12 de noviembre de 2011

Estampa y dilema


Esta mañana, en el mercado. Un par de indigentes, al menos eso parecían de lejos, sentados en un banco enfrente de la parada exterior donde uno compra la fruta. Al llegar, muecas de disgusto de una de las dependientas que nunca ha ocultado sus prejuicios xenófobos. Los señala con un movimiento de los ojos y uno renuncia a participar en lo que piensa un juego racista más. Pido un kilo de acelgas y a mis espaldas se oye:

- Mi hija está más buena que su madre. Que te lo digo.
- ¡Mmm!
- ¡Y para que se la "pique" otro antes me la "pico" yo!
- ¿No te jode?

El rostro de la mujer que me atiende se ha demudado. El de uno seguramente...

¿Qué hacer?