Uno cree tener más o menos claro que la deslegitimación de las instituciones representativas es un ejercicio arriesgado que abre la puerta a revoluciones más negras que rojas o rojas que se trucan en negras. Acostumbra a ser, también, un recurso totalitario. Por ello que, para preservar determinadas instituciones, 1300 policías se enfrenten a 6000 manifestantes, puede parecer más o menos legítimo aunque uno no está seguro de si proporcionado. Lo que no tiene justificación alguna es que algunos de estos policías se taparan su identificación ni que realizaran violentas cargas en Atocha, a varios centenares de metros del Congreso, ni que los agentes de paisano operaran como potenciales (o reales) agitadores.
Al menos de esto se ha podido uno enterar chapoteando como puede entre la retórica nacionalista en los medios. A este respecto, en
El País de hoy, dos sensatos artículos de Josep Ramoneda y Félix Ovejero, con los cuales uno mantiene sus distancias, demuestran que, entre tanto grito nacionalista de uno y otro lado del Ebro, todavía algunos mantienen el entendimiento frío.
Escribe Ramoneda:
"Creo que con cierta ligereza se da por asegurada una mayoría absoluta de
CiU. Sin duda, habrá un fenómeno de arrastre a favor suyo, pero la
crisis existe y hay gente que lo pasa muy mal. Artur Mas se ha puesto al
frente de un movimiento social que buscaba transformación política. A
los partidos que no quieren este camino les corresponde convencer con
propuestas alternativas. Refugiarse en el discurso de la manipulación es
de perdedores. Mas no es ningún líder radical. Es un dirigente
conservador en lo económico y en lo moral, que ha entendido que hay una
mayoría para la ruptura. No es una revolución, ni siquiera una revuelta.
Es una ruptura nacional, protagonizada por gente de orden." El artículo completo,
aquí.
Y Félix Ovejero:
"Pero hay otras razones para que todos hablen. En esas elecciones
votaremos los catalanes, pero antes de hacerlo nos importa saber qué
estamos decidiendo, qué nos jugamos. Algo que no depende de nosotros. Y
Mas no puede contestar a las preguntas importantes, que no son que si
ejército o
Barça, sino qué pasará con las empresas españolas,
los mercados, las pensiones, los funcionarios del Estado, nuestros
ahorros, la financiación de nuestras empresas y mil cosas más. Mas nos
dirá que la vida sigue igual. Pero nos mentirá. Lo que pueda venir
después de una separación no depende de sus fantasías. No se ve por qué
quienes tanto nos malquieren, tras un desgarro de tal magnitud, van a
estar deseando amistar en una confederación. El cuento de que todo
seguirá como si tal cosa es una patraña más de los nacionalistas. Por
ejemplo, cuando les preguntan por la Unión Europea. En esto, al menos,
Pujol ha sido sincero. Estaremos fuera.". El artículo completo,
aquí.
Estos días estaba tomando notas acerca de las barbaridades que los nacionalistas de todo cuño están profiriendo mas lo cierto es que el hartazgo comienza a hacer mella y se me están quitando las ganas de seguir con la recopilación de estupideces. Leo a mi amigo
Esteban "Baco" dudar, en estado bipolar, entre el AK47 y la evasión. A uno, harto de los uniformes verde oliva y los AK47, los M4A1. etc. la evasión hacia el arte, la filosofía y los seres queridos le resulta más agradable. Si la ola de violencia física e intelectual que padecemos se incrementa y la gente se deja seducir por lo más simple acabaremos mal. En ese caso uno no tiene claro si debe formar parte del desaguisado al que algunos nos quieren llevar...