento, mientras Évole charlaba con una profesora, varios chicos han salido solos al recreo. ¿Otra vez?, ha preguntado. Sí, otra vez. Los niños finlandeses tienen cuatro o cinco recreos. No se trata de pasar muchas horas en el aula, sino de aprovecharlas bien, ha comentado la maestra. El patio a donde han salido para jugar era una explanada cubierta de nieve, lindante con la calle por la que transitan automóviles y asesinos en serie. Nada de verjas electrificadas, de conserjes en garitas, de profesores de guardia. Hablo de niños de diez años, no de diecisiete, niños que aún viven en un mundo de ensueño, sin conocer lo que les rodea ni a sí mismos, enfrentándose a lo desconocido con su fantasía. Pero ahí están, desprotegidos, sin un profesor que los vigile neuróticamente porque hay un inspector acechándole y detrás de él un político que quiere complacer a unos padres que lavan su mala conciencia (hablamos de los mismos padres que luego dejan a sus hijos en el botellón) exigiendo un control totalitario de la escuela. Me ha gustado verlo y ha confirmado la sospecha que ya tenía: la educación no puede funcionar en un país que vive, como el nuestro, en una persistente, declamatoria e hipócrita falsedad."

14 de febrero de 2013

Memoria de Saint Andrews (XVIII): Botanic Garden


28 de julio.

Aprovechamos el pronóstico favorable del tiempo, que en Escocia debe ser tomado con precaución extrema, y la evidencia de que la mañana se presenta soleada, para dirigirnos al sur. Cogemos el tren hasta la entrañable Edinburgh-Waverley para visitar el Botanic Garden de la capital. El recorrido por la costa sur de Fife es radicalmente distinto del de la zona este que tenemos planeado recorrer, antes de irnos. Aunque ya lo hemos hecho varias veces, no deja de sorprender esa "otra" Escocia que nada tiene que ver con las representaciones tradicionales à la Braveheart.

La primera dificultad estriba en aclararse con el tren que corresponde. La privatización del ferrocarril en la Gran Bretaña ha dejado sentir sus efectos. Ahora los accidentes han disminuido pero lo que no ha mejorado son los retrasos, la mala información, la suciedad y el caos generalizado. Comparado con el funcionamiento de la red británica, RENFE parece Alemania. En Cupar cogemos un Scottish Rail, preferible a los grandes expresos que alguna vez hemos cogido, plagados de malos olores y suciedades varias, y enfilamos la costa sur para toparnos con la cruda realidad de la "otra" Escocia, la que se acerca a Glasgow y poco tiene que ver con Inverness: la poblada Kirkcaldy, con su aparatoso estadio de fútbol -lo único de interés que se vislumbra desde el tren-, el sórdido Burntisland, con su aspecto de fundición abandonada, sus naves amarillentas y oxidadas y sus edificios ruinosos o los descuidados y poco protegidos Dalgety Bay e Inverkeithing. Por fortuna, antes de llegar a la primera pudimos observar un grupo de focas haraganeando en unas rocas a pocos metros de la costa que hicieron que la estampa de contaminación ambiental, explotación laboral y descomposición social, se amortiguara un poco: el tren se tomaba uno de sus habituales descansos no fuera a ser que llegara a su destino con poco retraso...

En el hermoso Botanic Garden una auténtica avalancha taxonómica, cromática y metódica. Saltándonos el recorrido habitual, empezamos por los invernaderos que acogen las orquídeas "salvajes". Entre todas, destacaba una azul cuyo intenso color y enormes raíces evocaban con persuasiva claridad su existencia fuera de los entramados humanos de conservación, en algún lugar que aun pueda ser "natural". Luego pasamos a los que contienen las múltiples variedades de helechos propios de estas tierras algunos tan gigantescos como los que ya pudimos admirar años atrás en Glencoe y que, según nos contó el guía del viaje, aparecían en Jurassic Park. Y después... Después
ciclámenes, prímulas, gencianas, arces, sauces, cedros, los rododendros de la Chinese Hillside, el laberinto de mirtos del Queen Mother's Memorial Garde...

