30 de junio de 2010

30 de junio de 2010: "Teoría de la conspiración"


Hace algunas semanas había estado dándole vueltas a un poema que, esta mañana, ha encontrado las líneas que precisaba para acabar su primera versión.

Después de un par de intensas jornadas futbolísticas, hoy, tras probar con Tolkien y compañía y con Karadzic sin lograr ningún progreso, he subido a la terraza, he recopilado todos los poemas que tenía inacabados y, uno de ellos, "Teoría de la conspiración", ha permanecidofinalmente suficiente tiempo en mi mente como para encontrar una posible solución a su encallamiento (también ha ayudado que se ha visto favorecido por la reparación del toldo que me protegía un poco de este sol puro que cae sobre la ciudad hoy).

Se lo dedico a un poeta del que sólo sé por su Blog y por textos sueltos que he conseguido ir leyendo de sus libros, José María Cumbreño. Y se lo dedico por los ejercicios de honestidad de los que hace gala en su Blog. Muchos poetas con menos obra publicada -e incluso bastantes con muchos libros a sus espaldas y que se exhiben como "malditos"- no se atreven a llamar "al pan pan y al vino vino" por miedo a ser mal vistos por los prohombres de las editoriales con los que andan -o quisieran andar- en tratos. Él no se corta un pelo. Chapeau.



TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

Para José María Cumbreño



En Conspiracy,
un perplejo Mel Gibson le responde a Julia Roberts:
"Un buen complot es indemostrable".

La dulce Julia le acaba de preguntar
qué pruebas
respaldan su convicción
de que el cineasta Oliver Stone
siembra la desinformación a cuenta de George Bush.

Licio Gelli,
que a sus 91 años pasea tranquilo por Roma,
había concebido un "Plan de Renacimiento Democrático"
a ejecutar desde la logia masónica P-2
entre cuyos más
de tres mil afiliados
se encontraban ministros,
empresarios,
periodistas,
militares de alta graduación,
banqueros,
responsables de los servicios secretos...
Uno de sus ejes fundamentales:
la domesticación de la opinión pública a través de los medios.

La conspiración se descubrió casi "casualmente".

No hay que ser Mel Gibson
ni saber de Licio Gelli
para sospechar
que detrás de los negocios de la poesía
también se esconde algo sórdido,
muy sórdido.