27 de diciembre de 2010

27 de diciembre de 2010: Crónica intempestiva de un viaje (XXIV). Y a cada esperanza sucede siempre una nueva decepción


1 de agosto de 2010. Quinta parte.

"A primera hora de la tarde, sin pararnos a tomar más que un par de brötchen y darle un rápido vistazo a un par de los paneles informativos que señalan el emplazamiento de algunos de los edificios del antiguo distrito gubernamental, nos encaminamos al Denkmal für die ermordeten Juden Europas, el monumento dedicado a los judíos europeos asesinados.

Tal vez porque estábamos cansados y hambrientos, tal vez porque el sol estaba en su cénit y Berlin parecía un inmenso caldero donde nos cocíamos a fuego lento, la visita nos dejó un regusto amargo. La majestuosidad y solemnidad se desdibujaron rápidamente, como en el caso del memorial del Tiergarten: parejas besándose, niños saltando de losa en losa, grupos de jóvenes comiendo apoyados sobre los bloques de hormigón, algunas carreras aisladas y más de un grito en un recinto que pide explícitamente silencio y respeto. Un espectáculo lamentable.

Por la tarde noche, una merienda cena y una larga y desmoralizante meditación sobre qué queda de la experiencia histórica del genocidio de los judíos europeos. Al menos, lo aderezamos con una espléndida botella de Trollinger que, llegada a su final, pareció mantener viva la llama del sentido a pesar de lo visto."

Ya en Barcelona, comenté con Ignasi, que me proporcionó a precio de amigo su apartamento durante aquellos días en Berlin, lo sucedido y contrastamos su recuerdo con el nuestro. Él lo visitó en invierno y, precisamente, recordaba el sepulcral silencio que que presidía el monumento y le resultaba casi increíble que hubiera podido acontecer semejante jolgorio en un lugar casi sagrado para los berlineses.
Quizás uno exagera. Pero las notas y las imágenes que aun retiene no parecen mentir..."