Concluida la visita por hambre, cansancio y algo de "síndrome de Stendhal", nos hemos estirado en la hierba, rodeados de ardillas, a la sombra de un cedro y hemos comido unos sandwiches comprobando, una vez más, la afirmaciòn de Goethe sobre la diferencia entre la luz y los colores del sur y del norte:

"Se impone al mismo tiempo un esplendor y una armonía, una gradación desconocida en el norte. Ahí todo es claro o nebloso, abigarrado o monótono" (Viaje a Italia, p469).

Hoy, una vez más, el mundo del norte ha sido, ante todo, abigarrado...

13 de febrero de 2013

12 de febrero de 2013

Crónica de la Nueva Edad (12/02/2013)


Hay días en que la mediocridad, la indigencia intelectual y el fanatismo parecen haberse apoderado de esta Barcelona en la que uno vive. Ante la "ola de corrupción" que ahora algunos descubren, como si no fuera algo archisabido, presente en cualquier sistema político y, especialmente, en aquellos que se asientan sobre el mercado organizado al modo capitalista, en la calle puedes escuchar auténticas demostraciones de insensatez: el Partido Popular es un partido inundado de corruptelas; por contra, las que se atribuyen a CiU son el resultado de la tarea de las "cloacas del Estado" y no tienen otro objetivo que lograr que el proyecto soberanista embarranque.

Concluyen estos señores: la corrupción institucionalizada es algo "español". En Catalunya no hay corrupción generalizada: algunos casos aislados magnificados, o incluso "fabricados". Y se quedan tan panchos...

Como sentencia con soberana simplicidad uno de los miembros de este club, que martiriza mi correo electrónico (al igual que un par de simpatizantes del PP):  "Això és Espanya: dues colles d'amiguets que roben tant com poden de les colònies. De vegades roba una colla, de vegades l'altra" ("Esto es España: dos grupos de amiguetes que roban tanto como pueden de las colonias. A veces roba un grupo, a veces el otro").

11 de febrero de 2013

8 de febrero de 2013

"El nazi perfecto"


La lectura de El nazi perfecto de Martin Davidson no ha reportado demasiado en cuanto a conocimiento del fenómeno nacionalsocialista. Con todo, no es, tampoco, un libro prescindible. Bien escrito y ágil puede servir como ejemplo de que, como uno viene sosteniendo desde hace años, la tesis de Hannah Arendt acerca de la "banalidad del mal" dista mucho de ser un modelo descriptivo suficientemente satisfactorio, como tampoco lo es la "distancia" como efecto burocrático que Baumann utiliza a modo de descriptor en el marco de su comprensión del exterminio de los judíos. Ambos modelos pueden servir para algunos casos pero no para otros. El abuelo de Davidson fue uno de tantos nazis conscientes, ideologizados y "racionales", escasamente banales, que representaron su papel en el genocidio de manera activa y no meramente rutinaria o burocráticamente neutra.

Esta tesis de que el mal es, también, una elección razonable, meditada y fundamentada es recogida por Davidson de Yaacov Lozowick quien afirma: "De la misma manera que no se alcanza la cima del Everest por accidente, Eichmann y los de su calaña no llegaron a asesinar judíos fortuitamente o en un acceso de distracción, ni obedecían órdenes ciegamente, ni tampoco eran ruedecitas de una gran maquinaria. Trabajaron con ahínco, se devanaron los sesos, dirigieron las operaciones durante muchos años. Eran los alpinistas del mal" (Hitler's Bureaucrats, London 2002, cit. por Davidson, nota p359). Una apreciación a tomar en consideración.

