11 de noviembre de 2010

11 de noviembre de 2010: Felipe González y la razón de estado


A pesar de que uno pueda acabar reconociendo su contribución a la modernización de España y hasta, si se le apura, su talla de "estadista" -más que nada por la estrechez de miras de sus sucesores-, lo que probablemente no podrá hacer nunca es eliminar su profunda antipatía y desprecio personal hacia este individuo. Definitivamente, detesto a Felipe González. Así irracionalmente.

Aunque para ser justo con uno mismo, también hay algún motivo de fondo: sin ir más lejos el sufrimiento de mi padre, desempleado por las buenas y privado de una buena parte de su seguro de desempleo, del que nos alimentábamos mi madre y sus dos hijos y con el que debíamos hacer frente a mis estudios universitarios por ejemplo, gracias a las reformas "socialdemócratas" promovidas por su gobierno.

El caso es que el desprecio que uno siente se agudiza con el paso del tiempo pese a la escisión intelectual de la que hablaba al comienzo. El más reciente eslabón en este proceso lo ha supuesto la entrevista que Felipe González concedió a Juan José Millás y que publicó hace pocos días El País. Y, de entre todas sus afirmaciones aquella en la que, tratando de separar los aspectos morales de los puramente técnicos y administrativos, duda de si hizo bien no ordenando el asesinato de la cúpula de ETA por la cantidad de muertos posteriores que hubiera ahorrado.

Uno está tentado de responder que no se debe separar en lo político lo administrativo y técnico de lo moral mas hay una fuerte tradición filosófica y teórica que sostiene esta posibilidad amparándose desde los sofistas a Maquiavelo o Weber y ahora no es momento de extenderse en una discusión para la que uno no está a estas alturas suficientemente capacitado. Tan sólo un par de observaciones:

- Con su afirmación Felipe González respalda el concepto de "agresión preventiva" o "guerra preventiva" de tan infausto recuerdo para muchos pues supone un quebranto irreparable del derecho internacional occidental; un quebranto de la presunción de inocencia de los seres humanos como principio de seguridad jurídica que, en este Occidente tan denostado, nos permite, en ocasiones, defendernos como ciudadanos del trato arbitrario y despótico. No debería olvidar tan fácilmente el señor Felipe González que la democracia representativa es el mejor de los sistemas posibles si se respeta la legalidad que ella misma establece. Y tampoco debería olvidar la fuente contemporánea de la doctrina político-militar de la agresión preventiva que, lamentablemente, domina hoy día la actuación de Israel y, hasta Obama, de Estados Unidos: la doctrina millitar de la Wehrmacht pertrechada por la política nacionalsocialista. Claro que hoy día decir esto ya es como no decir nada...

- Con su justificación, Felipe González contradice uno de los pocos logros que el acervo del conocimiento humano sobre el mundo social ha conseguido. Independientemente del debate filosófico sobre libertad y/o determinismo, tanto las ciencias sociales, como la experiencia, como el más elemental sentido común nos dicta, claramente, que no es posible anticipar con exactitud los acontecimientos futuros. Que el riesgo, la inestabilidad, la incertidumbre, "el errar es de humanos", la imposibilidad de predecir la conducta humana ni individual ni grupal, es una modesta "verdad de hecho" que debería atemperar cualquier tipo de decisiones cuyo daño irreversible no pueda ser jamás compensado de alguna manera en caso de equivocación.

La lástima es que supongo que para un individuo tan pagado de sí mismo estas observaciones no resultarían pertinentes en absoluto. Así pues, aquí se queda uno con su desprecio y las ofensas que le dedicará en los próximos segundos y que no se verterán aquí.