10 de enero de 2011

10 de enero de 2011: la fuerza de los presagios


La fuerza del presagio, de la anticipación, de la llegada, de lo que se anuncia en el presente pero no forma parte de él es grande. Ya muchos lo advirtieron. Desde los profetas hasta Derrida la inminencia de un acontecer que ya hiende el ahora sin que pueda ser dominado en él ha sido suficientemente enfatizada como para tomar seriamente en consideración que parece formar parte no sólo de nuestro imaginario sino también de nuestros modelos cognoscitivos.

Estos días, los apocalípticos pronósticos de Santiago Niño Becerra -de los que alguna vez uno ha hablado por aquí y que, infructuosamente, lleva varios meses intentando conjurar mediante el expediente de ignorarlos en esta experiencia-, parecen inundarlo todo: rumores, informes, datos, memorias económicas y, ahora, también, la vida cotidiana.

En la primera gran reunión familiar en más de seis meses, por vez primera la mitad de los varones -todos licenciados- se encuentra en situación de desempleo. Despedidos a los cuarenta y tantos años casi por sorpresa, estos trabajadores cualificados, hipotecados y con hijos en edad escolar, no padecen una situación tan desesperada como las de muchos otros que llevan meses o años malviviendo en los márgenes del sistema pero su caída no parece presagiar nada bueno...