6 de febrero de 2013

Cronica de la Nueva Edad (06/02/2013)


Como le sucedió a Jordi Ramírez el otro día, la lectura del artículo de Víctor Gómez Pin el pasado fin de semana en El País le ha dejado a uno una sensación agridulce. Dulce porque sigue habiendo voces críticas que intentan, en  Catalunya al menos, deshacerse de la presión de las sogas maniqueístas. Agrio porque confiesa la derrota de esa posibilidad. Concluye el profesor de filosofía:

"¿Y los que deploramos esta distribución de los papeles? Pues simplemente hemos perdido la batalla, y no es difícil barruntar las causas. En ausencia de un objetivo común de dignificación social, la culpa de la miseria ha de ser necesariamente imputable al otro. Cuando no hay rebeldía frente a los escandalosos desequilibrios económicos culturales y sociales que se dan en el seno de una comunidad, se enfatiza el peso de los desequilibrios entre balanzas fiscales respecto a otras comunidades. La cantinela es monótona y universal: “Padanos” contra hijos del mezzogiorno, flamencos contra valones, Europa sobria trabajadora contra sur despilfarrador y holgazán. Los PIGS se multiplican en el seno de cada país y hasta de cada región. Todo el mundo tiene su sur, reencarnación de esos tartesos que “se tumban panza arriba”. Simplemente... ¡qué derrota y qué tristeza!
Sentimiento de derrota que no exime del deber. Deber de denunciar las condiciones sociales que han permitido la sustitución del ideario reflejado en lengua catalana en los evocados versos de Pere Quart por el tan abyecto espíritu de los versos del citado poeta vasco. Por la recuperación de esta actitud, se sea o no independentista, pasa hoy, en relación con España, la dignidad de Cataluña."

Todo el mundo tiene su sur.

P.S: Xavier alertaba, hace unas semanas, acerca de la progresiva búsqueda del "enemigo interior" que en algunos ambientes se está emprendiendo ante la sospecha de que el desarrollo de los acontecimientos no sigue el curso esperado. Pues bien, alguien me ha escrito para decirme que mi nota sobre el derecho a decidir es una suerte de excusatio non petita ante el miedo a ser considerado un "enemigo interior" y que además rompe -en realidad- la pretendida equidistancia que proclamo. No está uno demasiado de acuerdo con lo segundo pero respecto a lo primero, el olor a excusatio...

Por cierto, los Ravens der Baltimore ganaron la Super Bowl con apagón de más de media hora incluido. Si en este país hubiera sucedido algo así...

4 de febrero de 2013

Toni Domènech


Conocí a Antoni Domènech a finales de los ochenta. De común acuerdo con Rais Busom, le propusimos encabezar la sección de Ciencias Sociales de la Societat Catalana de Filosofia que acabábamos de constituir, a lo cual se avino sin dudar. La sección tuvo poco vuelo pero Antoni Domènech se mostró colaborador y, sobre todo, lúcido. Era un marxista educado en el rigor del pensamiento analítico y, por tanto, muy distante de la verborrea postestructuralista/althusseriana en la que estábamos presos. Afortunadamente, de alguna manera presentíamos que debíamos ir más allá y, por ello, contactamos con él. Además era amigo de Harich, a quien tanto Rais como uno, admirábamos pese a la "fealdad" de su discurso sobrio y de "sentido común".

Hacía años que no sabía de él hasta que, por casualidad, encontré una entrevista suya realizada en La Habana para la revista "La Jiribilla" y, picado por la curiosidad, llegué hasta la revista "Sin permiso", de la que es editor general, y que resulta muy recomendable para aquellos marxistas o ex-marxistas que huyen de dogmas y reduccionismos. Ha envejecido, sí, pero su pensamiento sigue siendo envidiablemente claro. Sobre la "crisis" actual, señala en la entrevista:

