16 de enero de 2012

El pasado sábado en "La Papa" con la gente de "La Vida Rima"


Volver a leer ante el público, volver a participar en un recital, no fue fácil. Una hora antes de la cita estaba en un bar con Esther y mientras daba cuenta rápida de una cerveza buscaba excusas para justificar una "espantada" de última hora: a uno le suele pasar. Sin embargo, también como en otras ocasiones, al final la fuerza del compromiso acaba imponiéndose y aunque camine como si fuera al matadero se levanta y camina, que es lo que cuenta.

Luego, como siempre: mucho mejor de lo esperado. Una hora y media o más de poesía, un muy buen rato, nuevas ideas, la ocasión de conocer a gente con propuestas poéticas francamente interesantes y la firme resolución de participar más a menudo en estos actos y dejar de ser una especie de eremita. Habrá que ver cuánto dura esta resolución...

Uno leyó un poema de Del Tercer Reich, otros dos de Las vidas de las imágenes - que publicará Ferran Fernández este año en Luces de gálibo - y un inédito que tenía ganas de "probar" cómo sonaría en voz alta y que forma parte de la serie de "Falsos haikus" algunos de los cuales se han subido a este cuaderno.

Lo mejor, con todo, no fue tanto que el público, educada y cortésmente, manifestara su aprobación, elogio y aplauso a los versos de uno (qué menos, en estos actos el público suele estar "entregado"), sino poder ver a los demás participantes.

Víctor LaGounda y Mag Márquez se recrearon en unas impresionantes performances (uno que nunca se ha sentido especialmente atraído por ellas se quedó pasmado) plenas de musicalidad, ritmo y gracia: sus poesías seguramente no están pensadas para ser leídas sino para ser recitadas y funcionan extraordinariamente con el mérito añadido de ser capaces, ambos, de improvisar como si se tratara de una jam session. Sana envidia por parte de quien es incapaz de recitar uno sólo de sus poemas sin equivocación...

Eva Gallud, que ha publicado en La Vida Rima Ediciones, Moléstenme solo para darme de comer, leyó algunos poemas soberbios al igual que Agustín Calvo Galán de quien conocía su proyecto de "Las afinidades electivas" aunque desconocía que era su responsable. La fina ironía de Eva y lo bien logrados que están los textos de Agustín, especialmente unos breves que he descubierto hoy, impulsarán a leerlos más pronto.

José Naveiras estuvo, como siempre, estupendo: es un poeta al que el directo se le da como a pocos y, reitero, que obtiene sus mejores realizaciones cuando da rienda suelta al humor, la suerte más difícil en poesía pero que él maneja con singular soltura cuando se pone.

Por último, otro poeta que ya conocía y que me pareció extraordinario la primera vez que asistí a una de sus actuaciones, Daniel Orviz, mostró su polivalencia (es un gran showman) y dejó una reescritura brillantísima del poema de Niemöller falsamente atribuido a Brecht en boca de un "comunista esquizofrénico" que espero obtener pronto y subir por aquí.

Bien, en fin, un auténtico placer. Esperemos que uno sea consecuente con esta satisfacción...