18 de febrero de 2012

De nuevo en El Prado (I)


Un viaje relámpago a Madrid para ver la muestra del Hermitage y visitar, de nuevo, El Prado. Ya que empieza a abrirse camino la posibilidad de que el soñado viaje a la antigua Leningrado para ver el Hermitage tarde más tiempo del que uno esperaba en materializarse, si Mahoma no puede ir a la montaña habrá que conformarse con que algo de la montaña se acerque hasta Mahoma.

De la breve exposición del Hermitage (supo a poco y, además, realmente no eran tantos cuadros como creía) destacaron, nada más empezar el recorrido, los cuadros de la ciudad de San Petersburgo de Benjamin Patersson, Alexei Tiranov y Piotr Tutukin. En ellos, la minuciosidad del retrato y el tratamiento del mundo como objeto de representación no pueden por menos de retrotraernos a las pretensiones de validez de la consideración de la pintura -y del arte en general- como reproducción fidedigna de lo real y fuente de conocimiento: la vida social de San Petersburgo que se apunta, por ejemplo, en las obras de Patersson permitirían su reconstruccion no sólo al historiador especializado sino también a cualquier espectador formado en nuestra cultura y certificarían la viabilidad, dentro de unos límites, de esa concepción del arte como instrumento de conocimiento.