"Entonces, a modo de reacción, si así puede decirse, y tras distintos tanteos, vino la innovación para mí crucial del “neoliberalismo”: desacoplar la demanda efectiva agregada de los salarios reales. ¿Cómo? Financiando la demanda efectiva y el consumo popular a partir de un fraude financiero piramidal a gran escala que permitió el crédito barato. O sea, financiar la economía para que, sin aumentar los salarios reales, los trabajadores puedan comprarse coches, casas, etc. El desplome a la mitad de la tasa de afiliación sindical registrado en los países de la OCDE en las tres últimas décadas tiene que ver con eso. Algunos compañeros italianos, más propensos a la hipérbole que nosotros, han hablado de un “cambio antropológico” de la clase obrera, en el sentido de que debilitó extraordinariamente la consciencia colectiva de clase.
Hubo, en Europa y en EEUU políticas de intervención estatal que podríamos llamar de inflación de activos: cuando (casi) todo el mundo puede comprarse una casa con créditos inopinadamente baratos, los precios inmobiliarios suben; una vez que esto ocurre, la capacidad de crédito de cada cual aumenta, poniendo la propia casa revalorizada como colateral del nuevo crédito, etc. . El truco básico del neoliberalismo, en Europa y América del Norte, ha sido sustituir el incremento del salario real por el crédito barato; la inflación de activos inmobiliarios y financieros ha sido el medio.  Como dicho, esa política contribuyó a la idiotización (en el sentido clásico de encapsulamiento particularista en lo propio) de la población trabajadora, la hizo más individualista, desbarató a las organizaciones obreras reformistas tradicionales al arrebatarles el propósito central (la lucha por la subida de los salarios reales): hay que recordar que los sindicatos obreros, por reformistas y moderados y “traidores” que sean, son en general  instituciones hostiles al espíritu del capitalismo."


La entrevista completa aquí.

2 de febrero de 2013

Posición ante el "derecho a decidir" (y II)


Y dicho lo anterior y para evitar más equívocos creo que llega el momento de pronunciarse sobre el tan traído y llevado "derecho a decidir" desde la premisa establecida acerca de que el momento de la crítica, de la negatividad es el fundamental por más prudente y, al tiempo, epistemológicamente igual de claro y pertinente que la afirmación. Como decía Hegel, y antes que él Spinoza, "toda negación es determinación". Así pues, negar equivale a determinar y, por tanto, a comprender, esclarecer, explicar.

Siendo como es, en la modesta opinión de uno, un asunto de tercer orden con fuertes elementos de "cortina de humo" y una manifestación más de religiosidad pasada por el tamiz de la laicidad, para evitar alineamientos indeseados y puesto que los matices no acaban de ser apreciados en estas tierras (aquende y allende el Ebro) escribiré sobre el "derecho a decidir" como lo haría sobre la próxima Super Bowl que se juega el domingo entre los San Francisco 49ers, que desde la gloriosa época de Montana, Rice y Young no habían vuelto a la final, y los Baltimore Ravens de los viejos defensas Ray Lewis y Ed Reed. En este último caso, sin Tom Brady ni los Giants, me da igual quien gane. Sólo espero ver un buen partido.

Respecto al "derecho a decidir", y partiendo del principio de la negación y no de la afirmación, uno no cree que el gobierno del Estado español deba prohibir la consulta si, como parece claro, una mayoría cualificada de los representantes de los electores catalanes así lo ha pedido. Más bien, parece que el ejemplo de Escocia y Gran Bretaña ofrece un modelo razonable, no religioso, pragmático y de sentido común, a seguir. Para evitar males mayores (especialmente, un desenlace violento de la pugna entre los nacionalistas españoles y los catalanes) debería convocarse la consulta, legalmente, con un resultado vinculante y unas condiciones claras, como en su momento sentenciaron los tribunales canadienses sobre el caso de Quebec.

Esto se traduce en que, evidentmente, uno no se moverá para conseguir la celebración del referéndum pero no avalará con su pasividad el gratuito e inmotivado mantenimiento del statu quo.

¿Está suficientemente claro?

De ahí a alinearse con cualquiera de los dos bandos: un millón de parsecs de distancia. La equidistancia como desideratum y la crítica, la actitud vigilante y no afirmativa, el diálogo, el sentido común, la racionalidad espero que sigan siendo en todo momento las pautas de la conducta de uno.