19 de octubre de 2010

19 de octubre de 2010: Crónica intempestiva de un viaje (XI). Botanischer Garten.


28 de julio de 2010. Primera parte.

"Como si el frenazo de una mañana dedicada al descanso y una tarde de vulgares paseantes o, si se quiere inducir la producción de una imagen de sofisticación, de flâneurs, nos hubiera convertido en unos berlineses cualesquiera hicimos un brusco cambio de planes e introducimos en lugar de la visita al Memorial del Ejército Rojo del Tiergarten (el Sowjetisches Ehrenmal) y al dedicado a los judíos asesinados en Europa (Denkmal für die ermordeten Juden Europas) una visita al Botanischer Garten por la mañana para poder dedicar la tarde a los trámites del viaje a Polonia. De paso, el cambio nos permitía parar el ritmo de gasto que, con la cara comida en el restaurante del Pergamon, se había ido ido de madre.

Tomamos la línea del S-Bahn que enlaza Oranienburg (donde hubo un famoso campo de concentración) y Wannsee (donde tuvo lugar la famosa conferencia en la que se acordaron los protocolos de actuación interministeriales para la consecución de la Endlösung -la solución definitiva, final, general o total, como quiera traducirse- al "problema" judío) hasta el barrio de Steglitz. Bajamos en la parada del Jardín y caminamos unos trescientos metros por una zona acomodada de bonitas casas con pequeños jardines y poco tráfico. Una de las casas que vimos al pasar recordaba su ilustre propietario o inquilino: el conde Yorck von Warttemburg, primo de Claus von Stauffenberg. Como él, estuvo implicado en el golpe del 20 de julio pero s tras el fracaso de la tentativai Stauffenberg pudo suicidarse, su primo no tuvo tanta "suerte" y fue ejecutado en agosto de 1944.

Hayas, robles y sauces centenarios, un fresno espectacular, anciano y frondoso, y un agradable rincón de helechos en uno de los invernaderos nos parecieron lo más destacable de un jardín que parece proclamar la validez del tópico de la obsesión taxonómica teutona. Agrupados por secciones geográficas variopintas (Cáucaso, Anatolia del Norte...) y con islas familiares (sauces, cedros, pinos, hayas...) reglamentadas y rodeadas por caminos asfaltados para evitar el cruce libre y el paseo anárquico, el fruto de este encauzamiento de la visita es el deterioro de la relación entre humanos y ardillas. Mientras que en los jardines y parques de Edimburgo, incluyendo el Botanic Garden, las ardillas jugueteaban despreocupadas a nuestro alredededor, apenas se inmutaban ante nuestra presencia e incluso aceptaban nuestra comida de buen grado -con lo que ello puede tener de nocivo, no hay que ser ingenuos-, aquí huían al menor gesto de aproximación. Es evidente que en el diseño del parque algo falla si la relación entre hombres y ardillas se resiente de esta manera.

Tras comer unos sandwiches en la única zona de hierba habilitada para picnic, al lado de los invernaderos y el restaurante, el bochorno berlinés dió paso, por fin, a una ligera lluvia que con el paso de las horas se haría más recia y persistente y nos permitiría sobrelllevar las caminatas por la ciudad con más ánimo los siguientes días gracias a la bajada de la temperatura a sus niveles habituales. Por de pronto, recogimos y nos fuimos a la famosa Hauptbahnhof a tomar los billetes de tren para Polonia".

Ya en Barcelona, leo en la Wikipedia que la Hauptbahnhof es una de las estaciones más grandes de Europa de su clase (los alemanes tienen varias de ellas), que fue diseñada por Meinhard von Gerkan y que, al parecer, tan sólo está operativa desde 2006.