Y este extraordinario poema de Montale:
"Sestear pálido y absorto
junto a la ardiente tapia de un huerto.
Escuchar entre endrinos y zarzas
chasquidos de mirlos, rumores de
ofidio.
En las grietas del suelo o la algarroba
acechar las hileras de
rojas hormigas
que se entrecruzan o quiebran
en la cima de
minúsculas gavillas.
Observar entre las frondas del lejano
palpitar de briznas marinas
mientras se elevan trémulos chasquidos
de cigarras desde pelados
picos.
Y caminando entre el sol que deslumbra
sentir con triste
maravilla
que la vida toda y su fatiga está
en este recorrer un
muro
coronado por pinchos filosos de botella"
(Traducción de Carlo Frabetti).
No hubo espacio para otros poetas: todo lo absorbieron Stevens y Montale.
Justo es.